Nuestro cerebro procesa olores como una pintura (o una sinfonía)

¿Qué sucede cuando percibimos el olor de un perfume? ¿Cómo es que nuestro cerebro procesa la esencia de la exquisita fragancia a tierra mojada? Podemos imaginar a los procesos cerebrales que intervienen en el olfato como una pintura. Una instantánea de la actividad celular, captada en un momento específico del tiempo. O también como una sinfonía, donde un conjunto evolutivo de diversas células se coordina para percibir el aroma.

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El estudio que llegó a esta curiosa conclusión se publicó el pasado mes de marzo en la revista Cell Reports. Allí, los científicos explican que nuestro cerebro procesa el olor de ambas formas. “El descubrimiento revela un principio fundamental del sistema nervioso, la flexibilidad en la clase de cálculos que elabora el cerebro para representar aspectos del mundo sensorial”, dice Krishnan Padmanabhan, autor principal del estudio y profesor de neurociencia.

El proceso de los olores en el cerebro.

“Nuestro trabajo proporciona a los investigadores nuevas herramientas para cuantificar e interpretar los patrones de actividad cerebral”, explica el investigador. Y es que el equipo diseñó un modelo que simula el funcionamiento del sistema olfativo precoz, el sistema que asiste a nuestro cerebro en el procesamiento del olfato.

Empleando simulaciones por computadora, detectaron un conjunto muy especifico de conexiones denominadas fibras centrifugas. Dichas estructuras transportan impulsos de otras partes del sistema nervioso central hacia las primeras regiones sensoriales del cerebro, y juegan un papel importante.

El funcionamiento de las fibras centrifugas asimila al de un switch, alternando entre diversas estrategias para elaborar una representación eficiente de los olores. Cuando estas estructuras activaban cierto estado, en la corteza piriforme (la región donde se forma la percepción de un aroma) las células se basaron en un patrón de actividad dentro de determinado instante de tiempo.

Sin embargo, cuando las fibras centrifugas cambiaron de estado, la velocidad y precisión con que esas células detectaron y clasificaron el olor mejoró notablemente, confiando en los patrones de actividad cerebral aprendidos con el tiempo.

Así, los investigadores sugieren que el cerebro representa de múltiples formas un olor. En una de esas formas el cerebro emplea un instante de tiempo, como una fotografía o pintura de determinado momento, para captar las características esenciales del aroma.

En la otra, el cerebro administra un registro de los patrones en evolución. Mismo que consulta con las células que se encienden y apagan, como si se tratara de una sinfonía.