El terremoto de Charleston es un ejemplo excepcional de un fenómeno raro y peligroso denominado terremoto intraplaca. Cuando el suelo empezó a moverse en Charleston, Carolina del Sur, los habitantes se vieron invadidos por el miedo natural a los sismos y una inusual confusión. Lo último se debía a que esta zona de los Estados Unidos no es conocida por terremotos de gran magnitud.
De hecho, todo el territorio de Carolina del Sur se encuentra muy lejos de los limites de cualquier placa tectónica activa. Por eso se creía bastante improbable que un sismo de gran magnitud ocurriera en este lugar. Todo cambió el 31 de agosto de 1886, cuando un poderoso terremoto de magnitud 7 devastó la ciudad de Charleston.
El sismo impactó con tal fuerza y sorpresa, que muchas personas empezaron a rumorar que la Florida se había separado de la parte continental. La mitad del este de los Estados Unidos sintió las ondas de choque del terremoto de Charleston. Se reportaron afectaciones desde Boston hasta Nueva Orleans. ¿Pero, cómo un terremoto tan poderoso se generó en una zona sin mayor actividad sísmica?
Terremoto intraplaca.
La mayoría de los sismos se concentran en los bordes convergentes ubicados en los límites entre placas tectónicas en movimiento. También son frecuentes en las inmediaciones de volcanes o donde la corteza terrestre es débil. Pero, el terremoto de Charleston no se produjo en ninguna de estas regiones.
A menudo, los terremotos intraplaca resultan extremadamente devastadores. Impactan en lugares donde las construcciones no están diseñadas para soportar actividad sísmica de gran magnitud. Además, las personas no suelen estar capacitadas para reaccionar oportunamente ante la catástrofe.
Charleston quedó devastada porque sus viejos edificios de piedra estaban diseñados para aguantar viento y lluvia. Nadie jamás imaginó que los cimientos de estas construcciones deberían soportar las poderosas sacudidas de un terremoto con esa magnitud. En el centro de la ciudad, muchos edificios sufrieron daños irreparables.
Devastación en el terremoto de Charleston.
Las construcciones se torcieron desde sus cimientos y los más desafortunados quedaron reducidos a un montón de escombros. En cuestión de segundos, aquella prospera ciudad costera se transformó en un campo de ladrillos viejos y marcos de madera astillados. La devastación fue tal, que al gobierno le tomó semanas evaluar la totalidad de los daños.
Algunos de los edificios que resistieron el terremoto representaban un peligro, por lo que nadie ingresó a ellos hasta que terminaron los trabajos de apuntalamiento. El extenso daño a las construcciones en Charleston también se tradujo en perdidas humanas. Al menos sesenta personas murieron en el inesperado terremoto que devastó a la ciudad.
Con siglos de actividad geológica registrada y tras incontables investigaciones sobre los sismos, hasta la fecha no se ha encontrado evidencia de un terremoto similar en la historia. Por eso, los expertos consideran que el terremoto de Charleston de 1886 es un evento sísmico extremadamente raro. Tan desafortunado, que ni siquiera tienen un evento para comparación.
Las cifras oficiales indican que 2 mil construcciones resultaron afectadas, causando perjuicios por US$ 5 millones en daños, que ajustados a la inflación actual serían unos US$ 150 millones. Hasta la fecha, el terremoto de Charleston es uno de los más devastadores en la historia de los Estados Unidos.
Si se repitiera un sismo de esta magnitud en Charleston, sería catastrófico. Según una estimación hecha en 2005, un terremoto como el de 1886 provocaría 900 muertes, más de 44 mil heridos y pérdidas económicas superiores a los US$ 20 mil millones tan solo en Carolina del Sur. Debido a la ausencia general de diseño sísmico en la zona las escuelas, hospitales, edificios de bomberos, y puentes sufrirían daños significativos.
Reminiscencias de la catástrofe.
Si recorres las calles de esta ciudad y observas con atención, todavía puedes encontrar algunos rastros de esta catástrofe. En aquella época, los ingenieros diseñaron un tipo de «tornillo» sísmico para estabilizar la mampostería en Charleston y evitar que las fachadas de los balcones dañados se vinieran abajo. Estas piezas metálicas aportaron mucho en el apuntalamiento y también evitaron nuevos derrumbes de edificios.
Tras el terremoto inicial, las replicas azotaron la zona durante semanas. Por eso, los esfuerzos de reconstrucción se demoraron aún más. En la actualidad, los geólogos consideran al terremoto de 1886 un caso de estudio sobre los rarísimos terremotos intraplaca. Lo cierto es que todavía tenemos mucho que aprender sobre estos sismos que suceden lejos de los bordes convergentes.
Esto pasaría en la península de Yucatán, casi todas las construcciones de casas no están hechas para resistir sismos. Si llega a temblar será una catástrofe.