Después del terremoto y tsunami de Japón en 2011, que causaron colapsos importantes en tres reactores de la planta nuclear de Fukushima Daiichi, las escuelas locales restringen las actividades al aire libre y los padres (comprensiblemente) quieren mantener a sus niños al interior de los hogares. Eso ha arrojado una consecuencia inesperada. Los niño de Fukushima d 5 a 9 años y de 14 a 17 son los más gordos en el país.
El Ministerio de Educación dio a conocer un informe preliminar en todo el país la semana pasada, definiendo como «obesos» infantiles a los niños que pesan un 20% más que el promedio. En Fukushima, la tasa de obesidad entre los menores de 6 años de edad fue de 11.4 por ciento, frente al 6.3 por ciento de 2010. Mientras que las niñas de la prefectura que rondan los 8 años arrojaron una tasa que se duplicó al 14.6 por ciento.
Después del desastre, 449 escuelas establecieron límites en la cantidad de tiempo que los niños podrían estar al aire libre, y hasta septiembre pasado, las restricciones seguían en vigor en 71 escuelas. Pero incluso en zonas donde los niveles de radiación fueron marcados como seguros, los padres siguen manteniendo a sus hijos en el interior. La zona noreste de Japón, donde se encuentra Fukushima, por lo general encabeza los índices de obesidad debido a los duros inviernos obligando a la gente a recluirse en sus hogares, pero nunca había mostrado indices tan preocupantes.
Aquí está la buena noticia para los niños: decenas de patios interiores se están construyendo en Fukushima, dándoles una vía de escape para toda esa gordura.
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