Thomas Parr: el extraño caso del hombre más longevo en la historia

Thomas Parr es uno de esos individuos extraños que protagonizan episodios intrigantes a través de la historia. Personas que desdibujan los límites de la realidad, el folclor y la leyenda. Con acciones que les aseguran un sitio en el reino las rarezas históricas, donde es casi imposible distinguir la realidad de la ficción. Esta es la historia de Thomas Parr, un inglés cuya vida resultó extraordinaria y tal vez sea la persona que vivió por más tiempo.

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Los orígenes de Thomas Parr.

Todo empieza en la pequeña aldea rural de Winnington, en Shropshire, Inglaterra. Durante el siglo XVII, en la parroquia de Alberbury vivió un hombre al que los lugareños apodaban “El viejo Tom”. Su nombre de pila era Thomas Parr, un anciano promedio y poco notable, aunque bastante ágil para su edad.

En la comunidad se rumoraba que subsistía alimentándose de pan duro, queso prácticamente rancio y toda una variedad de leches. También decían que consumía pequeñas cantidades del suero agrio de la leche. Rara vez hablaba con los aldeanos, pero en una ocasión se le soltó la boca y confesó ante una multitud que era mucho más viejo de lo que cualquiera podía suponer.

El hombre de 152 años.

Se desconocen los motivos que orillaron a Thomas Parr a revelar su historia de vida, pero el viejo aseguraba que tenía 152 años de edad. Evidentemente, tal aseveración llamó la atención de todo mundo. Y es que, en aquella época, así como en nuestros días, vivir más de siglo y medio es inconcebible. Pero, el viejo Tom hablaba muy en serio cuando reveló su historia.

Mencionó haber nacido en el año de 1483 en un pueblo próximo a Wollaston, durante la última etapa de la guerra de las Dos Rosas y en el segundo reinado de Eduardo IV. Además, aseguró que sirvió en el Ejército Británico durante el 1500. Hasta que cumplió 80 años se casó por primera vez, un matrimonio del que resultaron dos hijos que, lamentablemente, murieron en la infancia.

pintura de Thomas Parr por Rubens
Grabado de Thomas Parr basado en la obra original de Peter Paul Rubens.

Cuando tenía 105 años y mientras aún vivía con su primera esposa, tuvo una aventura de la que nació un hijo ilegitimo. Falta que pagó con penitencia pública, una antigua forma de expiación en la que se exigía a los penitentes dar una satisfacción pública por sus pecados como condición para la absolución y la reconciliación con la Iglesia.

Su primera esposa murió cuando él tenía 110 años, y hasta que cumplió los 122 se volvió a casar. Su segundo matrimonio fue con una viuda llamada Jane Lloyd. Thomas Parr aseguraba que a esas alturas de la vida aún era un hombre joven y saludable. Y que después de su segundo matrimonio es cuando decide establecerse y pasar el resto de su vida en Winnington.

Thomas Howard y el viaje de “Old Parr” a Londres.

En el siglo XVII, la esperanza de vida para los británicos rondaba los 45 años. Por eso, la historia de un hombre tan longevo se extendió como reguero de pólvora. Thomas Parr se convirtió en una celebridad local a la que todos referían como “Old Parr” (Viejo Parr). De boca en boca, los relatos sobre el hombre de 152 años que vivía en Winnington llegaron hasta Londres.

Thomas Howard, vigésimo primer conde de Arundel, quedó tan fascinado con la historia que viajó a Shropshire para conocer a Parr en persona. El anciano lo convenció de que decía la verdad y que estaba frente a una anomalía médica. Howard refería al viejo Parr como “una cosa curiosa de la naturaleza”, y estaba tan emocionado que preparó todo para llevarlo a Londres. Le prometió que conocería en persona al rey Carlos I.

Al viaje se integró la nuera Parr, quien corroboró la historia, y un sujeto llamado “Jack the Fool”. Este último era un bufón de la corte al que le encomendaron mantener a Thomas Parr entretenido durante el largo viaje a Londres. En el trayecto no faltaron los curiosos que lo abordaron ansiosos por ver al hombre de 152 años.

Una celebridad.

Y conforme se aproximaban a Londres, esas multitudes no hacían más que aumentar. Para ese momento, en la capital inglesa no se hablaba de otra cosa que no fuera Thomas Parr. Lo convirtieron en toda una sensación y lo trataron como miembro de la realeza. Esto último es tan cierto que Peter Paul Rubens y Anthony Van Dyck lo inmortalizaron en una pintura.

Thomas Parr pintura de Anthony Van Dyck
Pintura de Thomas Parr por Anthony van Dyck.

Thomas Howard le cumplió la promesa original y lo presentó ante Carlos I. El monarca le preguntó cuál era la hazaña más importante de su longeva existencia. El anciano respondió que la oportunidad que tuvo de arrepentirse de sus pecados. En la época se especuló mucho sobre la forma en que había vivido por tantos años.

Algunos decían que los 152 años de Thomas Parr se debían a su peculiar dieta. Mientras tanto, otros suponían que tenía que ver con el aire fresco y ambiente pacifico de la zona rural donde vivía.

La acelerada muerte de Thomas Parr en Londres.

Pese a la popularidad y cariño del que gozaba Parr en Londres, la ciudad neblinosa parecía afectarlo negativamente. La energía de aquel hombre vigoroso empezó a desvanecerse hasta enfermarlo. Parecía que la vejez le caía de golpe pues empezó con problemas respiratorios, perdió la vista y a duras penas lograba caminar. Empezaba a verse tan viejo y frágil como se esperaría en un hombre de su edad. Semanas después, el viejo Thomas Parr estaba muerto.

El Dr. William Harvey, médico particular de Carlos I y pionero en el sistema circulatorio, estuvo a cargo de la autopsia de Parr. Entre sus hallazgos destaca el hecho de que los órganos del anciano estaban en perfecto estado. Harvey concluyó que Thomas Parr no murió por su avanzada edad, sino a causa de una neumonía provocada por la contaminación de Londres.

lapida

A la desgracia también aportó el estrés generado por su nuevo estilo de vida y la comida que empezó a ingerir. Aunque William Harvey sospechaba que el anciano no tenía realmente 152 años de edad, se abstuvo de entrar en ese debate. Los hallazgos de la autopsia se resumen en un documento titulado “Análisis anatómico al cuerpo de Thomas Parr, de 152 años”.

El 25 de noviembre de 1635, Thomas Parr era sepultado en la Abadía de Westminster en un funeral que el propio Carlos I solventó. Pese a lo fantasiosa que parecía su historia, las personas simplemente la aceptaron como verdad. En ese momento no había escepticismo alguno y en su lápida registraron obedientemente sus 152 años de edad. Adicionalmente, listaron a los diez monarcas que reinaron durante la existencia de este personaje.

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