Hace una semana mi madre dijo que le había picado algo. Se quejaba de la dificultad para respirar y mencionó que no podía sentir el lado izquierdo de la cintura para abajo. Para comprobarlo mostró la parte izquierda de su espalda. Tenía una gran área inflamada que parecía la picadura de un mosquito, pero era mucho más grande.
Creímos que una araña pudo haberla mordido mientras dormía, pero como ya había pasado una semana y no éramos precisamente ricos, decidimos ignorar sus peticiones de ir al hospital. No podíamos darnos el lujo de gastar en algo que probablemente desaparecería en algunos días. Estábamos seguros que se iría, después de todo no era más que una picadura de insecto.
Ese fue nuestro error.
Hoy al despertar, mamá estaba llorando. Mencionó que la sensación de entumecimiento había sido sustituida por un ardor agonizante. Y seguía con la dificultad para respirar. Inspeccionamos su espalda y nos aterramos al descubrir que la gran picadura de insecto estaba abierta. La parte inflamada se había transformado en varias protuberancias de las que supuraba pus. Mencionó que le quemaban, y finalmente le creímos.
Había llegado la hora de llevarla al hospital. Mi padre dijo que la llevaría a la clínica más cercana. Yo me dirigí a las clases de verano. La aterradora condición de mi madre me perturbaba en algún lugar de mi mente, pero no le di mucha importancia confiando en que se pondría bien. Mis clases estaban por finalizar, los exámenes finales se acercaban, mis amigos planeaban un viaje a la playa y un extraño dolor en los pulmones me hacía sentir incómodo. Esperaba que no fuera un resfriado.
Conducía a casa cuando recibí la llamada.
Era papá. Estaba histérico pues el médico que examinó a mamá ordenó que fuera llevada inmediatamente a emergencias. Mis padres se dirigieron a emergencias y esperaron durante un largo tiempo en la sala. Finalmente mamá puedo ver al médico. Fue entonces que las cosas empezaron a derrumbarse. Examinó a mamá y salió rápidamente del consultorio. Mis padres fueron trasladados nuevamente a la sala de espera donde un grupo de enfermeras los abordó.
Algunas obtuvieron sangre de mamá y la llevaron de regreso al consultorio, otras de papá e ignoraron toda clase de preguntas, limitándose a decirle que aguardara en la sala de espera. Cuando estaba en ese lugar tuvo tiempo de ver a una docena de policías ingresando al hospital, atravesaron la sala de espera y se dirigieron a la habitación donde tenían a mamá. Me relató esta última parte con un llanto sofocado: escuchó disparos.
Fue entonces que lo escuché gritar.
Aquel grito hizo que me estremeciera en el asiento del auto, mis manos tensas y pálidas se aferraron al volante y mis ojos se llenaron de lágrimas. Probablemente el teléfono cayó al piso. Entonces escuché una voz discutiendo, gritando con autoridad. Había alguien llorando: era papá. Era la primera vez que lo escuchaba así, llorando por algo. Seré honesto… estaba enojado. No estaba acostumbrado a un padre tan débil. Solía verlo como un hombre de acero, como una figura que me inspiraba. Creo que me estaba confundiendo.
Cuando escuché los disparos creí que no habían sido reales.
Apagué el celular y seguí conduciendo a casa. Estaba aturdido, confuso y deprimido. No pude llegar a casa pues la policía había bloqueado todas las entradas a la calle. Personas en uniformes contra residuos peligrosos entraban y salían de casa. En mi estado de confusión, creía que la escena se parecía bastante a películas que había visto como REC. Para ser sincero, aquella situación me parecía muy interesante… hasta que los vi retirar un cuerpo envuelto en una lona y supe que era, por el zapato que estaba expuesto, el cadáver de mi hermano menor.
Entonces seguí conduciendo.
Conduje hasta que salí de la ciudad, me alejé lo más que pude de casa. En cierto momento deduje que era una estupidez seguir conduciendo. Sea lo que fuere que haya estado sucediendo, logré escapar por pura suerte. Tendieron una red a nuestro alrededor, y escapé gracias a mis clases.
¿Entonces, qué estaba pasando? Ya había visto muchas películas de terror como para adivinar. Estoy infectado, ¿pero con qué diablos estoy infectado? Los pulmones me arden y hay un extraño bulto en mi espalda. Aún no lo he visto, pero apuesto que tiene una marca roja, una marca roja que asemeja una gran picadura de mosquito. ¿Qué es esto? ¿Voy a morir? Bueno, es algo lo bastante serio como para que ejecutaran a mis padres, e incluso a mi hermano pequeño. Debía ser algo muy serio. Me pregunto cómo pudo haberse transmitido, ¿por contacto, mordida o por aire?
Lo descubriría dentro de poco.
Caminé hasta que conseguí un aventón, y después caminé un poco más. Me detuve en un motel e intenté dormir pero no lo conseguí. Seguía viendo el zapato de mi hermano saliendo de entre aquella lona… el zapato… entonces abrí mi computadora y decidí escribir esto.
Me lo quitaron todo. Estoy muerto. No tenían por qué haber hecho eso. Podrían habernos avisado que éramos un peligro para los demás. No tenían que disparar a mi madre… a mi padre… me voy a llevar a todos los que pueda antes de partir. Mañana, pasaré el día entero saludando a todos. Iré al mercado y tocaré todos los alimentos (quizá hasta tosa sobre ellos). Iré a babear los bebederos públicos. Haré lo que pueda para traerlos conmigo. Por eso mañana… por favor. No me niegues el saludo.
Si sientes molestias, no te preocupes. No es más que una simple picadura de insecto.
Algo que no entendí es, iba en carro saliendo de la ciudad pero después camino hasta conseguir aventon?? En que momento se bajo del carro
Eso no es relevante wey
Ah numa—
meh!
oh! muy bueno, pero este tío está loco se nos quiere llevar a todos con el, si no le hicimos nada…