Ratas explosivas en la Segunda Guerra Mundial

Difícilmente escucharás sobre la Special Operations Executive (SOE). Si no te resulta familiar, déjame decirte que es un tema fascinante. En el marco de la Segunda Guerra Mundial, este grupo de operaciones especiales de Gran Bretaña ejecutó actos de espionaje y sabotaje contra las fuerzas del Eje por toda Europa.

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Ingenio al servicio de la guerra.

No se sabe si los instruyeron para ejecutar las misiones de la forma más loca posible, al más puro estilo de James Bond, pero definitivamente figuraron por su forma de actuar. Este grupo que trabajó «en nombre de la reina y el país», también se conoce por otros títulos no oficiales como «Los guerrilleros de Baker Street» o «Ministerio de guerra no caballerosa».

También te sorprenderás al saber que Christopher Lee, quien diera vida a Saruman en la saga de El señor de los anillos, formó parte de ellos. Pero, la parte más interesante está en sus métodos de actuación poco ortodoxos.

Este grupo diseñó y produjo pistolas sorprendentemente silenciosas con supresores incorporados denominados Welrods. Al disparar, estas armas hacían menos ruido que una pistola de CO2. Sus agentes llevaban cuchillos ocultos en las suelas de los zapatos. Instalaron minas terrestres disfrazadas de estiércol de animal. También se tiene registro de que utilizaron abrojos metálicos y ballestas, convirtiéndose en unos guerreros medievales contra el enemigo en pleno siglo XX.

Las ratas explosivas.

Y si hablamos del Medioevo, es imposible ignorar la relación tan complicada que tuvo Gran Bretaña con las ratas en el pasado. Desde la peste negra, la devastación quedó asociada con estos animales. Por eso, en 1941 la SOE decidió cobrar la deuda que tenían las ratas con los británicos. Prepararon un centenar de ratas con explosivos, y los resultados fueron variopintos.

Como señala un reportaje de la BBC, era una idea muy simple e ingeniosa. Vestidos como elegantes profesores, los miembros de la SOE solicitaron una caja repleta de ratas muertas a un proveedor inglés, supuestamente para un experimento universitario. Después, desollaron las ratas y moldearon explosivos con el tamaño y forma aproximada de los roedores.

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Si pensabas que la taxidermia no podía volverse un oficio más espeluznante, aquí es cuando te enteras que estos hombres cosieron las pieles de las ratas sobre las bombas. Suponían que, si encargaban a las fuerzas de resistencia esparcir estas ratas explosivas en las inmediaciones de las calderas alemanas, eventualmente alguien las encontraría y diría «qué asqueroso, una rata muerta» y la arrojaría al fuego. La explosión perfecta.

Miedo a las ratas de los nazis.

Desafortunadamente, el primer envío de Speedy Gonzales explosivos fue interceptado por las fuerzas alemanas. El lado positivo de esta historia es que los nazis adquirieron un miedo repentino a las ratas muertas cuando se divulgó el rumor de que estaban repletas de explosivos.

Las fuerzas alemanas escudriñaban los campos buscando ratas bomba. Según los informes de la SOE, la sola idea de que el enemigo distribuía miles de ratas explosivas en el continente producía un «efecto moral extraordinario». A veces, una suposición es mucho más fuerte que un acto real.