Adéntrate en un asombroso viaje hacia el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, hogar de un coloso cósmico conocido como Sagitario A. Durante eones, este agujero negro supermasivo se mantuvo en aparente quietud, como si estuviera sumido en un profundo sueño estelar. Sin embargo, un grupo de astrónomos del Observatorio Astronómico de Estrasburgo, liderado por el renombrado investigador Frédéric Marin, observaron fascinantes indicios que apuntan a un despertar.
El despertar de Sagitario A.
Los científicos detectaron indicios de un eco, un misterioso rastro dejado por un impactante evento cósmico que sucedió hace 200 años. Sagitario A, en un festín astronómico sin precedentes, empezó a engullir vorazmente estrellas y planetas antes de sumirse nuevamente en su letargo. Aunque las repercusiones de esta actividad devoradora no alcanzaron a la Tierra debido a las vastas distancias del espacio, el equipo de Marin logró capturar un sorprendente indicio de aquel explosivo suceso.
En colaboración con el satélite IXPE de la NASA, los investigadores registraron y analizaron la polarización de la luz en rayos X. Proporcionando valiosa evidencia de la explosión ocurrida en el agujero negro hace dos siglos. Este hito científico no solo abrió una ventana hacia el pasado cósmico, también reveló la inmensidad del evento cataclísmico. Algo que supera en magnitud a cualquier manifestación observable de Sagitario A en la actualidad.
Las nubes cósmicas que guardaron el secreto.
No obstante, las maravillas no se detienen ahí. Pues los astrónomos también encontraron nuevas pistas ocultas en las nubes cósmicas que envuelven a Sagitario A. Estas masas de gas y polvo funcionan como testigos silenciosos, reflejando rayos X provenientes del antiguo estallido cósmico. Durante dos siglos, esas nubes galácticas custodiaron celosamente un el secreto, ofreciendo una oportunidad única para entender la actividad pasada del agujero negro.
Este conjunto de descubrimientos colona una vez más en el centro de atención a Sagitario A. Ese titán cósmico que parece despertar su letargo ancestral. Los científicos, ávidos de respuestas, se encuentran inmersos en la tarea de descifrar los enigmas que rodean los ciclos de actividad e inactividad de los agujeros negros. Y esta emocionante era de descubrimientos astronómicos abre nuevas perspectivas y desafíos Brindándonos la oportunidad de ampliar nuestro conocimiento del universo y sumergirnos en la intrincada danza de la creación y la destrucción cósmica.
Es algo así como una versión cósmica de Morning Mood de Edward Grieg