Cuando se trata de mascotas, ¿eres de los que aman a los perros o prefieres a los gatos? La respuesta a esta milenaria incógnita podría revelar aspectos interesantes de tu personalidad. Diversas investigaciones se han enfocado en descifrar los rasgos de personalidad que distinguen a cada grupo. Por ejemplo, desde una perspectiva demográfica existen diferencias notables entre la gente que prefiere a los perros o los gatos.
¿Perros o gatos?
Mikel Delgado, investigadora y conductista animal de la UC Davis School of Veterinary Medicine, realizó un estudio en 2015 donde analizó la personalidad de aquellos que preferían una u otra especie. También tomó en cuenta a las personas que confesaron no tener preferencias o simplemente no gustaban de los perros y gatos.
Bajo el término “Big 5”, Delgado englobó las métricas de personalidad empleadas por su investigación. Se trata de la amabilidad, escrupulosidad, apertura, extroversión y neuroticismo. En este contexto, este último rasgo se define como nerviosismo o sensibilidad. De acuerdo con el estudio, estas métricas se encuentran en todas las culturas del mundo y constituyen una forma efectiva de comprender la personalidad humana.
En la investigación se observó que quienes optaban por los gatos tendían a manifestar mayor franqueza y neuroticismo. Mientras tanto, los que prefirieron a los perros se identificaban a sí mismos como extrovertidos y amables. Estos resultados coinciden con estudios previos del mismo tema.
Por ejemplo, previo al trabajo de Delgado se sabía que aquellos que prefieren a los perros dominan en mayor medida las interacciones sociales. Además, tienden al narcisismo. En otro estudio se encontró que resulta más probable que los individuos que prefieren a los gatos sean mujeres. Sin embargo, es importante tener en cuenta que esta clase de investigaciones no son a prueba de fallas.
No generalizar.
“La mayoría hacemos investigación con presupuestos ajustados, y se trata de estudios basados en encuestas”, señala Delgado. Generalmente, los participantes de esas encuestas son compensados por su participación. Y se trata de poblaciones balanceadas que resultan de interés particular para la investigación.
En ese sentido, el científico señala que “las personas dispuestas a responder una encuesta, especialmente cuando es extensa, sobre sus mascotas se ciñen a cierto grupo demográfico”. Además, según Delgado, es probable que el apego hacia sus animales sea mucho mayor que el de un dueño promedio.
Sesgos metodológicos.
En esta clase de estudios, un gran porcentaje de los participantes son mujeres, a menudo llegando a representar entre el 85 y 90% del total de encuestados. Y siendo consistente con la demografía que posee mascotas en los Estados Unidos, también se trata de personas blancas. Así, resulta mucho más probable que la información recabada a través de esas encuestas ofrezca un panorama limitado a esa población en específico. Por lo que no se puede englobar lo que todos los dueños de mascotas piensen o sientan.
Por si fuera poco, la industria que obtiene dinero de las mascotas aporta financiamiento a esta clase de investigaciones. Consecuentemente, interviniendo e influyendo en la labor realizada. Por ejemplo, es posible que alguna investigación asocie rasgos de personalidad con determinada clase de animales y sugiera que la posesión de una mascota es algo atractivo.
Aunque indirectamente, se apoya la venta de animales y de productos destinados a los mismos. Por otro lado, es difícil que una investigación enfocada en la forma que un propietario beneficia o perjudica el bienestar del animal reciba financiamiento.
Perros y gatos son animales muy distintos.
Intentar clasificar a las personas según sus gustos por los perros o los gatos es apenas una parte de un tema complejo. Peor aún, al hacerlo “tratamos a los gatos y perros como si fueran equivalentes de alguna forma”, dice Delgado. “Y se trata de animales muy diferentes”.
La domesticación de perros y gatos no se produjo de la misma forma. Atendió a diversas épocas y comportamientos naturales que resultan más o menos compatibles con las necesidades humanas. Al igual que los humanos, estos animales son muy diferentes entre sí. Lo que funciona para un dueño y su gato, podría no servir para otro humano con otro gato.
Todos estos factores, agravados por experiencias previas con otras mascotas e incluso la influencia del Internet en la cultura de los animales domésticos, determinan la respuesta de una persona cuando le preguntan si prefiere gatos o perros. Además, Delgado hace énfasis que nunca se ha estudiado aquello que diferencia a las personas que gustan de las mascotas de las que no. Aparentemente, se trata de una diferencia mucho más fundamental y compleja.
Quizá, la pregunta a resolver no es si eres más compatible con perros o gatos. Sino si tienes la capacidad de poseer una mascota y ajustar tu amabilidad, escrupulosidad, apertura y cualquier otro rasgo para entablar una relación con tu nuevo amigo.
Que pex con la foto de portada!!??
Y si prefiero a CatDog?
¡solito en el mundo vive el pobre CatDog!