En Sudamérica, la ayahuasca es una bebida tradicional indígena empleada en rituales religiosos y para fines terapéuticos. El chamanismo la emplea para inducir cambios intensos en la percepción, emoción o cognición. La preparación de esta bebida se hace por decocción al combinar ayahuasca (Banisteriopsis caapi) y chacruna (Psychotria viridis). Ambas plantas destacan por su contenido de dimetiltriptamina (DMT), una sustancia alucinógena.
Ahora, investigadores españoles encontraron que la DMT podría contribuir al tratamiento de enfermedades psiquiátricas y neurodegenerativas. El estudio, realizado por personal de la Universidad Complutense de Madrid, se publicó hace algunas semanas en la revista Translational Psychiatry de Nature Research.
Y la DMT no sólo promueve la formación de nuevas neuronas, también impulsa otras células neuronales, como los astrocitos u oligodendrocitos, elementos importantísimos del sistema nervioso central.
Ayahuasca y enfermedades neurodegenerativas.
Los astrocitos forman una red de soporte que sustenta y nutre a las neuronas. Por otro lado, los oligodendrocitos producen la vaina de mielina que aísla y protege a las neuronas. En la investigación, realizada sobre ratones, se observó que la estimulación neurogénica tras un tratamiento con DMT está vinculada a una mejora del aprendizaje espacial y las actividades de memoria in vivo.
“Las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y Parkinson, surgen como consecuencia de la muerte de cierta clase de neuronas. Aunque los humanos poseemos capacidad de generar nuevas células neuronales, no siempre es factible pues depende de varios factores”, señalan en el estudio.
José Ángel Morales, investigador del Departamento de Biología Celular de la Universidad Complutense de Madrid, dicen que “la capacidad de la dimetiltriptamina para regular la plasticidad cerebral sugiere que se trata de una sustancia con potencial terapéutico enorme en el tratamiento de padecimientos psiquiátricos y neurológicos, incluidas las enfermedades neurodegenerativas”.
El hippie que se mete ayahuasca: Big brain time