Viajar en avión es todavía una de las formas más seguras para atravesar largas distancias. Sin embargo, existen situaciones atemorizantes que no son del conocimiento de todas las personas.
Imagina el siguiente escenario: te subes a un avión, te acomodas en tu asiento y esperas a que el capitán en turno de las instrucciones habituales del viaje. Tú, evidentemente, esperas digerir y asimilar todo ese guion repetitivo sobre los procedimientos en caso de emergencia. De forma repentina, el capitán da un comunicado que se sale de la rutina:
“Señores pasajeros, bienvenidos y gracias por elegir nuestra aerolínea. Antes que nada, nos gustaría agradecer a los pasajeros que seleccionaron los asientos del fondo. En caso de un accidente, sus probabilidades se supervivencia resultan mucho mayores. Sin embargo, la cola suele oscilar bastante y la incomodad puede ser de consideración”.
“Durante el despegue, por favor, mantengan el respaldo de su asiento en posición vertical, principalmente los de la clase económica, cuyo espacio entre uno y otro es tan diminuto que impide la evacuación de la aeronave en caso de emergencia. A decir verdad, si la seguridad fuera nuestro objetivo principal, cada asiento estaría volteado hacia atrás.”
“Para economizar combustible, la mitad del aire en la cabina será reciclado. Debido a esto, el nivel de oxígeno en su sangre se verá reducido, pero no suele ser peligroso – como mucho, podría provocar una agradable somnolencia. Por favor, les pido a todos que mantenga sus cinturones de seguridad abrochados o podrían ser víctimas de la turbulencia – que es inofensiva para la aeronave, pero suele matar a 25 pasajeros por año”.
“Nos encantaría recordarles a todos que las sillas son flotantes – aunque esta información no es de mucha importancia. La probabilidad de supervivencia en un amarizaje con un avión grande es mínima y generalmente la aeronave termina por explotar. Gracias por haber elegido a nuestra compañía, que tenga un excelente viaje”.
Por supuesto que ninguna aerolínea revelaría esta clase de información a sus pasajeros (mucho menos de esta forma). Aunque el avión sea uno de los medio de transporte más seguros que existen, no está exento de problemas. A continuación te presentamos algunas de las principales causas de accidente de las que “ellos no quieren que sepas”.
Despresurización.
Existe una razón para que los aviones comerciales vuelen a grandes alturas. A grandes altitudes, el aire se vuelve menos denso, lo que disminuye la resistencia del arrastre y el avión consigue volar a mayor velocidad, ahorrando combustible. Es bastante frecuente que los vuelos comerciales se estabilicen a una altura aproximada de 11 kilómetros. El problema es que, cuanto más alto se sube, menor es la presión atmosférica. Para que los pasajeros no mueran sofocados, el aire en la cabina debe ser presurizado.
Este sistema fue introducido en 1938 en el Boeing 307 para vuelos comerciales. Sin embargo, no todo es perfecto y esta tecnología consagrada puede llegar a fallar. Es por eso motivo que recibimos instrucciones indicando que, en caso de despresurización, las máscaras de oxígeno bajarán automáticamente de la parte superior. Es algo que no asusta como una explosión de turbina, sin embargo, la despresurización puede matar, y rápido.
Contrario a otro tipo de asfixia, como la de un ahogamiento en la que es posible resistir durante varios minutos. En una despresurización rápida te desmayarías en un lapso menor a los 15 segundos. En agosto de 2008, un Boeing 737 de la compañía Ryanair, que se dirigía a Barcelona, sufrió una despresurización parcial de la cabina. Para agravar la situación, no todas las máscaras de oxígeno se liberaron y, de las que se liberaron, algunas no liberaron oxígeno.
Lo que salvó la vida de los 168 pasajeros del vuelo a Barcelona fue la altitud a la que volaba la aeronave al momento del accidente, aproximadamente a 6.7 km de altura, situación que permitió que el piloto maniobrara hasta los 2.2 km por encima del suelo, donde es posible respirar sin las máscaras.
Falla estructural.
Con el paso del tiempo, las partes que componen a una aeronave acumulan desgaste, de allí la necesidad de que las compañías aéreas realicen los debidos mantenimientos. La negligencia en cuanto a reparaciones técnicas puede resultar muy costosa, haciendo que el avión pierda partes del fuselaje o incluso partes vitales, como un ala o el timón, durante el vuelo, poniendo en extremo peligro la vida de los pasajeros.
Sin embargo, no siempre una aeronave falla debido a una falta de mantenimiento. A aproximadamente 800 km/h, a 11 km de altitud, cualquier maniobra brusca puede fisurar el fuselaje debido a las enormes fuerzas gravitacionales involucradas. Y justamente eso sucedió en 2001, con un Airbus A300 de la American Airlines que despegó de Nueva York.
Debido a una fuerte turbulencia, el piloto intentó estabilizar la aeronave siguiendo el procedimiento estándar. Sin embargo, llevó a cabo movimientos muy bruscos, acciones que terminaron por romper la cola del avión en pleno vuelo, matando a 260 pasajeros. Debido a accidentes como este, la fuerza G pasó a ser una preocupación en la industria aeronáutica.
Los aviones modernos van equipados con sistemas que alertan cuando se está volando en un ángulo incorrecto, velocidad o trayectorias que ponen en riesgo la integridad del fuselaje. De hecho, debido al accidente antes mencionado, la Boeing retrasó el lanzamiento de su avión 787 para hacer cambios en el proyecto original. Las simulaciones indicaban que durante un vuelo con altas fuerzas G, las alas podrían romperse.
Falla en las turbinas.
Por increíble que resulte, las principales causas de falla en las turbinas no son mecánicas; se deben a un enemigo inesperado, las aves. Los pájaros representan un alto porcentaje de problemas de este tipo. Entre 1990 y 2007, se registraron más de 12 mil colisiones de aves contra aeronaves.
Las turbinas son diseñadas para soportar algunos tipos de pájaros, situación que se prueba en un laboratorio con un cañón que arroja pájaros muertos a 400 km/h contra las turbinas encendidas. Desde 1990, un total de 312 turbinas fueron completamente destruidas por los pájaros.
Es posible que un avión se mantenga en al aire estable únicamente con una turbina en funcionamiento. Pero el mayor riesgo está en el despegue, cuando la aeronave aún se encuentra a baja altitud y poca velocidad (el 90% de este tipo de colisiones suceden a menos de mil metros de altitud). Si ambas turbinas llegan a fallar, las consecuencias serían catastróficas. Ese fue el caso de un Airbus A320 de la US Airways, que perdió sus dos motores después de un despegue en Nueva York, en enero de 2009. Aun sin propulsión, el piloto consiguió volar durante seis minutos hasta la vertiente del río Hudson. Ese fue uno de los extraordinarios casos en que una colisión contra el agua tuvo éxito. Nadie murió.
Falla en el sistema de computadoras.
Las computadoras de abordo actualmente son vitales para la seguridad de un avión. Pilotar un avión actualmente ya no depende exclusivamente de las habilidades del piloto, que es entrenado para confiar en las máquinas. Sin embargo, hasta las computadoras fallan, y eso precisamente ocurrió con un Airbus A330 – en estos temas, uno de los aviones más sofisticados en la actualidad. En un lapso de 12 meses, siete A330 se enfrentaron a una situación crítica: algunas partes del sistema de computadoras de abordo fallaron o presentaron un funcionamiento equivocado.
En uno de esos casos, el desenlace fue muy trágico: un vuelo de Air France que iba de Sao Paulo a París terminó por caer en el Océano Atlántico, en este accidente perdieron la vida 232 personas. Otro accidente tuvo lugar en agosto de 2005 con un Boeing 777 de la Malaysia Airlines que había despegado de Australia y, tras unos 18 minutos de vuelo, tuvo que volver a toda prisa, pues el piloto automático comenzó a inclinar el avión de forma peligrosa. Se trataba de un problema en el software.
Errores humanos.
Las computadoras se equivocan, sin embargo, equivocarse es una condición muy humana. En el 60% de los casos, la culpa es del piloto. La peor tragedia de todos los tiempos tuvo lugar el 27 de marzo de 1977, en la isla de Tenerife, un archipiélago de España al oeste de la costa africana. Varios factores conspiraron para producir esta inolvidable tragedia.
Un atentado terrorista obligó a que el aeropuerto principal fuera cerrado y todo el tráfico aéreo fue desviado a un aeropuerto más pequeño, Los Rodeos. Entonces, no pasó mucho tiempo antes de que el complejo quedara sobrecargado y lleno de aeronaves estacionadas en el patio, comprometiendo también el espacio aéreo local. Entre la confusión estaba un Boeing 747 de Ámsterdam y otro, también un 747, de Los Angeles.
El avión estadounidense solicitó autorización para aterrizar. Quien estaba al mando era el piloto Victor Grubbs, de 57 años con 21 horas de vuelo. La torre de control respondió denegando la solicitud – necesitaban esperar la salida de otro 747, el holandés, pilotado por el capitán Jacob van Zanten. Zanten se puso impaciente, pues su tripulación estaba en servicio desde hacía nueve horas. La torre de control reposicionó las aeronaves.
La niebla era bastante espesa y, debido a un error de comunicación, el avión norteamericano fue a parar al lugar equivocado. Ignorando las instrucciones, el 747 holandés comenzó el procedimiento de despegue y se impactó de frente contra el otro avión, que maniobraba más adelante. Fue el peor accidente de la historia aeronáutica, murieron 583 personas.
Turbulencia.
Por más que los aviones modernos sean diseñados para soportar la turbulencia y eso no los derribe, este fenómeno puede causar muertes. Una encuesta realizada por la Administración Federal de Aviación (FAA), la agencia del gobierno estadounidense que estudia la seguridad en el aire, reveló que entre 1992 y 2001 hubo 115 accidentes fatales relacionados con la turbulencia, resultando en un total de 251 muertos.
En la mayoría de los casos se trataba de aviones pequeños, sin embargo también hubo muertes en aeronaves comerciales donde las víctimas eran pasajeros que tenían puesto el cinturón de seguridad. Estos fueron lanzados contra el techo a una velocidad de hasta 100 km/h, lo suficiente como para causarles una fractura en el cuello.
Es decir, en caso de turbulencia, el mayor peligro no es que la nave termine por caer, sino el golpe por estar sin el cinturón de seguridad. Los aviones tienen instrumentos que permiten detectar con antelación las zonas turbulentas, dando tiempo para evadirlas. Sin embargo, no siempre es posible: existe un tipo de turbulencia, la “de aire claro”, que no es detectada por los instrumentos en la aeronave. Afortunadamente, es muy rara y sólo causó el 2.8% de los accidentes fatales.
Falla hidráulica.
Los controles de un avión dependen del sistema hidráulico – una red de tuberías que conectan la cabina con las partes móviles del avión, como timones y tren de aterrizaje. Estos tubos están llenos de fluido hidráulico, una especie de aceite. Cuando el piloto ejecuta una acción (girar a la derecha, por ejemplo) un sistema de bombas comprime ese aceite, y el desplazamiento del fluido mueve las superficies de control.
El sistema hidráulico es tan importante que los aviones tienen nada más y nada menos que tres: uno principal y dos de reserva. Debido a eso, el error total es muy raro, pero no imposible de que suceda, es la peor pesadilla de los pilotos. El entrenamiento para situaciones de falla hidráulica es muy frecuente y exige bastante de los pilotos. Si los tres sistemas hidráulicos fallaran, la aeronave terminaría por perder totalmente el control. Y eso ya sucedió.
En julio de 1989, un McDonnell Douglas DC-10 despegó de Denver con dirección a Chicago. Todo iba bien hasta que la turbina superior, próxima a la cola del avión, explotó. Las esquirlas del motor penetraron en el fuselaje y cortaron las tuberías de todos los sistemas hidráulicos. El avión no tenía como subir, descender, girar ni frenar.
El entonces capitán Alfred Haynes, de 58 años con 37 mil horas de vuelo, realizó una de las mayores proezas en la historia de la aviación. Usando nada más que el control de la potencia de las turbinas, el único que se mantenía en funcionamiento en el avión, consiguió hacer un aterrizaje de emergencia. La aeronave terminó por explotar, pero 185 de los 296 pasajeros sobrevivieron al accidente.
Algunos datos.
Cuando un avión está en Tierra, la presión es la misma dentro y fuera de la cabina: cerca de 1 atmosfera, o atm. A una altitud de crucero, la presión fuera de la cabina es muy baja: 0.2 atm. Pero no es posible mantener la cabina a 1 atm, pues el avión explotaría. Por eso, la cabina es presurizada a tan sólo 0.6 atm, el equivalente a respirar en la Ciudad de México, que tiene 2.4 km de altitud.
Las aves de más de 1.2 kg, como el buitre negro americano son extremadamente peligrosas para las turbinas, en caso de impacto, lo mejor que se puede esperar es que la turbina no explote.
Las probabilidades de sobrevivir a un accidente aéreo pueden depender del lugar donde uno se siente. Un 69% de probabilidades de salir con vida en los últimos asientos frente a un 49% en los más próximos a la cabina de comando.
antes y despues de leer el articulo me da cosa volar, y mas las «bolsas de aire» que son cuando el aire es mas delgado y el avion tiende a descender haciendo que los de van sentados tengan una sensacion de flotar, eso, se siente horrible, bueno pero me niego a realizar viajes de 19 horas para llegar a mi lugar de trabajo
Gracias Hery! Que creepypastas ni que nada!!! Esto si da miedo del bueno!
Video de avión volando con reparación ¿patito? De cinta duc-tape!
consejo…siempre pongan atención a las azafatas y hagan lo que les dicen!!
y yo q qeria ira a Japon hahá
ya estuvo q mejor me voy en barco :/
No manches ..che hery voy a Villa en julio y tu poniendo estas madres, webos jajajajajajaja, interesante pero no m…… Jajajajajaja
Que buena forma de meternos miedo jajajaajajaj
Excelente Post !
Gracias Marciano Mayor; estoy por realizar un vuelo de dos horas, no es largo pero recordar esto en las alturas se hara eterno!! 😀
Mejor me voy en autobus, por ahi alguien decia :en un avion solo hay dos emociones «aburrimiento y miedo» y es cierto
de echo es cierto lo de los acientos, deberian estar volteados o sea de espaldas, asi aumenta la posibilidad de sobrevivor, y los unicos asientos asi es la de la azafata…y ya se comprobo en un accidente donde la sobreviviente fue la azafata,
Ok… iba a viajar a Colombia, pero mejor me quedo en mi casa jajaja
si de por si a uno le meten miedo con las películas de accidentes aéreos y ahora sabiendo esto!, mejor me quedo en mi lindo continente.
si a superman no le da miedo volar a mi por que habria de darme tambien?
Andas al 100 Hery, gracias a este post tan interesante, la pensare dos veces antes de subirme a un avión, me harás viajar siempre en los camiones piratas con todo y gallinas jajajaja!!!
interesante y escalofriante a la vez, que creepy pastas ni que nada.
jajajaj no pienso leerlo, después me va a dar miedo volver a subirme a uno xD
yo si lo leí y… creo que mejor me voy en el guajolotero