Imagina que estás pasando por una serie de síntomas que apuntan a la depresión y, en lugar de solicitar una sesión con un psicólogo, simplemente defecas en un bote de muestras para laboratorio para descubrir si la enfermedad te está aquejando. Parece algo enfermo, pero el avance en los estudios sobre los vínculos entre las bacterias de nuestro intestino y nuestro estado de ánimo apuntan exactamente hacía este camino.
En el organismo humano existen miles de millones de bacterias y virus poblando diversas partes del cuerpo. Estas bacterias producen vitaminas y rompen la energía de los alimentos que se consumen. Pero no solo eso, también se encargan de producir varias sustancias químicas – incluso neuroquímicas –, y algunos científicos creen que algunas de estas son responsables por la comunicación entre las neuronas y la regulación del humor, como la dopamina y la serotonina. Y no es casualidad, pues estas sustancias también están relacionadas a las enfermedades intestinales, que muchas veces coinciden con enfermedades mentales como la depresión y la ansiedad.
Es decir, por más extraño que parezca, la microbiología y la neurociencia tienen mucho en común. Las causas más comunes de la depresión están en una predisposición genética, desequilibrio hormonal o de neurotransmisores, traumas infantiles o acontecimientos en la vida. En el futuro, las bacterias podrían hacerse con un lugar de esta lista.
La científica Mark Lyte y su grupo de especialistas de la Universidad Tecnológica de Texas han venido realizando experimentos para demostrar la forma en que algunos microbios intestinales influencian el cerebro imitando fármacos psiquiátricos. El grupo estudia los compuestos psicoactivos encontrados en las heces de monos, para después transferir los microbios de una primate recién nacido a otro intestino y ver el desarrollo neurológico del segundo animal.
La hipótesis es que una variedad de trastornos neurológicos, entre ellos el autismo y la hiperactividad, pueden estar relacionados con los problemas gastrointestinales. Y alterar las bacterias en el organismo de una persona es mucho más fácil que cambiar sus genes. Aparentemente los científicos habían estado enfocados en el lugar incorrecto hasta ahora.
Espero que no existw la «evidencia cientifica» que probarla tu mismo te ayude con el problema.
Santas cacotas batman
un post de merda literalmente
ooorale que loco. bueno ahroa tmb el piscolo tendra que ver como hasces la popo para empezar por ahi. interesante, muy interesante.