Comúnmente, se acepta que los humanos modernos somos el resultado de una mezcla de diferentes homínidos que vivieron antes que nosotros. A menudo se les refiere como nuestros ancestros. Se cree que los primeros especímenes de Homo sapiens surgieron en África y se extendieron por Eurasia. En esta travesía coincidieron con diversas especies de homínidos más primitivas. Quizá a causa de nuestra naturaleza curiosa, terminamos forjando vínculos muy íntimos con estos vecinos prehistóricos.
Fenómeno que sigue reflejándose en nuestro ADN hasta la fecha. No obstante, todavía tenemos mucho que descubrir acerca de nuestra herencia genética. De hecho, el término “población fantasma” se usa para referir a poblaciones humanoides antiguas que impregnaron su genética en nuestro ADN, pero que aún no logramos identificas a través de registros fósiles.
ADN de una población fantasma.
En un nuevo estudio realizado por dos genetistas de la UCLA, Arun Durvasula y Sriram Sankararaman, se encontró que la marca genética dejada por una población ancestral (a la que se refiere como “población fantasma”) está presente en la población africana occidental. Específicamente entre las etnias de los Yoruba y Mende.
Al detectar la presencia de un material genético desconocido en los genomas de los pueblos africanos actuales, los investigadores sugieren la existencia de una “población fantasma” diferente de los neandertales y denisovanos. Según las conclusiones del estudio, los genomas de los pueblos Yoruba y Mende contienen entre 2% y 19% del material genético de esta misteriosa población ancestral.
También apuntaron que algunos de los genes heredado pueden tener funciones beneficiosas, como la supresión de tumores y la regulación hormonal. Herencias similares se han observado en el ADN del pueblo chino Han, en Beijing, y en personas con ascendencia europea del norte y oeste de Utah, en Estados Unidos.
Esto es una prueba más de que la mezcla de diferentes especies de Homo tuvo un papel importantísimo en la evolución humana. Por ejemplo, refieren a un grupo de Homo sapiens que salió de África hace unos 60 u 80 mil años y se cruzó con los neandertales europeos antes de volver. Como consecuencia de este “viaje”, un 0.5% del ADN neandertal está presente en los genomas africanos modernos.
El estudio con poblaciones de África.
Según el estudio, tanto el material genético del homínido fantasma como el de los neandertales se distanció del de los Homo sapiens africanos en la misma época. Sankararaman explica que, aunque los antepasados de los humanos regresaron a África ya cruzados con miembros de esta población fantasma, es más plausible que el mestizaje sucediera en territorio africano.
Esta teoría se sustenta en que varios fósiles de la Edad de Piedra localizados en África presentaban rasgos parecidos a las especies antiguas de Homo, como los neandertales. Si bien se puede afirmar lo anterior, especificar cómo sucedió esta mezcla genética es complicado. Sobre todo, porque aún no localizan restos fósiles de esta población fantasma.
No obstante, el estudio presenta una sólida hipótesis sobre cómo este material genético de una población homínida poco conocida llegó a los ancestros de los africanos occidentales que existen en la actualidad.
Caminos evolutivos separados.
Los investigadores llegaron a una interesante conclusión tras comparar los genomas de 405 individuos de origen africano occidental, principalmente integrantes de las poblaciones Yoruba y Mende, con el ADN extraído de un fósil de neandertal y uno de denisovano. Lograron identificar ciertas regiones genómicas presentes en ambas etnias que habrían heredado de homínidos distintos a los neandertales y denisovanos.
Aparentemente, esta población de homínidos fantasma se separó de los ancestros directos de los Yoruba y Mende hace más de un millón de años. Cabe destacar que, además del estudio llevado a cabo por Durvasula y Sankararaman, otra investigación de 2012 sugirió que aproximadamente el 2% del ADN de 15 cazadores-recolectores africanos modernos proviene de una especie desconocida de homínido. La cual divergió de los ancestros humanos hace más de un millón de años.
Aunque ambos estudios proponen resultados semejantes, aún no se ha podido determinar si el ADN antiguo encontrado en ambas investigaciones corresponde a la misma especie de homínido. Sin embargo, lo que está claro es que estos estudios ponen de manifiesto la complejidad de la historia evolutiva de nuestra especie.