Escudo de polvo estelar mitigaría efecto del cambio climático

Un escudo de polvo estelar desplegado en un punto lagrangiano entre la Tierra y el Sol, mitigaría los efectos del calentamiento global en nuestro planeta. Así lo sugiere un estudio publicado la semana pasada en la revista PLOS Climate. Las simulaciones arrojaron que, para una misión exitosa, tenemos dos opciones: lanzarla desde la Tierra rumbo a una estación intermediaria o directamente desde la Luna.

Escudo de polvo estelar mitigaria efecto del cambio climatico 2

Aunque el plan parece radical y hasta exagerado, es una de las muchas propuestas que los científicos hacen para revertir la tendencia de crecimiento anual en la temperatura del planeta. Un fenómeno que, indudablemente, es impulsado por la emisión de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Entre las opciones más consideradas, dada nuestra dependencia hacia los combustibles fósiles, está la de desarrollar un medio que nos permita filtrar cierto porcentaje de la luz solar que incide sobre la Tierra.

Sin embargo, una reflexión sobre la formación de planetas en sistemas estelares distantes sirvió como inspiración para dar con esta propuesta de emplear polvo espacial como escudo solar. En el natural desarrollo estelar, el polvo tiende a formar anillos que rodean a las estrellas. Pues esos anillos tienen la capacidad de interceptar la luz emitida por las mismas.

“Si tomamos una pequeña cantidad de material, lo trasladamos hasta un punto especial entre la Tierra y el Sol y los pulverizamos, bloquearíamos una gran cantidad de luz solar empleando una diminuta porción de masa”, señala Ben Bromley, autor principal del estudio. Evidentemente, este “escudo de polvo estelar” solo sería efectivo si su órbita le permite proyectar permanentemente sombra sobre la Tierra.

El equipo solucionó este inconveniente empleando las leyes de la gravedad, de forma que rastrearon la mejor posición para lanzar el polvo. Finalmente, dieron con un par de escenarios.

Escudo de polvo estelar lanzado desde la Tierra.

En una de las simulaciones que resultó exitosa, los investigadores posicionaron una plataforma de la estación espacial en el punto de Lagrange L1. Es decir, la región donde se ubica el punto más cercano entre la Tierra y el Sol. En este lugar, los objetos tienden a mantenerse entre ambos cuerpos celestes debido al equilibrio presente entre las fuerzas gravitacionales.

En el experimento, los investigadores dispararon partículas de la plataforma en la Tierra hacia la órbita L1 y analizaron su diseminación. A grandes rasgos, encontraron que cuando ese polvo se lanza con precisión, puede crear sombra sobre el planeta.

Desafortunadamente, el éxito resultaba temporal pues el polvo estelar se dispersaba fácilmente a causa de los vientos solares, efectos de la radiación y gravedad del Sistema Solar. La conclusión es que, si desplegamos una plataforma de la estación espacial en el punto de Lagrange L1, esta debe recibir nuevos embarques de polvo para reabastecer el escudo cada vez que se disipe en cuestión de días.

“Resultó muy complicado lograr que el escudo se mantuviera en L1 el tiempo suficiente como para proyectar una sombra significativa. Cosas que no resulta particularmente sorprendente, dado que L1 es una región de equilibrio inestable”, explica Sameer Khan, coautor del estudio.

Escudo de polvo estelar lanzado desde la Tierra

Construido con polvo lunar.

En el segundo escenario exitoso, los científicos lanzaron polvo lunar desde una plataforma en la superficie de nuestro satélite natural. Aprovechando las propiedades inherentes a este material para funcionar como escudo solar. El resultado agradó a los investigadores, toda vez que la posición de la Luna requiere de menos energía para realizar los lanzamientos, comparados con los de la Tierra.

Otra ventaja observada es que, como la radiación solar dispersa naturalmente las partículas de polvo por todo el Sistema Solar, el escudo tiene un efecto temporal y las partículas no llegan a la Tierra. De hecho, los científicos aseguran que este abordaje no daría lugar a un planeta inhóspito o inhabitable a causa de una menor incidencia de luz solar.

Pese a las conclusiones positivas de este estudio, los responsables explican que solo exploraron el impacto potencial de la estrategia. Jamás consideraron si los dos escenarios propuestos en párrafos anteriores resultan logística y tecnológicamente viables. Especialmente porque la teoría presentada requiere que se consideren muchos más aspectos para ponerla en práctica.

“No somos expertos en cambio climático o en la ciencia de cohetes que se requieren para mover masa de un lugar a otro. Solo exploramos diversos tipos de polvo en una variedad de órbitas para determinar la eficacia de este abordaje”, concluyó Bromley.

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