Mi esposa entró a la iglesia y encontró a Dios

Desde que participó en la iglesia hace una semana, mi esposa empezó a comportarse de manera extraña. Me comentó que daría una plática para “incentivar a las mujeres a revivir el tradicional espíritu del hogar cristiano”. A mí me parecían un montón de tonterías religiosas, aunque me mantuve al margen respetando su nueva creencia. No quería involucrarme en esa farsa, pero la apoyaría en la medida de lo posible.

mujer rezando
Mujer en oración, pintura de Vasilij Ivanovic Surikov (1879).

Fruncí el ceño cuando trajeron un cultivador agrícola de varios miles de pesos hace unos días. Su excusa fue que quería cultivar flores hermosas y vegetales para estar en contacto con la “creación de Dios”. Al final me convenció de que era un buen pasatiempo y lo dejé pasar. Pero, le advertí que debía hacer horas extras para cubrir la deuda del aparato.

Se obsesionó tanto con la parcela que la regaba mañana, tarde y noche. Una y otra vez la veías cargando sacos de cal y composta. Cuando la vi mezclando estos materiales, le comenté que tal vez era demasiada cal. Respondió que debía eliminar algunas “impurezas” de la tierra y la cal se encargaría de eso. Me encogí de hombros, de todas formas, ni siquiera sabía mucho sobre jardinería. La dejé seguir con sus cosas.

“¿Quieres que te prepare un trago?”, preguntó mientras se limpiaba el sudor de la frente.

“Ah… claro amor, me encantaría”. Respondí.

La escuché entonar sus cantos cristianos en la cocina mientras vertía el whisky sobre el hielo y agitaba el contenido. Me trajo un Old Fashioned y me regaló un beso en la frente.

“¿No te tomas uno?”, pregunté mientras le daba el primer sorbo.

“No puedo, no me está permitido”. Simplemente se sentó frente a mí, observándome mientras acababa la bebida. Dejó que divagara sobre los problemas en el trabajo y las renovaciones que me gustaría hacer en la casa.

Empecé a sentirme mareado mientras masticaba la cereza. Todo comenzó a dar vueltas y mi visión se hizo borrosa.

“Karla… qué… ¿qué le pusiste a la bebida?”. Intenté levantarme de la silla, pero caí de bruces. Mi esposa ni siquiera se dignó a responder, solo se paró frente a mí y entonó esos malditos cánticos. Que en medio de aquel sopor sonaban mucho más siniestros.

Me arrastré casi un metro hasta que perdí el conocimiento.

mujer vampiro

Una cosa pesada y húmeda me golpeó el rostro, abrí los ojos e intenté moverme. Era imposible. Cada una de mis extremidades se sentían increíblemente pesadas. Al girar la cabeza a un costado, me horroricé al darme cuenta que estaba sepultado hasta el cuello en el medio del jardín.

“Karla… Karla, ¿qué estás haciendo”, murmuré mientras intentaba salir de mi letargo.

“Regresa a la tierra para expiar tus pecados. Viniste del polvo y al polvo volverás”, cantaba mi esposa.

“Karla, por favor. Yo te amo”, le rogué mientras mi voz se ahogaba en llanto.

“Ahora soy una nueva criatura, renacida a imagen de Cristo. No puedo compartir el yugo matrimonial con alguien que no cree. La iglesia me asignó un nuevo esposo”, respondió con total frialdad.

Continué suplicando, pero todo era en vano. La escuché entonar los cánticos cristianos mientras la tierra entraba por mi nariz y boca silenciando los gritos.

papamishka89

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