Microplásticos están haciendo más resistentes a las bacterias

Además del calentamiento global, la contaminación derivada de nuestro uso indiscriminado del plástico es un grave problema de nuestros tiempos. Las estimaciones apuntan a que, cada año, generamos alrededor de 400 millones de toneladas de plástico. Peor aún: hemos acumulado más de 9 mil millones de toneladas de este material en todo el planeta. Trágicamente, aproximadamente el 80% de este plástico no se desecha adecuadamente y termina contaminando vertederos y océanos.

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El gran desafío con el plástico es que tarda cientos de años en descomponerse por completo, y sus residuos pueden afectarnos directamente. Los llamados microplásticos son partículas con menos de 5 milímetros que pueden llegar a nuestro cuerpo a través del agua y los alimentos. Sin saberlo, constantemente ingerimos pequeñas cantidades de estas sustancias. Tan constantemente, que la ingesta promedio de microplásticos equivale a comer una pequeña pieza de Lego al mes.

La situación en los océanos también es alarmante, pues en estos cuerpos de agua se vierten más de 12 millones de toneladas de desechos plásticos anualmente. En entornos marinos, el plástico puede convertirse en hábitat y medio de transporte para los microorganismos. De hecho, las investigaciones indican que existe una interacción entre bacterias y los microplásticos. Un fenómeno que deriva en la liberación de productos químicos que pueden fortalecer a estos microrganismos.

Microplásticos y bacterias resistentes.

En experimentos de laboratorio, los investigadores encontraron que las bacterias en contacto con PVC (cloruro de polivinilo) presentaban más genes relacionados con la resistencia a los antibióticos. Además, su capacidad de diseminación es superior a la observada en las bacterias del grupo de control. En un efecto paradójico también observaron que, aunque algunos medicamentos se volvían menos eficaces contra las bacterias, otros antibióticos actuaban con mayor eficacia.

Lo mismo ocurrió con la capacidad de suprimir la respuesta inmune del huésped: aumentó, pero otras actividades nocivas de las bacterias disminuyeron. Aunque muchos de estos genes de resistencia a los antibióticos se encontraron en bacterias que no son perjudiciales para los humanos, es motivo de preocupación. Pues existe la posibilidad de que los microbios compartan estos genes fortalecidos con especies patógenas.

Esta investigación es crucial para comprender los efectos del plástico en las comunidades microbianas. Sin embargo, se necesitan más estudios para comprender completamente cómo el plástico afecta a los microorganismos. Según la hipótesis de los investigadores, al igual que en otras situaciones biológicas, la exposición al plástico puede seleccionar microbios más resistentes a esta contaminación.

El aumento de la resistencia a los antibióticos sería una consecuencia no deseada, que surge junto con la capacidad de estos microbios para adaptarse y sobrevivir en un entorno atestado de plástico.

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