La posibilidad de una guerra nuclear en la Tierra se mantiene latente desde hace décadas. La historia nos muestra que, sin importar los cientos de millones de vidas perdidas, la humanidad siente una macabra fascinación por la guerra. En ese sentido, quizá el mayor temor de todos los que estamos vivos es una guerra atómica. Un conflicto con escasos precedentes donde el protagonista es el armamento nuclear.
La única referencia que tenemos sobre las consecuencias de un conflicto nuclear proviene de la Segunda Guerra Mundial. De aquella ocasión en que Estados Unidos atacó con bombas atómicas a Hiroshima y Nagasaki. Resulta desesperanzador imaginar que al menos dos países se involucren en un conflicto con armamento de esta clase.
Efectos de una guerra nuclear.
Sobre todo, porque una eventual guerra nuclear no solo afectaría a los humanos. El planeta entero sufriría las consecuencias. Por ejemplo, el humo generado por una guerra nuclear tendría consecuencias sombrías en la atmósfera de la Tierra. En un nuevo estudio científico elaboraron una estimación del impacto empleando los modelos más recientes y detallados para la tarea. Además, consideraron las complejas reacciones químicas que se producirían en la atmósfera terrestre.
A diferencia de lo que sugerían estudios previos, este nuevo modelo sugiere que los daños al medio ambiente serían mucho más graves y duraderos. Y es que no solo agregaron el efecto inicial del calentamiento generado por las explosiones nucleares, también consideraron la pérdida de la capa de ozono.
“Aunque se sospechaba que la capa de ozono sería destruida tras una guerra nuclear, provocando mayor incidencia de luz ultravioleta sobre la superficie terrestre. Y que la presencia de humo terminaría bloqueando esa luz ultravioleta. Por primera vez calculamos como sucedería y cuantificamos la forma en que dependería de la cantidad de humo”, señala Alan Robock, experto climático por la Rutgers University.
Los rayos UV.
El equipo analizó el impacto que tendría una guerra nuclear tanto a nivel regional como global. Para el primer escenario ponderaron la liberación de humor proveniente de una explosión de 5 megatones. Esto resultó en una pérdida del 25% en la capa de ozono durante un período de 12 años. Mientras tanto, para una guerra nuclear mundial se estimó una pérdida en la capa de ozono del 75% durante 15 años. Siempre y cuando el humo provenga de una explosión no mayor a 150 megatones. La bomba del Zar tenía un poder de 50 megatones.
El modelo sugiere que los rayos ultravioleta más potentes incidirán sobre la superficie terrestre durante varios años, pese al bloqueo del humo. Estas ráfagas alcanzarían la superficie del planeta a consecuencia de los daños en la capa de ozono. Un interesante fenómeno que influye de diversas formas en nuestra vida: desde la supervivencia de los ecosistemas, pasando por los procesos agrícolas y hasta el cáncer de piel. Para cualquier ser vivo en una Tierra postapocalíptica, la incidencia de estos rayos ultravioleta tendrá consecuencias profundas.
Una Tierra diferente.
“Las condiciones cambiarían drásticamente. Las adaptaciones que podrían resultar efectivas al principio no servirían de nada a medida que la radiación ultravioleta aumente y las temperaturas suban. Conforme el humo empiece a disiparse, tendríamos esta incidencia de rayos ultravioleta influyendo directamente sobre la salud humana y la agricultura”, señala Charles Bardeen, científico atmosférico del National Center for Atmospheric Research.
“Además de todas las muertes que sucederían casi inmediatamente, los efectos climáticos y de los rayos UV se generalizarían. Y no solo serían particulares de aquellos lugares donde sucedió la guerra, nos afectarían a todos”, sentencia Bardeen.
ya me dio miedo, yo me voy
Del planeta?