La búsqueda de alternativas ecológicas para mitigar la huella que el humano deja sobre el planeta no se limita a la obtención de energía limpia. Las acciones se enfocan en diversos ámbitos, incluso en el de la muerte. La que reseñamos hoy sería una solución ecológica e inteligente para disponer de los cadáveres que los científicos proyectaron como un cementerio de biomasa suspendido.
El portal SFGate reportó el pasado 9 de mayo el hallazgo de un ataúd que contenía los restos de una niña muerta hace 145 años enterrado bajo una casa en San Francisco, en la zona donde solía ubicarse el antiguo cementerio Odd Fellows.
Colma, en California, es un gigantesco cementerio donde 1.5 millones de muertos de San Francisco han sido sepultados en fosas comunes. “Es bueno estar vivo en Colma”, reza el lema de esta ciudad californiana que posee más residentes muertos que vivos. En “la Ciudad del Silencio”, como se le conoce popularmente a Colma, los vivos son superados en número de forma aterradora. Mientras que la población ronda los 1,700 habitantes, sus diecisiete cementerios acobijan a más 1.5 millones de cadáveres.
La leyenda de Drácula ha vuelto a rondar una ciudad costera … luego de una cascada de huesos humanos.
Y los residentes de Whitby, North Yorkshire – ciudad famosa por aparecer en la clásica novela de Bram Stoker de 1897 sobre el conde sediento de sangre – se enfrentan ahora a una historia de horror de la vida real. Un deslizamiento de tierra ha provocado que decenas de tumbas se abrieran en un antiguo cementerio al borde del acantilado, resultando en que los restos humanos se deslizaran hasta los hogares de los residentes.
Highgate es un cementerio ubicado en el distrito del mismo nombre, está situado al norte de Londres en Inglaterra. Actualmente es considerado patrimonio cultural ingles de Grado I.
Se inauguro el 20 de mayo de 1839, Stephen Geary fue el arquitecto encargado de su diseño, su construcción fue parte de un plan para abrir una serie de siete cementerios privados en la ciudad de Londres, a los que denominaban los Siete Magnificos, y respondían a al problema de los camposantos tradicionales controlados por las iglesias quienes no se daban a basto con la enorme demanda.