¿Sería posible alcanzar la inmortalidad descargando nuestra conciencia y haciendo una transferencia mental? Desde que nos sabemos mortales, los humanos buscamos formas de extender la vida. Alcanzar la inmortalidad resultaría trascendental para nuestra especie. Por eso, a través de los siglos nos empeñamos en realizar toda clase de tratamientos y rituales extraños para dar con el elixir que nos permita vivir por siempre. Es cierto que extendimos nuestra esperanza de vida, pero la muerte eventualmente nos alcanza a todos.
Tal vez la solución a este enigma ni siquiera se encuentre en nuestro cuerpo. Quizá la forma más fácil de alcanzar la inmortalidad sea preservar nuestra conciencia y transferirla a otro lugar. Un cuerpo joven, por ejemplo. Desde hace décadas esta posibilidad está relegada al ámbito de la ciencia ficción. Aunque en los últimos años se viene debatiendo seriamente la posibilidad de traspasar esta frontera, tan extraña como espeluznante.
Transferencia mental.
El concepto se denomina transferencia mental (Mind uploading) o emulación integra del cerebro (WBE, por sus siglas en inglés). Aunque hipotético, cuenta con algunas características bien definidas. Esencialmente se trata de mapear el cerebro de una persona, digitalizar su contenido y transferirlo a un nuevo contenedor. Por “contenido” nos referimos a la mente, incluida la personalidad y todas las emociones del individuo.
El destino de esta conciencia digital podría ser una simple computadora, un cuerpo robótico o incluso un clon. De hecho, podrían fabricarse copias y enviarse a cada uno de esos dispositivos. Al final, se aplica el mismo principio básico de tomar una copia digital de la mente y enviarla a un nuevo medio. Hipotéticamente, allí resurgiría la conciencia integra de la persona incluida la personalidad, recuerdos, habilidades y el “yo”.
La transferencia mental nos permitiría prescindir de nuestros cuerpos biológicos y alcanzar la inmortalidad. La sola idea de despojarnos de nuestra naturaleza mortal para vivir eternamente en una computadora o en un cuerpo nuevo resulta fascinante. Por eso es que el concepto se ha explotado tanto en la literatura de ciencia ficción. Sin embargo, ¿es posible?
Digitalizando la mente humana.
Considerando la tecnología de la que disponemos en esta época, la respuesta más corta es: quizás. Al no infringir ninguna ley física, la transferencia mental es posible desde la perspectiva teórica. Pero, replicar un cerebro humano real es un proceso sumamente complicado. Empecemos por el hecho de que nuestro cerebro emplea un promedio de 93 000 000 000 de neuronas. Y que cada una de esas neuronas establece, más o menos, unas 10 000 conexiones con otras neuronas.
Esto resulta en una red neuronal en expansión compuesta por más de 125 000 000 000 000 de sinapsis, y estamos hablando únicamente del córtex cerebral. Solo imagina la complejidad de mapear y escanear las características más relevantes de un cerebro biológico. En ese sentido, el conectoma resulta la opción más viable para tal representación. Se trata de una representación del cerebro en tercera dimensión, abarcando hasta el último detalle.
Mediante electrodos orientados a zonas específicas del cerebro o implantados quirúrgicamente dentro del órgano, sería posible condensar toda esa información a través de una técnica denominada copy-and-upload. Evidentemente hablamos de electrodos extremadamente sensibles, con resoluciones muy nítidas de apenas unos pocos nanómetros. Con una tecnología así podríamos registrar miles de neuronas simultáneamente y, en teoría, producir un mapa completo del cerebro. Desafortunadamente, el proceso conlleva una enorme complejidad.
¿Es posible crear un conectoma del cerebro humano?
En 2014, un grupo de investigación creó el primer conectoma funcional. Sin embargo, el cerebro pertenecía a una especie de gusano de 1 mm de longitud. El Caenorhabditis elegans cuenta con apenas 302 neuronas en el cerebro. Los investigadores tomaron el conectoma y lo replicaron en un software especializado. Posteriormente, construyeron un gusano robótico con piezas de Lego donde instalaron el “sistema operativo” del nemátodo.
Cuando lo encendieron, encontraron que el dispositivo electrónico reproducía con precisión los mismos movimientos que su símil biológico. El gusano robótico se comportaba como el gusano real, retrocediendo cuando lo tocaban e investigando su entorno. De hecho, también observaron que buscó alimentarse. Este hito parece la confirmación de que la transferencia mental es factible. Sin embargo, no olvides que se trataba de un nemátodo con apenas 302 neuronas. Los humanos tenemos miles de millones más.
Mapeando el cerebro.
Con la tecnología actual resulta imposible mapear tantas neuronas a un nivel tan preciso. De hecho, a los investigadores les tomó una década mapear completamente el cerebro del gusano. Además, en caso de intentar lo mismo con un humano también tendrían que considerarse las células que transportan los impulsos eléctricos y la vasta red de sinapsis que conectan a las neuronas. Probablemente también tendríamos que determinar su ubicación exacta, además de rastrear y catalogar las relaciones entre cada una.
Por si fuera poco, para que esto funcione tendría que escanearse con un altísimo grado de precisión. Las tecnologías de resonancia magnética y magnetoencefalografía (MEG) simplemente resultan incapaces de mapearlo todo. También es importante comprender que sabemos muy poco sobre el cerebro humano como para definir lo que estamos buscando. Con tantos neurotransmisores aún por descubrir, resulta atrevido comenzar a pensar en mapear todo el órgano con éxito.
Memoria y procesamiento en una transferencia mental.
Muchos científicos ven tal complejidad en este proceso, que consideran nunca será viable. Pero, para fines argumentativos supongamos que lo podemos hacer ahora y que tenemos una copia de nuestra conciencia en las manos. El próximo pasó sería digitalizar todo, algo que supone otro reto. Algunas estimaciones sugieren que el cerebro humano posee una capacidad de almacenamiento en memoria de 2.5 petabytes, información cuya manipulación requeriría una cantidad extraordinaria de energía.
Si extrapolamos estas especificaciones a un hardware tradicional, tendríamos una computadora con potencia de procesamiento y memoria suficiente como para consumir 1 gigavatio de potencia. Es una demanda increíblemente alta de energía. En virtud del argumento que desarrolla esta publicación supongamos, una vez más, que logramos almacenarlo todo.
Una mente libre de ataduras físicas.
Pero, antes de presionar el botón de encendido debemos parar y tomar en consideración otras cosas. Las conexiones neuronales y sinapsis en nuestros cerebros no es lo único que nos define como seres humanos. Mucho de lo que somos, incluida nuestra personalidad, está influenciado por la interacción con el medio que nos rodea. Todo aquello que olemos, vemos, tocamos, saboreamos y experimentamos nos hace quienes somos.
Incluso nuestras necesidades biológicas, sensaciones físicas y sentimientos de dolor nos definen tanto como la química cerebral. ¿Qué sucedería si ponemos una mente consiente en un dispositivo electrónico? ¿Cómo reaccionaría la mente humana al percibirse liberada de todos esos sentidos que la anclaban al mundo físico y que hasta entonces moldeaban e incluso impulsaban su propia existencia?
Diseño de una Matrix.
La forma más terapéutica de sobrellevar un impacto tan severo es diseñar un mundo virtual para la mente cargada en una computadora. Allí podría habitar como un avatar, incluso interactuar con un mundo parecido al que conoció en el pasado. Sin embargo, algo así requeriría de más almacenamiento, energía y potencia de procesamiento. De hecho, algunos especialistas en comportamiento argumentan que, para no desatar la locura, este mundo tendría que ser indistinguible del que la mente dejó atrás.
Otra opción es desplegar la mente en un cuerpo robótico, aunque tendría que ser mucho más avanzado y funcional que cualquier dispositivo construido hasta la fecha. En funcionalidad y maniobrabilidad tendría que imitar a un cuerpo humano. Clonar un cuerpo saludable también se antoja como opción, aunque en este punto parece la más improbable de todas las alternativas.
¿Qué es la mente?
Consideremos que ese aspecto está resuelto y podemos continuar. ¿Resulta suficiente para activar una conciencia almacenada? Existe un universo de complicaciones que podrían llevar a que esto no funcione. Siendo completamente sinceros, ni siquiera comprendemos lo que es la mente o lo que nos hace ser nosotros.
Por ejemplo, en los últimos años descubrimos que el cerebro no es lo único que influye en lo que somos. Hoy sabemos que nuestro estado de ánimo y personalidad, incluso enfermedades como la depresión y el autismo, se ven afectadas por diversos procesos biológicos. Las bacterias que habitan en nuestro estómago y los millones de células nerviosas del sistema digestivo también influyen en esos aspectos. ¿Estamos obligados a copiar todo eso para recrear la mente humana?
¿Cómo definimos la conciencia?
Y lo pregunto porque la transferencia mental es un abordaje estrictamente mecánico de la mente. Supone que nuestro cerebro funciona como una computadora muy compleja, pese a que ignoramos dónde surge la verdadera conciencia. ¿Todo depende de miles de millones de neuronas, sinapsis y procesos electroquímicos? ¿Es posible que haya algo más, quizá un fenómeno cuántico o eso que llamamos alma? No lo sabemos. Entonces, si ni siquiera podemos definir a la mente humana, ¿cómo pretendemos emularla?
“¿Qué es la mente? Para saber si puedes sobrevivir a la carga, primero deberías tener una idea sobre la naturaleza de una mente. Si la mente se limita al cerebro, entonces no sobrevives. Otros dicen que la mente es una especie de programa. Pero un programa, como una ecuación, es una entidad abstracta. Una ecuación no existe en ningún sitio, aunque se produzcan inscripciones de la misma. Se presume que tu mente es una cosa concreta, algo que tiene una ubicación específica. Quizá eres una instalación de un programa, o alguna cosa corriendo un programa. ¿Pero, qué es tal cosa? Esto nos conduce a la pregunta original: ¿qué es la mente?”, señaló Susan Schneider, del Departamento de Filosofía y Programa de Ciencias Cognitivas de la Universidad de Connecticut, en Estados Unidos.
La transferencia mental y las implicaciones del ser.
Si suponemos que todo lo que somos se limita al cerebro, neuronas y procesos biomecánicos todavía no es recomendable presionar el botón de encendido. Al iniciar la mente se conectará, ¿pero, eres realmente tú o solo una copia tuya? ¿Qué te hace ser quién eres? Esta cuestión filosófica se ha discutido durante miles de años y va mucho más allá de lo que buscamos profundizar en esta publicación. El problema aquí sería la identidad de esta conciencia cargada y si realmente podría considerarse humana o una especie de Inteligencia Artificial.
¿Quién o qué despertaría al activar esa mente cargada en una computadora? Simplemente no lo sabemos. Y es porque carecemos de respuestas claras sobre aquello que constituye el “yo” o la propia identidad. Entonces, esto también debería considerarse ampliamente antes de intentar cualquier cosa.
Cuestiones éticas, sociales y religiosas de la transferencia mental.
Finalmente, están las implicaciones éticas y sociales que arrastraría una transferencia mental. ¿Esas copias recibirían los mismos derechos que la entidad biológica que las originó? ¿Cómo funcionaría una sociedad dividida entre mentes cargadas en programas computacionales o robots y humanos viviendo naturalmente? ¿Qué sucedería con el crimen y el castigo, una condena podría eliminar mentes infractoras? Luego están las implicaciones religiosas de vivir para siempre en una vida digital inducida. ¿Los seres humanos aceptarían a las mentes transferidas como iguales?
Indudablemente el concepto ofrece múltiples beneficios como la extensión de la vida, o la posibilidad de hacer un respaldo digital de nuestra conciencia en caso de que sucediera una catástrofe que aniquilara al planeta. Pero las implicaciones éticas, morales, religiosas y sociales de alcanzar la inmortalidad digital serían apabullantes. Considerando el acelerado avance de la tecnología humana, es posible que en el futuro la transferencia mental se vuelva una realidad. De hecho, algunos futuristas lo ven como el inevitable fin de la humanidad. Aunque tengamos las posibilidades, ¿significa que debemos hacerlo? ¿Tú presionarías el botón?
Yo no aceptaria eso, ademas no seria una verdadera transferencia de la conciencia; sino que en realidad estarias haciendo una copia virtual o digital tuya, no serias realmente tu. Lo mas parecido seria la Inmortalidad Biologica; no envejecer nunca mas y estar libre de enfermedades, aunque podrias morir de otras formas; tales como: Morir atropellado, de hambre, de sed, por accidentes, por explosiones, por eventos cosmicos, por agujeros negros, etc…
La Inmortalidad Virtual o Inmortalidad Digital si seria una autentica Inmortalidad porque ya no podrias morir ni ser destruido de ninguna forma o manera, la muerte para ti seria una imposibilidad; ya no tendrias las necesidades clasicas y basicas, tales como: Dormir o Reproducirse, esa seria la Vida Eterna: Nunca morir de hambre, de sed, por accidentes, por eventos cosmicos, explosiones, balas, agujeros negros, etc…
El precio a pagar seria ver a tus seres queridos morir y para alguien Inmortal ver como el mundo desaparece eso seria un tormento eterno dia y noche. Ademas en cualquier momento de la Eternidad; la persona se cansaria de vivir eternamente, se aburriria y buscaria la muerte pero la muerte huiria de esa persona.
Francamente, aún dentro de la propia lógica ficticia del presente artículo (muy bueno por cierto), no encuentro la forma en que una copia de nuestra consciencia, baste para «transferirla». Es decir, es como cualquier película donde clonan a una persona y le transfieren sus recuerdos y tal con el mismo propósito de la inmortalidad; serías «inmortal» para las personas que externamente perciben a tu clon o copia, pero muy en lo interior y personal, tu organismo original (del que se hizo la copia) terminará muriendo, con su muy propia y personal percepción del mundo (lo que a final de cuentas llamamos «yo»; [una excepción sería el libro «Mundo Anillo» donde las personas al ser transferidas, podían por momentos, ver su propio cuerpo en tercera persona y finalmente experimentar la consciencia en un ambiente digital percibiendo su cuerpo ya muerto. Cosa que con una «copia» no pasaría]).
El hecho de que se encuentre deambulando un organismo (o máquina) que esté ‘ejecutando’ una copia de tu consciencia, realmente no significaría que tu «yo» disfrute de la inmortalidad. Incluso con el hipotético caso de la teletransportación (en donde una máquina te copia, pulveriza tus átomos y en otra parte de la galaxia reconstruye una copia perfecta de ti, ¿realmente serías tú?).
El único camino viable (en mi opinión) sería el de directamente transplantar el cerebro, la médula espinal y todas sus conexiones nerviosas, a alguna especie de robot o máquina, como el caso del juego Fallout New Vegas y los científicos, adjunto enlace de una imagen ilustrativa:
https://marcianosz.com/wp-content/uploads/2022/03/651b1a50d5a7e2f96895799ff28f9190.jpg
estaria genial, tipo el episodio de San Junipero
Hay una serie que se llama Upload y aborda de forma mucho más amplia este tema.