La historia de la casa que resistió el avance inmobiliario hasta el final

Si llevas algunos años navegando por Internet, seguramente has visto la imagen de una casa en medio de la autopista. Todo entendemos que se requieren cambios para que una ciudad se expanda. Tales como el establecimiento de barrios residenciales en áreas rurales, la construcción de avenidas y puentes, entre otras cosas.

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En el lejano 2012, una humilde residencia china que ofrecía una vista extremadamente inusual se convirtió en un símbolo de desafío contra estos cambios. El propietario simplemente se negó a abandonar la casa, por lo que terminó en el medio de una concurrida carretera. Esta casa estaba habitada por un granjero de 67 años llamado Luo Baogen.

Junto a su esposa se negaron a firmar un contrato que autorizaba la demolición de la propiedad para dar paso a la autopista. Entonces, las autoridades optaron por continuar la construcción de la carretera rodeando la casa. Posteriormente, la estructura de cinco pisos se convirtió en bandera de la oposición a las demoliciones forzadas de propiedades, uno de los temas sociales más debatidos en China.

Al principio, la idea de la pareja era quedarse y vivir en “paz”. Sin embargo, con el paso del tiempo y la creciente atención de personas curiosas de todo el mundo, los ancianos finalmente optaron por retirarse del lugar. Lo que supuestamente sería una situación tranquila tuvo un efecto contrario al esperado.

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Según Chen Xuecai, el jefe de la aldea de Xiayangzhang en la ciudad de Wenling, provincia costera de Zhejiang, Luo accedió voluntariamente a dejar la propiedad a cambio de una compensación de 260,000 yuanes (aproximadamente US$ 36,500 al tipo de cambio actual). “A diario, Luo Baogen recibía docenas de solicitudes de los medios de comunicación en aquella casa en medio de la carretera. Entonces, tomó la decisión de demoler la propiedad”, agregó Chen.

La demolición de la propiedad.

Según The Guardian, Luo rechazó la propuesta inicial de compensación, pero cambió de opinión tras reunirse con las autoridades locales. En una entrevista que concedió a News Network, Luo dijo: “Está bien, estoy dispuesto a irme”.

El terreno sobre el que se levantaba la propiedad quedó completamente limpio en menos de dos días. Un aspecto interesante de este tema es el término “Dingzihu”, empleado para referir a los residentes que se niegan a mudarse en caso de una demolición. La expresión significa “casa de clavos”, una referencia a cómo destacan y se niegan a ser removidos.

Durante la acelerada urbanización china, estas “casas de clavos” se han vuelto cada vez más comunes. La ley de aquel país estipula que toda la tierra es propiedad del gobierno. Pero, como compensación los propietarios de viviendas destinadas a la demolición suelen recibir un porcentaje del valor total de las propiedades.