Mi hija y los zombis – Creepypasta

“¡Papá, papá, vi un zombi!”. Estaba en la cocina preparando café cuando mi pequeña de 7 años llegó corriendo. Atravesó la puerta trasera con tal velocidad que por poco tropieza en el escalón. Vacié el líquido caliente de la cafetera en una taza, y apenas la regresé a ver.

niña pequeña jugando en la calle

“¿En serio?”.

“Sí. En serio. Su rostro estaba pálido y desaliñado. ¡Fue asqueroso, papá!”.

Dejé la cafetera en su lugar y tomé el cartón de leche. Suspiré por dentro. Debía vigilar más de cerca lo que esta niña veía por las noches en la televisión. Rosa tiene la extraña costumbre de escabullirse fuera de su habitación a la sala de estar, y hace una semana la sorprendí viendo The Walking Dead. Desde entonces, no ha dejado de hablar de los zombis. Le expliqué que no son reales, pero no hizo la diferencia.

“Cariño, ¿qué dijimos sobre los zombis?”. Vertí un poco de leche en la taza y continué mi sermón. “Sabes que, si sigues hablando de ellos, papá se mete en problemas con mamá otra vez”.

“Sí, pero vi uno”.

“Lo sé. Pero ayer revisé el jardín trasero dos veces, y te aseguro que es una zona libre de zombis”.

“No, no fue en el jardín trasero”.

“¿Qué?”.

“No lo vi en el jardín trasero”.

Llevaba la taza a mitad de camino, pero la regresé a la mesa. Giré para observar a Rosa. Tenía el pelo alborotado por el viento y sus pequeñas mejillas rojas, como si hubiera estado bajo el sol.

“Cariño”. Le dije con voz severa. “Te haré una pregunta, y quiero que seas honesta conmigo: ¿has vuelto a jugar en el camino otra vez?”.

Ya sabía la respuesta, aunque me pareció pertinente preguntárselo. A Rosa sólo le permitimos jugar en el jardín y, ocasionalmente sí pide permiso, la dejamos andar en bicicleta en el camino que se ubica en la parte posterior de la casa. Es un camino que conecta todos los jardines traseros del lugar, pero es todo lo que se le permite hacer. Vivimos en un vecindario muy seguro, pero en estos días ninguna precaución está de más.

Hace unos meses supimos de un par de atracos a varias calles de distancia, y el año pasado asaltaron a un residente en la calle principal. De hecho, hace algunos años en un pueblo vecino un pequeño desapareció. Está lo suficientemente lejos de aquí, pero los noticiarios de todo el país cubrieron la noticia hasta que la búsqueda fracasó.

Esto hizo que los padres se volvieron más cautelosos. Rosa está creciendo y se ha vuelto una niña aventurera, pero debemos poner límites. Y, últimamente, ha sobrepasado esos límites. Anda en bicicleta más lejos de lo que debería. No suele atender cuando la llamamos y se escapa por la puerta trasera cuando sólo tiene permiso para jugar en el jardín.

Mientras veía a Rosa, noté que su rostro se ponía cada vez más rojo. Apartó la vista de mí, dirigió los ojos al suelo de la cocina y empezó a rascarse los pies.

“Papá, sólo bajé un poco”, dijo. “Lo juro. Estaba conversando con el señor Henderson, por eso que vi en su jardín trasero. Le dije hola y saltó”.

Suspiré. Así que de eso se trataba: Henderson era el zombi que mencionaba Rosa. Ayer fue el cartero, y antier otro vecino. Tomé un sorbo de café y sacudí la cabeza. Siendo honestos, Henderson era un mejor candidato que los demás. El hombre siempre ha vivido solo y parece tener unos 100 años. Tiene verrugas por toda la cara y su piel parece un globo desinflado. Sin embargo, en cada plática que sostuvimos a través de la cerca del jardín me pareció un hombre agradable. No mucho, lo suficiente. Tampoco podía permitir que Rosa diera vueltas frente a su jardín y lo llamara zombi.

niña corriendo en un callejon

“Escúchame, cariño. Sé que no fuiste demasiado lejos ni nada de eso, pero no quiero que…”

“¡Regresé en ese momento, papá!”, me interrumpió. Ahora me observaba con unos enormes ojos azules que parecían suplicar. “¡Lo juro! Incluso dije que no cuando el señor Henderson me ofreció un helado, porque sé que no te gusta que reciba cosas de extraños”.

Abrí la boca para continuar, pero me detuve. “¿Te ofreció un helado?”.

“Sí, pero le dije que no. El señor Henderson quería que entrara para darme uno, pero le dije que tenía que ir a casa. Y luego vine corriendo hasta aquí para decirte que había visto un zombi, y yo…”

Rosa empezó a balbucear, su voz zumbaba como un motor. Pero en ese momento había dejado de escucharla. Mi mente se quedó atrapada en algo que había dicho un momento antes.

“El señor Henderson quería que entrara para darme uno”.

Le di otro sorbo al café y fruncí el ceño. Eso no estaba bien. No tenía problema con que los vecinos hablaran con mi niña, pero no me agradaba la idea de que la invitaran entrar. No sin nuestra presencia. Aunque se tratara de un anciano amable y solitario. Decidí salir y visitar al señor Henderson más tarde, para comentarle personalmente mis inquietudes. Por supuesto, con amabilidad y firmeza.

Sin embargo, al final no tuve oportunidad. Y es que unos momentos después de pensarlo, Rosa dijo algo más. Algo que barrió todo lo que había acumulado mi mente en los últimos segundos y puso fin a cualquier idea sobre visitar a Henderson. Dijo algo que me produjo escalofríos.

“Papá, por favor, no me prohíbas seguir jugando en el jardín. Te juro que no vuelvo a escapar. No quiero que un zombi me atrape”.

“Rosa, no voy a prohibirte que juegues en el jardín. Pero debes hacer un par de promesas. En primer lugar, debes prometerme que dejarás de llamar a las personas zombis. El señor Henderson puede ser viejo, pero no es un muerto viviente”.

Rosa frunció el ceño. “Nunca lo hice”.

“¿Qué rayos quieres decir con qué nunca lo hiciste? Acabas de entrar aquí llamándolo zombi”.

“No, no lo hice. El señor Henderson no es un zombi. Vi un zombi en su casa, pero él no es el zombi”.

prisionero

Fruncí el ceño nuevamente. Me llevé la taza a los labios para darle otro sorbo, pero la regresé a la mesa. “¿Qué quieres decir, cariño? ¿Viste a otra persona en su casa?”.

“¡Sí, al zombi, papá! Lo vi presionando sus manos contra la pequeña ventana del sótano mientras hablaba con él”.

Un profundo escalofrío recorrió mi columna vertebral. “¿Qué?”.

“Sí, daba mucho miedo. Tenía la cara desfigurada y ensangrentada, y la boca abierta. Como si estuviera gritando. Pero, ¿sabes qué es lo que más me confundió, papá?”.

Traté de componer el tono de mi voz. “¿Qué?”.

“Bueno, no me había dado cuenta que los niños también pueden ser zombis. Pensé que sólo le sucedía a los adultos. Y supongo que estaba equivocada, porque el zombi que estaba en el sótano del señor Henderson parecía un niño pequeño”. Vía.

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6 comentarios en «Mi hija y los zombis – Creepypasta»

  1. Wow que buen giro, la verdad no me llamaba mucho la atencion leer la historia cuando vi Zombi en el titulo, como que no son muy de mi agrado las historias donde los zombis son parte central de ella, me parecen muy sobrevalorados esos personajes , que bueno que al final entre y leí, me gusto mucho.

    Por cierto Hery, ahora con la polemica que hubo en reddit nosleep no has tenido problemas con las historias?, vi que al final adjuntaste el vinculo a la original pero ya con eso basta o sera que ahora debes pedir permiso al autor 🤔

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    • Hasta ahorita no, nadie me ha dicho nada. Hacer estas traducciones es más por costumbre que por “negocio”. No generan absolutamente ningún ingreso y se le invierten varias horas de trabajo. Creo que la principal molestia fue con los canales grandes de YT que recogen historias, las narran y las monetizan. Yo por eso dejé de traducir series grandes, todas las traducciones de historias largas que he hecho las puedes encontrar en YT sin ningún tipo de crédito al traductor ni al autor original.

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      • Me han tocado varios videos donde escucho tus traducciones, asi tal cual están igualitas letra por letra a como las subes acá( por ejemplo la del guardabosques, que fue una muy exitosa en cierto canal) ,es una pena ya que tu lo haces por hobby ( lo cual no tenia idea y de verdad se agradece enormemente) y otros tipos no solo se roban una historia, si no que son tan perezosos que tambien se roban las traducciones

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