El sistema solar con seis planetas perfectamente sincronizados

Un sistema solar excepcional alberga un ballet cósmico con seis planetas que orbitan su estrella. La estrella madre es HD 110067 y se ubica en la Constelación Coma Berenices, a unos cien años luz de nuestro planeta. Lo asombroso de este espectáculo celestial es el patrón armónico de sus movimientos, una coreografía espacial en la que los planetas mantienen una relación de tiempos orbitales casi perfecta, algo que apenas se observa en el 1% de los sistemas conocidos.

Orbital geometry of HD110067 pillars1

Una danza planetaria de proporciones curiosas.

Descubierta por investigadores de la Universidad de Chicago, esta danza estelar se despliega de la siguiente forma: el planeta más cercano a la estrella (ilustrado en color púrpura) orbita tres veces por cada dos órbitas que realiza su vecino, la esfera en azul rey. Este patrón de 3:2 se repite en el siguiente par de planetas: el azul oscuro y el turquesa. De igual manera entre el turquesa y el verde. Luego, la secuencia cambia a 4:3 entre los planetas verde y amarillo y, siguiendo esta lógica, entre el amarillo y el rojo.

El planeta más cercano completa una vuelta cada nueve días, mientras que el más distante lo hace cada 55 días. Este fenómeno, conocido como resonancia orbital, es común en sistemas estelares jóvenes. Pues mantenerlo durante miles de millones de años, como es el caso de HD 110067, resulta algo sumamente raro. Esto coloca a este sistema en una categoría excepcional, pues hasta la fecha no se sabe de otro ejemplo de resonancia orbital entre seis planetas. Así lo afirmó Rafael Luque, coautor del estudio.

Con tamaños que oscilan entre 1.94 y 2.85 veces el radio de la Tierra, estos planetas son más grandes que nuestro hogar, pero menores que Neptuno. Además, la proximidad a su Sol les confiere temperaturas elevadas, variando de 165 °C a 525 °C. No obstante, su densidad es más baja que la terrestre, lo que sugiere una atmósfera densa compuesta de hidrógeno y posiblemente un núcleo rocoso.

Extraña resonancia orbital.

El equipo confirmó la estructura orbital tras el análisis de datos provenientes de los satélites TESS de la NASA y CHEOPS de la Agencia Espacial Europea. En 2020, el TESS detectó por primera vez oscilaciones en la luminosidad de HD 110067, un indicio de planetas que se cruzan frete a ella. Posteriormente, CHEOPS afinó las órbitas, evidenciando el asombroso patrón. Estudiar sistemas como el de HD 110067 no solo sacia nuestra curiosidad, sino que proporciona pistas cruciales sobre la formación y evolución de los sistemas planetarios.

Además, revela la resiliencia de ciertas configuraciones orbitales ante las múltiples fuerzas y eventos cósmicos que tienden a desestabilizarlos a lo largo del tiempo. Y es que la mayoría de los sistemas estelares terminan perdiendo sincronía con el paso del tiempo. En ocasiones colisionan con otros cuerpos, pasan cerca de otras estrellas o terminan formando planetas gigantescos (como Saturno y Júpiter).

Los hallazgos de este estudio, publicados en la revista Nature, no solo expanden nuestro conocimiento sobre la arquitectura de otros sistemas solares. También nos desafían a entender la danza dinámica que mantienen los planetas en la vastedad del cosmos. Este estudio promete abrir nuevas ventanas a misterios largamente contemplados por astrónomos y entusiastas del espacio. 

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