En diversos pueblos de Laos los habitantes decoran sus casas con restos de bombas no detonadas de la Guerra de Vietnam. Entre 1959 y 1975, este conflicto entre Vietnam del Norte y Vietnam del Sur dejó una inmensa devastación en esta región de Asia. Algunas estimaciones apuntan a que murieron entre 1.5 y 3 millones de personas. La guerra, provocada por diferencias ideológicas entre los bandos, empeoró todavía más con la intervención de los Estados Unidos.
La ofensiva estadounidense arrancó con un intenso bombardeo el 7 de febrero de 1965. El objetivo era obligar a los comunistas de Vietnam del Norte a una rendición total. Por eso lanzaron 7 millones de toneladas en bombas. Entre 1965 y 1973, lapso de participación de los estadounidenses, se lanzaron 270 millones de bombas.
Sarah Goring, de la organización Mines Advisory Group (MAG), hace una escalofriante analogía. «En promedio, eso equivale a una misión de bombardeo cada 8 minutos, las 24 horas del día, durante nueve años». Tal aberración tuvo que dejar muchísima evidencia. A casi 50 años del fin de la guerra, un 30% de las bombas lanzadas siguen sin detonar en la región.
Se estima que en el territorio de Laos existen unos 80 millones de bombas no detonadas. Está demás decir que se trata del país más bombardeado en la historia.
Bombas no detonadas de la Guerra de Vietnam.
Pese al enorme peligro que representan estos explosivos, los lugareños emplean las bombas para construir sus casas. Según los registros, desde 1964 al menos 50 mil personas murieron por explosivos detonados tardíamente. En muchos pueblos de Laos, los vestigios de las bombas estadounidenses y otras reliquias de las épocas de guerra se convirtieron en objetos decorativos.
Por ejemplo, los tanques de combustible para las aeronaves se aprovecharon para reutilizarse como canoas. Según el tamaño, los restos de las bombas se emplean para diversos fines. Con las más pequeñas se construyen camas, aunque los aldeanos también llegan a venderlas como chatarra o convertirlas en macetas.
«Estabas por todos lados, por eso decidimos sacar el mayor provecho a lo que tenemos», mencionó durante una entrevista La lok, un habitante de Ban Napia. La manipulación de las bombas no detonadas supone un riesgo enorme, pues los pobladores desconocen si todavía están activas. Algunos se arman de valor y las mueven de lugar con sus propias manos.
«Jamás alentaríamos esta actividad, pero lo entendemos», señaló Goring. «¿Qué harías tú? La encuentras en medio de tu arrozal y puedes detonarla el próximo año porque olvidas exactamente dónde está. Desde su perspectiva, lo más seguro es moverla a un sitio donde no van a cultivar».