“Buscando un planeta mejor que la Tierra” es el título ideal para un artículo de investigación que busca plasmar toda la seriedad del “mundo”. Después de todo, la Tierra es el único lugar que conocemos capaz de albergar vida y la vara está muy alta para los planetas candidatos.
¿Quién dice que la astronomía es aburrida? En una extraña mezcla entre esta disciplina, las matemáticas y una buena dosis de humor, un grupo de investigadores anunció el descubrimiento de la “Tierra-Pi”. Se trata de un planeta con tamaño similar al nuestro con un período orbital de 3.14 días. En efecto, el astro recorre su órbita en el mismo valor aproximado que posee la constante matemática π.
En rincones distantes del universo, probablemente existen lugares tan llenos de vida que minimicen a los mejores paraísos terrestres haciendo que parezcan tan inhóspitos como un desierto. Un sitio de esta naturaleza se denominaría planeta súper-habitable: una categoría planetaria recién catalogada donde se incluyen sitios más propicios para la vida que la Tierra.
En la última edición de los Premios Nobel, la física reconoció a Michel Mayor por sus investigaciones de 1995 que allanaron el camino para el descubrimiento del primer planeta fuera del Sistema Solar. En un observatorio al sur de Francia, con la ayuda de su alumno de doctorado Didier Queloz, empleó instrumentos hechos a medida inaugurando un campo de estudios que ha revelado más de 4 mil exoplanetas. Mundos que, probablemente, estarán fuera de nuestro alcance migratorio.
Ya sea en medio de la nada, en una zona rural o el centro de una gran metrópolis los humanos siguen maravillándose con el majestuoso brillo de la Luna. En el vecindario cósmico, es nuestro vecino más cercano pero también satélite natural. Y, desde que la humanidad empezó a poblar la Tierra, es motivo de leyendas milenarias que dan cuenta de la fascinación que tenemos por ella. Sin embargo, la Luna ha sido compañera de la Tierra desde mucho antes, tanto como 4,000 millones de años, y su influencia en la vida sobre este planeta va mucho más allá de lo que aparenta.
A estas alturas todos sabemos que algunos planetas son orbitados por satélites naturales comúnmente llamados lunas. Sin embargo, un par de astrónomos descubrió que estos cuerpos celestes de hielo y roca también pueden ser orbitados por objetos de menor tamaño, como si se tratara de “lunitas”.
