Residentes del suburbio de Fishers, Indianápolis, en los Estados Unidos se quejaron con la policía de que un hombre disfrazado de payaso andaba acechando por el lugar para asustar a personas desprevenidas. En Twitter, incluso se pueden encontrar varios comentarios de internautas advirtiendo sobre el inesperado suceso.
Terror
El Síndrome de la Marioneta Feliz
Será simple, pensamos. Tomamos algunos cromosomas, los rebanamos, los ponemos allí, y listo, un ser humano perfecto. Todavía no estoy seguro de qué pudo haber salido mal. ¿Quizá un error en los cálculos?, ¿una falla en el procedimiento? O quizá algo mucho más allá de nuestro control.
Nosotros (algunos de mis compañeros psicólogos y yo) estábamos profundamente intrigados por las emociones humanas. Ira, desesperación, placer. ¿Sería posible privar a la mente humana de una emoción específica? ¿Sería posible programar un estado de euforia constante a manera de que jamás se pudiera sentir ira o tristeza que nublara el pensamiento? Teóricamente, sí.
Broma con la muñeca poseída Annabelle
El caso de “Annabelle, la muñeca” de 1970 causo gran polémica alrededor del mundo: una muñeca “diabólica” que, según varios reportajes, contenía el espíritu de una niña llamada Annabelle Higgins. Angie, quien fue su dueña originalmente, encontraba a la muñeca en diversos sitios cada vez que llegaba a casa, además siempre notaba mensajes dejados por la muñeca como “te extrañé” o “¡ayúdame!”. Se trató de uno de los casos paranormales más famosos y, de hecho, la historia sirvió como inspiración para varias películas cuya trama principal es un muñeco diabólico.
Reservación – Creepypasta
Existe un restaurante, y no se trata propiamente de un lugar, un establecimiento sí, sino de un concepto. Nunca es tan grande como para provocar agonía ni tan pequeño como para que dé claustrofobia. Las mesas y el escenario están dotados de una decoración extremadamente refinada, y por mucho que sea de tu preferencia asistir a los bares, te va a gustar el ambiente.
Desgraciadamente no tienen una dirección fija, pero algunos dicen que se encuentra en la melancolía, en los recuerdos más frágiles, e incluso en aquel rincón destrozado de tu mente. No hacen entregas a domicilio y tampoco reservaciones, pero siempre que lo encuentres, tendrás el mejor lugar del restaurante especialmente para ti. No se entra acompañado, el ingreso es exclusivamente a solas. Es un requisito para mantener el buen trato y la alta calidad. El servicio es sin igual y la comida, bueno, la comida…
El árbol de los ahorcados
Cuando la empresa estadounidense Eletronics Company Empire decidió construir su filial mexicana en nuestra ciudad, eran tan sólo un joven de apenas veinticinco años, me había titulado en informática en la universidad local y ansiaba encontrar un empleo seguro que influenciara a mi novia a dar el sí a mi pedido de matrimonio.
Samari se rehusaba a hablar de matrimonio simplemente porque no tenía una estabilidad financiera, ella trabajaba como editora freelance y su padre era un hombre muy amargado, abandonado por la esposa y que veía su vida desvanecerse mientras despachaba arena en un depósito de materiales para la construcción; yo era un campesino huérfano que me sustentaba con los pocos ingresos de la cría de mis cabras, gallinas y algunas vacas lecheras en un sitio que recibí como herencia de mis padres. Un lugar que los locales consideraban un sitio maldito. A cien metros de la única casa en la propiedad, una construcción de madera dos pisos, vieja, grande y oscura, había un árbol centenario, frondoso y con una terrible fama de atraer a la gente desesperada.
Episodios perdidos – Creepypasta
No quiero ser la némesis de nadie aquí. Por eso, si crees en esas leyendas de los “Episodios Perdidos” embrujados y disfrutas de vivir este “mundo”, tal vez esta publicación no sea para ti. No me mal interpreten – odio cuando las personas se quejan de la falta de realismo en el “mundo del entretenimiento”, y creo que todos los niños deberían creer en Santa Claus o en la Hada de los Dientes el mayor tiempo posible, pero… esto es diferente.
En los años 80 conocí a este tipo, Sid, que acostumbraba a recortar las viejas cintas VHS. Era algo más que un pasatiempo para él, era prácticamente su vida. Sus padres eran más ricos que los míos, por eso, cuando éramos adolescentes y yo trabajaba esclavizado en un “Skats”, un restaurante de comida rápida, él no hacía más que quedarse en casa, recortando cintas. Todo el día y toda la noche.