Historias de un rescatista en el Servicio Forestal – Parte II

Realmente estoy impresionado con la cantidad de interés que han generado mis historias. Hoy continuaré con mis relatos pero antes doy respuesta a algunas cuestiones que han intrigado a los lectores.

Escaleras en el bosque terror

Algunas personas señalaron la similitud entre mis historias y las de un personaje llamado David Paulides. Les garantizo que no es mi intención imitarlo, respeto a ese sujeto. Para ser sincero él me inspiró a compartirles esto, pues soy testigo de muchas cosas que él ha contado. Hay muchos casos de personas desaparecidas que la mayoría de las veces no son encontradas o las localizamos en lugares donde es imposible que hayan llegado por su cuenta. He recibido muchas llamadas de este tipo, pero hoy sólo compartiré algunas de las más interesantes que atestigüé.

A muchos les quedó la intriga sobre las escaleras, y también hablaré brevemente sobre el tema en esta ocasión incluyendo otra historia. Las escaleras aparecen en una variedad de tamaños, formas, estilos y condiciones. Algunas se encuentran bastante desgastadas, casi en ruinas, pero otras están perfectamente nuevas. Me ha tocado encontrarme con un conjunto de escaleras que parecen las de un faro: un espiral metálico que sube muy alto.

Las escaleras no son infinitas, al menos las que me ha tocado ver, pero algunas son más altas que otras. Como lo mencioné anteriormente, imagina que se trata de las escaleras que puedes encontrar en cualquier casa. Es como si alguien las hubiera cortado para ponerlas en el medio de la nada.

Escaleras en el medio de un bosque

No poseo ninguna evidencia sobre esto, nunca se me ocurrió tomar una fotografía desde aquella primera vez que las vi, y la verdad es que tampoco quiero arriesgar mi trabajo por esto. Quizá lo intente más adelante, pero esto no es una promesa.

A algunas personas les pareció confusa la historia del hombre que se encontró a aquel ser sin rostro. Sólo para aclarar, cuando el alpinista subió por la montaña y alcanzó la cima observó al hombre vestido con una parka y pantalones de esquiar. Este es el hombre sin rostro.

Bueno, ahora que todo quedó aclarado seguiré contando las historias.

 

Desapariciones misteriosas.

Cuando se trata de personas desaparecidas, debo confesar que la mitad de las llamadas que recibimos son relativas a esto. El resto son llamados de rescate, personas que caen por peñascos y terminan lastimándose, heridas provocadas por el fuego (no creerás la frecuencia de estos casos, principalmente cuando se trata de jóvenes alcoholizados), mordidas o picaduras de animales.

Integramos un equipo colaborativo, hay veteranos que tienen una vasta experiencia localizando personas extraviadas. Esto es lo que vuelve frustrante esos casos en los que jamás encontramos rastros. Uno en particular resultó perturbador para todo el servicio, pues localizamos rastros del individuo pero solo para incrementar la cantidad de dudas.

 

Sin dejar rastro.

Fotografia en el bosque carretera

Se trató de un anciano que caminaba a solas por una brecha bien definida, su esposa nos llamó para avisarnos que no estaba en casa cuando debería haber llegado. El hombre tenía un historial médico de convulsiones, y la señora estaba preocupada de que no hubiera ingerido el medicamento teniendo un episodio durante el recorrido. Antes de que me cuestionen, no tengo idea de porque este hombre creyó que todo estaría bien yendo solo, o de porque la mujer no la acompañó.

No solemos preguntar esta clase de cosas pues realmente no resultan relevantes para lo que hacemos. Hay una persona desaparecida, y nuestro trabajo es encontrarla.

Salimos de la base en la típica formación estándar de búsqueda, y no pasó mucho tiempo antes que uno de los veteranos encontrara rastros de que aquel anciano había salido de la brecha. Rápidamente nos dispersamos en la zona para garantizar que se cubriera la mayor área posible en el terreno. De repente, a través del radio recibimos la orden de retornar a la localización del veterano.

Regresamos de inmediato pues cuando se requiere de nuestra presencia en el lugar tradicionalmente significa que la persona está herida y necesita asistencia completa del equipo para llevar a cabo el rescate con seguridad. Al regresar encontramos al veterano de pie, con las manos sobre la cabeza y parado frente a un árbol. No podía creer lo que mis ojos estaban viendo, pero había una bengala colgada de una rama a por lo menos 30 metros del suelo.

La habían enrollado y colgado a propósito en ese lugar. No había forma de que el anciano pudiera haberla arrojado tan lejos, y no encontramos ningún otro rastro de que aún estuviera en el área. Llamamos al hombre desde la base del árbol, pero era obvio que nadie estaba ahí arriba. Todos quedamos completamente confundidos.

Jardin aterrador

Seguimos buscando a este hombre, pero nunca logramos dar con su paradero. Incluso llevamos a los perros, pero los animales le perdieron el rastro mucho antes de llegar a este árbol. Eventualmente terminamos cancelando la búsqueda, pues había otros asuntos que atender y llegamos al punto en que ya no podíamos seguir avanzando.

La esposa de este hombre nos llamaba todos los días, e insistió durante meses preguntando si habíamos encontrado a su esposo, era algo realmente doloroso ver como la señora se desesperaba cada vez más. No sé porque aquel caso en particular nos resultó tan perturbador, pero creo que fue por la improbabilidad de que haya desaparecido de esa forma.

Y por todas las preguntas que generó. ¿Cómo diablos terminó la bengala de este hombre colgada a 30 metros sobre una rama? ¿Alguien lo asesinó y colgó este objeto como un extraño trofeo? Dimos lo mejor de nosotros para encontrarlo. Y todavía solemos hablar de este caso.

 

Niños desaparecidos.

Las llamadas sobre niños desaparecidos son las más desalentadoras. Sin importar las circunstancias de estas desapariciones, nunca son fáciles, y siempre, pero siempre tememos encontrarlos muertos. No es algo que suceda muy a menudo, pero constantemente lo consideramos una posibilidad.

Paulides habla mucho sobre niños que los equipos de rescate han localizado en sitios donde no deberían estar o no podrían estar. Honestamente, les puedo decir que he escuchado rumores sobre que estas situaciones suceden más a menudo de lo que parece, pero en esta ocasión me limitaré a relatar las llamadas que presencié de forma personal.

 

Un día de campo.

Tres pequeños en compañía de su madre salieron a un día de campo en un área del parque donde se encuentra un lago pequeño. Uno de los niños tenía 3 años, el otro 5 y el mayor 6. Los vigilaba muy de cerca en todo momento y, según su declaración, jamás les despegó la vista mientras estuvieron en el lugar.

Dia de campo con los niños

Además, la mujer no vio a ninguna otra persona en el área, lo que es información muy importante para nosotros. Ordenaba las cosas que habían llevado mientras los niños se encaminaban a la zona donde se encontraba estacionado el automóvil. El lago se ubica a unas 2 millas dentro del bosque, es un camino que está perfectamente definido.

Resulta prácticamente imposible perderse en el área de estacionamiento, a menos que voluntariamente salgas del camino como un imbécil. Los niños caminaban al frente de su madre, hasta que la mujer escuchó lo que parecía ser una persona caminando a sus espaldas. La mujer se volteó, y en ese pequeño lapso su hijo de cinco años se esfumó.

Creyó que había salido del camino para orinar o algo así, y cuando preguntó a sus otros dos hijos a dónde había ido su hermano, le contestaron que «un hombre gigante con un rostro aterrador» había salido del bosque por uno de los costados, tomó al niño por la mano y se lo llevó a los árboles. Los dos niños parecían confundidos, y la mujer más tarde mencionó que parecían haber sido drogados.

Monstruo devorador de personas

Como es lógico, la mujer entró en pánico y empezó a buscar de forma desesperada al niño. Lo llamó por su nombre y dijo que en determinado momento creyó escuchar que le había respondido. Evidentemente, no podía correr a ciegas por el bosque pues tenía otros dos hijos, así que llamó al servicio de emergencias y nos enviaron al lugar para iniciar la búsqueda inmediatamente.

Durante esta búsqueda, que se extendió por varios kilómetros, jamás encontramos rastro alguno del pequeño. Los perros no pudieron olfatear nada, no encontramos ninguna prenda, rastros de ramas rotas o, literalmente, indicio alguno que pudiera sugerir la presencia de un niño en ese lugar. Por supuesto que se sospechó de la madre durante algún tiempo, pero era evidente que estaba completamente destruida.

La búsqueda del pequeño atrajo multitud de voluntarios. Pero, eventualmente los esfuerzos para encontrarlo llegaron a un punto muerto y tuvimos que seguir adelante. Sin embargo, un grupo de voluntarios se mantuvo en la búsqueda hasta que un día recibimos una llamada, se nos informaba que habían localizado un cuerpo y que necesitaban recuperarlo.

Cuando especificaron la ubicación, ninguno de los oficiales en turno daba crédito. Imaginamos que se trataba de otra persona. Fuimos hasta ese lugar, aproximadamente a 25 km del sitio donde el niño fue visto por última vez, y encontramos el cadáver del niño que habíamos estado buscando. Intentamos elaborar alguna teoría sobre cómo este pequeño llegó hasta ese lugar, pero no encontramos respuestas.

Uno de los voluntarios se encontraba en el área y tuvo la idea de buscar en sitios donde nadie más imaginaría que el cuerpo podría ser localizado. Se aproximó hasta la base de una formación rocosa de altura considerable, y cuando iba a mitad de camino distinguió algo. A través de los binoculares confirmó que se trataba del cuerpo de un menor en una grieta.

Formacion rocosa en el bosque

Inmediatamente reconoció el color de la camiseta del niño desaparecido y supo que lo había encontrado. Las maniobras para recuperar el cuerpo se extendieron durante casi una hora, y ninguno de los presentes daba crédito a lo que estaba observando. El niño se encontraba muy lejos del área donde habían tenido el día de campo y no existía forma posible de que hubiera llegado por su cuenta hasta el lugar donde localizamos el cuerpo.

Aquella formación rocosa es bastante traicionera, y la escalada nos resultó complicada incluso a nosotros con todo el equipo. No había forma de que un niño de 5 años pudiera llegar hasta ese lugar por su cuenta. Además, el niño no presentaba ni un solo rasguño. Si bien no tenía zapatos, sus pies no evidenciaban rastros de pequeñas laceraciones y ni siquiera de tierra.

Por eso, se descartó la posibilidad de que un animal lo hubiera arrastrado hasta esa grieta. Y por lo que pudimos observar, el niño no llevaba muerto demasiado tiempo. Hacía un mes desde que la madre reportó su desaparición, pero la muerte había acontecido máximo 2 días antes. Aquel caso fue increíblemente desconcertante, y es una de las llamadas más extrañas que me ha tocado atender.

Más tarde nos enteramos que el médico forense determinó el niño había muerto por hipotermia. Se congeló hasta morir, probablemente durante la tarde o noche dos días antes que lo encontráramos. No hubo sospechosos y mucho menos respuestas.

 

Mi primer encuentro con las escaleras.

Uno de los primeros trabajos que hice como aprendiz fue buscar a un niño de 4 años que se había separado de su madre. Estábamos convencidos de que lo encontraríamos pues los perros seguían un rastro fuerte de olor y había señales claras de que se encontraba en el área.

Terminamos localizándolo junto a un árbol de moras aproximadamente a un kilómetro de donde lo vieron por última vez. El niño ni siquiera sospechaba que se había alejado tanto. Uno de los veteranos se encargó de traerlo de vuelta, lo que fue un alivio pues, siendo honesto, no se me dan mucho los niños y se me complica hablar con ellos así como mantenerlos cerca.

Sueño distorcionado bosque

Mientras mi entrenadora y yo regresábamos, me condujo a una desviación para mostrarme uno de los sitios donde se suelen encontrar a las personas desaparecidas con mayor frecuencia. Es una brecha bastante popular, y las personas suelen desviarse por abajo pues les resulta más fácil el recorrido. Estábamos a unos pocos kilómetros de distancia y llegamos al lugar en aproximadamente una hora.

Mientras recorríamos el área y ella señalaba los sitios donde había encontrado a personas en el pasado, pude distinguir algo a la distancia. Esta zona se encontraba a unos 15 kilómetros del estacionamiento principal, aunque hay caminos alternos que puedes seguir para aproximarte si no quieres caminar hasta ese lugar. Pero también nos encontrábamos en tierras protegidas por el estado, lo que significa que no puede existir ningún tipo de construcción comercial o residencial en el área.

Sin embargo, desde mi ubicación podía distinguir una estructura con bordes rectos, y si hay algo que aprendes rápidamente cuando pasas mucho tiempo en el bosque, es que la naturaleza no tiende a producir líneas rectas. Se lo mencioné, pero no le dio importancia. Se alejó y dejó que verificara por mi cuenta.

Me acerqué a unos 6 metros de distancia de este objeto y todas las vellosidades en la parte posterior de mi cuello se erizaron. Era una escalera. En el medio del bosque. En el contexto apropiado esto sería algo perfectamente normal. No era más que una escalera común y corriente con un tapete color beige y aproximadamente 3 metros de altura.

Pero en lugar de encontrarse en una residencia, donde lógicamente debería estar, la habían puesto en el medio del bosque. Evidentemente los costados no habían sido forrados y podía distinguirse la madera con que la habían hecho. Era como el error de un videojuego, donde la casa no había logrado cargarse y lo único visible eran las escaleras.

Mi cerebro intentaba encontrar una explicación lógica a lo que estaba viendo. La entrenadora se puso a mi lado como si aquello fuera la cosa más aburrida del mundo. Le pregunté «¿qué hace esta cosa aquí?» y simplemente soltó una carcajada. «Acostúmbrate, novato. Vas a ver muchas cosas aquí». Empecé a acercarme a la escalera, pero ella me tomó del brazo. «Yo no lo haría», me dijo. Su voz era calma, pero me sostuvo con firmeza. Me quedé de pie viéndola.

Jardin de las pozas escaleras

«Vas a verlas todo el tiempo, pero no te acerques. No las toques, no subas. Simplemente ignóralas». Empecé a cuestionarla sobre las escaleras, pero su mirada me indicó que lo mejor era detenerme. Seguimos avanzando y el tema jamás volvió a tocarse durante el entrenamiento. Sin embargo, se mantuvo cerca.

Yo diría que en una de cada cinco llamadas que recibo, termino encontrándome con una escalera. En ocasiones las encuentro relativamente cerca del camino, tal vez a 4 o 5 kilómetros. Otras veces aparecen a una distancia de 30 kilómetros, en el medio de la nada, y sólo las encuentro en aquellos casos complicados o durante los fines de semana de entrenamiento.

Aparecen de todas clases y en todas las alturas, generalmente en buenas condiciones pero hay otras que parecen haber estado en el lugar desde hace décadas. La más grande que he observado parecía salida de una mansión de mediados del siglo pasado, y tenía al menos 3 metros de ancho, con escalones que subían a unos 5 metros.

Intenté hablar de esto con mis compañeros, pero me daban una respuesta similar a la de mi entrenadora. «Es normal. No te preocupes, no son la gran cosa, pero jamás te acerques o subas por ellas». Cuando los aprendices me preguntan por esto ahora, también les ofrezco la misma respuesta. En realidad no sé qué más decirles. Espero algún día poder encontrar una explicación, pero después de tantos años nadie parece dispuesto a ofrecérmela.

 

Una muerte horripilante.

La siguiente historia es menos aterradora y más triste. Se trata de un joven que murió al final del invierno cuando, para ser claros, nadie debe adentrarse tanto en los caminos del bosque. Bloqueamos muchos caminos, pero algunos permanecen accesibles durante todo el año, a menos que la nieve los bloquee naturalmente. Realizamos la búsqueda, pero la nieve estaba demasiado alta (fue un año donde nevó bastante) y sabíamos que lo más probable era encontrarlo hasta la primavera, tras el deshielo.

Pino cubierto de nieve

Cuando sucedió el primer gran deshielo un hombre divisó un cuerpo un poco más allá del camino principal. Lo encontramos junto al tronco de un árbol, en un charco de nieve derretida. El hombre supo inmediatamente lo que había sucedido, y esto me resultó aterrador. Si alguna vez has practicado esquí o snowboard, o vives en regiones montañosas donde la nieve es algo común, probablemente hayas adivinado.

Resulta que cuando cae nieve, las capas que se forman bajo los árboles no son muy espesas. Frecuentemente sucede en los abetos, una especie de planta que posee una forma natural de paraguas cerrado. Así, existe un espacio en torno a la base del árbol que presenta una mezcla de nieve, aire y ramas sueltas. Si no sabes lo que estás buscando, no es algo que te resulte demasiado obvio.

En los accesos principales solemos colocar siempre carteles grandes donde informamos a las personas sobre los peligros que representa el bosque, pero siempre que cae una cantidad inusual de nieve al menos una persona no los lee o no se toma las advertencias muy enserio, y generalmente terminamos descubriendo su error en primavera.

Sospecho que este joven tal vez estaba caminando y se cansó, o quizá sufrió un calambre mientras andaba en la densa nieve. Se fue a sentar en la base de aquel árbol sin advertir el peligro que lo rodeaba. Quedó atrapado por sus propios pies, boca abajo, y la nieve cayó a su alrededor. Incapaz de poder salir, terminó sofocándose.

Equipo de esquiar cubierto de nieve

A esto se le conoce como sofocamiento por inmersión en la nieve, y no es algo que suceda muy a menudo, excepto cuando la nieve tiene mucha profundidad. Pero si quedas atrapado en una posición extraña, como sucedió a este joven, incluso metro y medio de nieve pueden resultar letales. Lo que más me aterró fue imaginar cómo debió haber luchado por su vida.

Cabeza abajo, en medio del inclemente invierno, tuvo una muerte bastante lenta. La nieve formó una pila densa y pesada a su alrededor, y le resultó imposible salir. Cuando ya no pudo respirar, finalmente comprendió lo que había sucedido. No puedo siquiera imaginar sus últimos momentos.

 

El hombre que imitaba a un gato

Muchos de mis amigos me preguntan si alguna vez he visto a Goatman durante los llamados. Desafortunadamente, creo que nunca he visto nada parecido. Lo más cerca que estuve de esto fue con el «hombre de ojos negros», pero nunca lo vi. Sin embargo, alguna vez atendí una llamada donde algo semejante me sucedió, pero no tengo la certeza de que esté relacionado con Goatman.

Fotografia de goatman

Habíamos recibido un reporte de que una mujer mayor se desmayó en una de las brechas y requería ayuda para regresar al camino principal. Caminamos hasta el lugar donde nos indicaron, y el esposo estaba fuera de sí. Apenas nos vio, corrió para decirnos que se había salido un poco del camino para ver algo cuando su esposa empezó a gritar atrás de él. Rápidamente se dirigió con su mujer y la encontró desmayada en el medio del camino.

La llevamos a la central, pero apenas volvió en sí empezó a gritar nuevamente. La tranquilicé y le pregunté lo que estaba pasando. No puedo recordar con exactitud lo que me dijo pero, esencialmente, lo que sucedió fue lo siguiente: esperaba a su marido cuando empezó a escuchar un sonido realmente extraño. Mencionó que parecía el maullido de un gato, pero no exactamente.

Se adelantó un poco para escuchar mejor y parecía aproximarse a la fuente. Mencionó que entre más se acercaba, peor se sentía, hasta que finalmente lo descubrió.

Recuerdo esta parte porque me resultó algo tan extraño que no creo poder olvidarlo aunque lo intente. «No era un gato. Era un hombre que repetidamente decía ‘miau’. Solamente ‘miau, miau, miau’. Pero no era humano, pues jamás he visto a un hombre que pueda zumbar su voz de aquella forma. Creí que mi aparato auditivo estaba fallando, pero no, lo ajusté y seguía escuchando aquel zumbido.

Fue algo terrible. Se acercaba, pero no podía verlo. Entre más se aproximaba, más me aterraba, y lo último que recuerdo es algo saliendo de entre los árboles. Creo que fue cuando me desmayé».

The rake en el bosque

Evidentemente me quedé perplejo intentando imaginar el motivo por el que un hombre estaría en el bosque imitando a un gato. Entonces, cuando hicimos el descenso por la montaña, le indiqué a mi superior que haría una búsqueda para ver si lograba encontrar algo. Me dijo que se adelantaría, así que tomé el radio y regresé al lugar donde la mujer se había desmayado.

No vi a nadie, caminé más de un kilómetro y de regreso salí de la brecha, intentando descubrir algo. El sol ya se estaba poniendo y no tenía ganas de andar por esta zona durante la noche a solas, así que hice una pequeña nota mental para verificar nuevamente ese lugar por la mañana.

Mientras regresaba escuché algo a la distancia. Me detuve, y con voz fuerte solicité a cualquiera que estuviera en el área que se identificara. El sonido no se acercó ni se hizo más fuerte, pero precisamente se parecía a un hombre diciendo «miau, miau». Salí del camino en dirección a la fuente del sonido, pero nunca parecía acercarme. Era como si viniera de todas direcciones.

Eventualmente terminé regresando a la central. No recibimos ninguna otra llamada de esta clase, y cuando regresé al área la mañana siguiente no volví a escuchar el sonido. Supongo que se trató de un idiota que perturbaba a las personas, pero tengo que admitir que fue algo extraño.

Así es como esto se convirtió en un texto gigantesco, y me disculpo. Quiero escribir sobre las historias que mi amigo me contó – algunas bastante buenas – así que por aquí las verán el próximo jueves. También tengo más historias propias, creo que serán de su agrado.

 

Parte I
Parte II
Parte III
Parte IV
Parte V
Parte VI
Parte VII
Final

12 comentarios en “Historias de un rescatista en el Servicio Forestal – Parte II”

  1. Hay fotos de esas escaleras, bueno, no le tomé importancia, hasta que leí ésta saga del rescatista, tétrico. El video es de Dross, dudo que no lo conozcan, apenas lo subió y salen imágenes de escaleras dentro muy dentro de bosques, y de día.

  2. No necesariamente, recuerda que encontro una de esas escaleras cuando estaba en entrenamiento con su instructora y ella sabía exactamente donde estaba.

  3. Giorgio A. Tsoukalos

    Muy Buenas, ahora a esperar el próximo jueves

    Sobre las escaleras creo dejo un par de pistas entre ellas el hehco que aparecencuando alguien esta extraviado ,supongo estas deben representar el hecho que la persona perdida esta en una especie de transicion entre este mundo y otro,como en un limbo

    1. A mí también me confundió un poco, pero porque no sabía que una bengala es un bastón. Cuando sabes que se refiere a un bastón, la historia toma otro camino y es bastante extraña.

  4. Como se llama la.peli de la imagen donde la bruja se come a la nena?? Si alguien lo sabe porfavor que me lo diga, llevo tiempo intentando conseguirla

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