La reciente actividad solar marca un nuevo hito en el seguimiento de eventos cósmicos relevantes para la humanidad. Una poderosa perturbación magnética desató el caso más severo de interrupción radial en la última década. Este fenómeno, conocido como erupción solar, emite oleadas de energía capaces de perturbar infraestructuras críticas en nuestro planeta. Incluidas las redes eléctricas y los sistemas de comunicación.
El pasado 14 de diciembre, atestiguamos una erupción catalogada como X2.8, emanando de la zona de manchas solares AR 3514. En la escala que mide la intensidad de las erupciones solares, “X” denota la más intenta que el Sol puede producir con subclases numeradas de 1 a 8. En Sudamérica, esta explosión provocó un apagón moderado de radio durante aproximadamente un centenar de minutos. Afectando sobremanera a las señales de alta frecuencia. Mientras que, en América del Norte, el mismo evento solar llegó a bloquear frecuencias más bajas.
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Los efectos se sintieron con mayor intensidad sobre territorios que abarcan desde Canadá hasta la punta de Argentina y Chile, e incluso alcanzaron a la distante Antártida. Los pilotos reportaron problemas significativos de conectividad, una muestra clara de que los impactos de tales fenómenos no se limitan a la esfera científica, sino que entran en el campo de la seguridad y la operatividad cotidiana.
Una erupción solar formidable.
En el trasfondo de este formidable espectáculo natural, una eyección de masa coronal (CME) proyectó una inmensa onda de plasma a través del Sistema Solar. Aunque, para alivio de muchos, esta no llegó a colisionar con la Tierra. Cabe destacar que este ha sido el evento solar más significativo desde el registrado en septiembre de 2017, una erupción solar de clase X8.2 que destaca posa como referencia por su magnitud.
Según expertos, actualmente nos encontramos en el ciclo solar número 25, con predicciones que apuntan al año 2025 como el comienzo del máximo solar. Esto sugiere que los episodios de esta naturaleza podrían intensificarse en los próximos años, potencialmente aumentando las probabilidades de un apagón global del Internet.
No obstante, no es momento de alarmarse. Los científicos centran sus esfuerzos en incrementar la precisión de los pronósticos de CMEs peligrosas. Para así proporcionar alertas tempranas que permitan a las autoridades tomar medidas preventivas para reducir el riesgo de daños. De esta manera, la observación del cielo se convierte en una herramienta de prevención vital para nuestro avance tecnológico y bienestar colectivo.