Con la tecnología actual, es perfectamente posible observar a los fetos reaccionando a alimentos ingeridos por sus madres. En investigaciones anteriores se ha sugerido que nuestro gusto por los alimentos empieza antes del nacimiento. Y que la dieta de la madre influye en estas preferencias gastronómicas del bebé. Sin embargo, esta es la primera ocasión en que se observa la respuesta del feto a diversos sabores. Los investigadores consideran que este estudio es una forma útil de hablar con las embarazadas sobre las cosas que integran a su dieta.
Siendo sinceros, a muchos nos desagrada el repollo hasta que lo probamos combinado con unas buenas enchiladas, crema y harto queso. Aunque, es probable que ese disgusto por la verdura surgiera mucho antes, cuando aún estábamos en el vientre de nuestras madres. Esta es una de las plantas que emplearon los investigadores para observar las reacciones de los fetos a través de sus expresiones faciales.
“Anteriormente, las observaciones se limitaban a las preferencias alimenticias tras el nacimiento del bebé. Ahora, logramos ver las expresiones faciales del feto cuando recibe el sabor dulce o amargo, y se trata de algo completamente nuevo”, señala Nadja Reissland, investigadora de la Universidad de Durham.
Fetos reaccionando a alimentos: sabores en el útero.
En un artículo publicado en la revista Psychological Science, se detalla la forma en que el líquido amniótico contenía los aromas presentes en la dieta de la madre. A las 14 semanas de gestación, las papilas gustativas del feto se encuentran lo suficientemente desarrolladas para detectar productos químicos relacionados al sabor. Mientras tanto, la detección de las moléculas de olor es posible a partir de la semana 24 del embarazo.
En su intento por determinar si los fetos diferencian sabores específicos, el equipo contó con la colaboración de más de 60 mujeres embarazadas. Todas provenientes del norte de Inglaterra, con edades que iban de los 18 a 40 años. Tras dividirse en dos grupos, a uno se le proporcionó una cápsula de repollo en polvo veinte minutos antes de la ecografía.
Mientras tanto, el otro grupo ingirió una cápsula de zanahoria en polvo. La ingesta de verduras por parte de las madres de ambos grupos siguió el mismo proceso. Previamente, el equipo analizó los análisis clínicos de 30 mujeres a las que no les proporcionaron ninguna cápsula. A todas ellas se le solicitó no consumir ningún producto algunas horas antes de las ecografías.
Posteriormente, los investigadores evaluaron, cuadro a cuadro, la frecuencia con que se presentaban una serie de movimientos faciales en los fetos. Incluidos algunos gestos que asemejaban a la risa y el llanto. Al final, analizaron las reacciones de 99 fetos a través de 180 ecografías. Dichos estudios se realizaron a las 32 semanas, 36 semanas o en ambos puntos de la gestación.
El desarrollo del gusto en el feto humano.
Entre las madres que ingirieron las cápsulas de repollo, el equipo encontró que los fetos realizaban una expresión de llanto con una frecuencia dos veces mayor respecto a los fetos de las mujeres que consumieron las cápsulas de zanahoria. Curiosamente, tras la ingesta de zanahoria en polvo los fetos adoptaron una expresión de risa.
Y lo hacían con una frecuencia dos veces mayor que cuando la cápsula era de repollo o la madre no ingería nada. “Esto significa que, apenas la madre termina de comer, el feto ya es consciente o capaz de sentir lo que comió ella”, señala Benoist Schaal, autor del estudio e investigador de la Universidad de Borgoña.
Beyza Ustun, autora principal del estudio, considera que el siguiente paso es analizar las acciones de estos bebés a los diferentes sabores tras el nacimiento. “Esperamos observar menos reacciones negativas entre los que se expusieron al repollo antes del nacimiento”, señala la investigadora.
Reissland considera que el estudio es una herramienta de mucha utilidad para hablar con las mujeres sobre la dieta durante el embarazo. “Lo que sabemos de otras investigaciones es que, si la madre tiene una dieta variada con vegetales, frutas, etc., los bebés resultan mucho menos exigentes”, finaliza.