Vlad el Empalador lloraba lágrimas de sangre, sugiere estudio

Según los registros históricos, a mediados del siglo XV el príncipe rumano Vlad III adoptó el sadismo como estilo de vida y gobierno. Y a menudo lo vinculan con la leyenda del vampiro Drácula. Sin embargo, este brutal y sádico líder podría haber padecido hemolacria. Una condición médica excepcional que lo hacía derramar lágrimas de sangre. Los recientes hallazgos, publicados en la revista Analytical Chemistry el pasado 8 de agosto, revelan este misterio médico que rodea a uno de los personajes más enigmáticos de la historia.

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¿Quién era Vlad el Empalador?

Vlad III, mejor conocido por su apodo de Vlad el Empalador, frecuentemente es referido como inspiración para la creación del icónico personaje del Conde Drácula, en la novela de 1897 escrita por Bram Stoker. Aunque la naturaleza exacta de esa inspiración es objeto de debate, los expertos no pueden negar la conexión histórica entre el príncipe y la obra literaria. El dominio de Vlad Tepes se centró en Valaquia, una región muy peculiar de Rumania.

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Su gobierno tiránico y brutal quedó marcado por actos de violencia inimaginables. Especialmente por esa preferencia de empalar a sus enemigos, incluidos otomanos y cualquier sospechoso de conspiración. Según estimaciones citadas en la investigación, más de ochenta mil personas murieron en manos de Vlad III de Valaquia. La mayoría de estos pobres desgraciados a través de la impactante práctica del empalamiento.

La historia de Vlad el Empalador revivió varios siglos después gracias a la literatura de Bram Stoker. Los autores del estudio en cuestión exploraron este vínculo histórico, rastreando la etimología del nombre “Drácula” en un antiguo libro de historia. Allí, descubrieron que también conllevaba la connotación de “diablo” en Valaquia. Y creen que así nació el nombre del sanguinario personaje ficticio.

Vlad III y las lágrimas de sangre.

Pero, el análisis científico tomó un giro inesperado al centrarse en las cartas que Vlad III escribió de puño y letra durante su reinado en Valaquia. Un periodo que abarca desde 1448 hasta su muerte en 1476. Empleando una técnica refinada denominada espectrometría de masas, los científicos aplicaron una capa de etilvinilacetato a las letras de las cartas. Logrando extraer proteínas y péptidos remanentes que podrían haber sido depositados por el príncipe siglos atrás.

Vlad III y las lagrimas de sangre
(a) Primera carta, fechada el 4 de agosto de 1475, muestra las posiciones de las tiras de etilvinilacetato aplicadas en su superficie para capturar material biológico; (b) mapeo de la fluorescencia de fenilalanina, tirosina y triptófano bajo iluminación ultravioleta intermitente.

Este meticuloso proceso reveló alrededor de 500 péptidos, de los cuales aproximadamente un centenar eran de origen humano. Estos incluían algunos asociados con ciliopatías, un grupo de trastornos genéticos que afectan las estructuras celulares similares a vellosidades llamadas cilios. Además, las pruebas indicaban posibles rastros de una infección del tracto respiratorio que habría afectado a Vlad en su época.

Hemolacria.

Sin embargo, la revelación más sorprendente surgió de una carta datada en 1475. El documento contenía tres péptidos de la retina y del llanto, sugiriendo hemolacria, una rara condición en la que las lágrimas contienen sangre. Aunque las razones detrás de esta extraña enfermedad todavía se desconocen, podría relacionarse con una lesión ocular o incluso una conjuntivitis bacteriana. Aunque es difícil afirmar con certeza que Vlad III era la fuente de los rastros presentes en las cartas, los investigadores encuentran plausible que las proteínas estén directamente relacionadas con el propio príncipe.

La peculiaridad médica de Vlad, combinada con su siniestra reputación, crea una imagen intrigante y multifacética de este personaje histórico. A pesar de su sombría fama, los rumanos consideran a Vlad III un defensor de su pueblo contra las invasiones extranjeras. Un aspecto menos conocido pero importante de su legado.