Mi familia es perseguida por alguien (Parte I)

Publico esto aquí porque parece ser el único lugar donde las personas pueden entender lo que sucede con mi familia y conmigo. Empezó hace mucho tiempo, y cuando los acontecimientos pasados lleguen al final, las publicaciones serán sobre lo que sucede en el presente. Empiezo por pedir disculpas si esto se extiende demasiado pero créanlo, no existen palabras suficientes para describir todo lo que sucedió. Cambié los nombres por cuestiones de privacidad de mi familia y de todos los involucrados.

alguien nos persigue

Todo inició en un viaje por carretera hace más o menos 4 años. Partimos del Norte de California hacia la costa este, viajando a través del centro oeste. Íbamos todos, mi esposa Kimi, mi hija de 7 años Katy y mi hijo de 5 años Alex. Todo fue tranquilo durante los primeros días. El viaje se demoró un poco pues realmente no teníamos prisa; básicamente nos detuvimos en cada punto turístico que aparecía en el viaje por el interior. Pero una noche, en un estado que no puedo recordar, sucedió una serie de eventos que hasta hoy no se detienen.

Eran aproximadamente las 9 de la noche de un jueves, y democráticamente habíamos decidido detenernos en el próximo lugar que apareciera para comer. Observamos una señal de salida en la siguiente desviación que llevaba a un sitio llamado Daisy’s Diner. Fuimos hasta ese lugar y nada parecía extraño. Estaba oscureciendo, así que después de comer buscaríamos un hotel para pasar la noche.

Daisy’s era un restaurant clásico de una ciudad pequeña, con señales de carretera adornando las paredes y un mesero que llamaba a todo mundo «amigo». Emanaba una sensación muy fuerte de «pequeña ciudad estadounidense». La comida tenía un gusto muy casero. Pude imaginar ese lugar abarrotado con mucha frecuencia. Sin embargo, debido al horario en que llegamos, tan sólo había 4 personas. Un hombre y una mujer comían juntos en una mesa para dos, mientras que dos hombres estaban sentados por separado en el balcón. Los cuatro clientes salieron del lugar antes que nosotros, después dos hombres más ingresaron en momentos distintos. Fue el último hombre que ingresó el que nos informó sobre lo que había sucedido. Me informó que, de ser el dueño del Hyundai que se encontraba estacionado afuera, lo acababan de saquear.

Corrí al estacionamiento y, como había dicho el hombre, la puerta estaba abierta y todo adentro había sido revisado. Los CDs estaban esparcidos por los asientos, los papeles de la guantera habían sido arrojados al bote de la basura, las maletas de mis hijos que se encontraban en el asiento trasero también fueron abiertas y revisadas. Me puse furioso. Solicité ver las cámaras de seguridad, pero me dijeron que no funcionaban, sólo las tenían para disuadir a los asaltantes. Pregunté si sabían quiénes eran los clientes que se habían ido antes de nosotros. El solitario mesero dijo que conocía personalmente a uno de los hombres, me dijo que era una buena persona. Yendo contra mi instinto, decidí no perseguirlo a él ni al otro hombre, aún no identificado, para dejar que la policía se hiciera cargo de la situación.

mujer en la carretera terror

Le expliqué a la policía que, según pude notar, nada había sido robado y tampoco habían dañado el carro. El mesero me dio el nombre del sujeto que conocía, y la policía también sabía de quién se trataba. No por estar fichado, sino por ser un miembro muy activo de la iglesia local, era una persona querida en toda la comunidad. Pero había otro hombre, y todo lo que había visto de él era su espalda. En general, no se levantó una denuncia formal por el robo, solamente un boletín y un aviso para que la policía se mantuviera alerta. Supuse que el sujeto en el restaurante había visto nuestro automóvil lleno de cosas, y como estaba fuera de nuestra vista, tomó la oportunidad.

Nos condujeron a un hotel en la misma ciudad que se encontraba el restaurante. Dado que era cerca de la medianoche y mi esposa quería descansar, decidimos que estábamos lo suficientemente seguros para pasar la noche allí. Analicé todas las razones para irnos, pero la verdad es que estaba demasiado cansado para seguir conduciendo. Sin embargo, cuando llegamos al hotel nos dimos cuenta que parecía directamente sacado de una película de terror. Al cartel le faltaban letras, y sólo había dos automóviles en un estacionamiento sucio. Dicho esto, el área se encontraba bien iluminada y ofrecía abrigo y unas horas de sueño.

El sujeto que nos atendió en la recepción tenía un aura un poco extraña, pero la caminata hasta la habitación fue tranquila. De hecho, hasta la mañana siguiente creí que la noche había pasado tranquila. Cuando nos preparamos para ir a dormir, revisé tres veces todas las cerraduras: las dos puertas que daban al pasillo y la puerta que daba a la habitación contigua. No era una situación ideal, pero la única habitación que tenía dos camas matrimoniales estaba conectada con otra. El recepcionista nos informó que la única otra persona hospedada se encontraba en una habitación al otro lado del hotel, e incluso nos mostró que el cuarto adyacente se encontraba vacío. Todos dormimos bien, e incluso más de lo que habíamos planeado. Desperté y abrí las cortinas para observar nuestro automóvil, que había estacionado justo frente a la habitación. Todo estaba normal, al menos por el exterior. Había un pequeño trozo de papel colocado en el suelo justo frente a la puerta. Creyendo que era un recibo por la estadía, lo ignoré y me fui a preparar para ese día de viaje.

Después del baño me recosté en la cama para ver un poco la televisión, dado que mi esposa demoraba cuatro veces más que yo para prepararse. Fue entonces que decidí echarle un vistazo al recibo. Tomé el papel que estaba doblado y lo abrí. Mi corazón casi se sale del pecho cuando descubrí que en realidad era un dibujo que antes estaba en la mochila de mi hija, pero con un pequeño cambio. Un retrato de nuestra familia, pero el ladrón había dibujado una versión grosera de él mismo, con las palabras «es bueno verte». Los dibujos adicionales habían sido hechos con crayolas​como el original, pero no había nada en el hombre dibujado que me recordara a alguien. Todo lo que sabía era que quien fuera que haya robado nuestro auto, nos había seguido hasta el hotel para poner el dibujo dentro de la habitación. O por lo menos era lo que creía.

sombra en la habitacion

Mi hijo, como el niño observador y curioso que era, estaba jugando con sus carritos en el suelo cerca de la puerta cuando me preguntó que era aquel pedazo de caucho que se encontraba en la parte inferior de la puerta. Entonces le expliqué que era para evitar que cosas como la nieve y las hojas entraran a la habitación, que también mantenía el ambiente frío en verano y cálido en invierno. Fue cuando me di cuenta que el trozo de caucho hubiera impedido que un papel pasara por la puerta. Esa revelación me llegó como un golpe. Quien fuera que haya colocado ese dibujo ahí, había entrado a la habitación. Revisé las cerraduras de la habitación adyacente y una había sido abierta. Procurando no asustar a mi esposa, hice que saliéramos lo más rápido posible usando como pretexto que habíamos dormido demasiado y que quería recorrer un buen tramo ese día. Pensé en hablar con el encargado, pero por la mañana una joven lo había sustituido, y no pretendía quedarme un segundo más a esperarlo.

Fuimos hasta la carretera sin interrupciones y continuamos con nuestro viaje. Mi esposa preguntó si sucedía algo malo, y me limité a decirle que seguía cansado. Seguimos el resto de nuestro viaje sin que sucediera nada extraño. Además de los incidentes en Daisy’s Diner y en Hotel Galleria, nuestro viaje fue muy divertido. Nuestros pasatiempos fueron una perfecta distracción para aquella sensación de pesadez en mi estómago.

Procuré buscar una ruta diferente mientras volvíamos a casa, para no tener que pasar por aquella ciudad donde todo sucedió. Tres semanas después finalmente regresamos a casa. Toda la correspondencia estaba amontonada en la entrada, así que la tomé toda mientras entraba a la casa por primera vez en un mes. Mientras caminaba, revisé las cartas y fue ahí donde todo volvió a empezar.

Más o menos a la mitad de la pila había una carta sin remitente. La abrí y encontré una nota escrita a mano en un papel doblado por el medio.

«La niña dibuja muy bien».

sueños de terror nina viendo tv

Desdoblé el papel y era otro dibujo de mi hija. Se trataba de un perro blanco y café. Sospeché que quién hubiera hecho aquello había conseguido nuestra dirección por el registro del vehículo o algún otro documento en el automóvil. Lo informé a la policía, que hizo un trabajo nulo en relación a la seguridad de mi familia. Aún no se lo contaba todo a mi esposa, pues eso la preocuparía aún más. Empecé a preguntarme cuántos dibujos de mi hija había en su mochila, sabía que eran varios. Después comentaré más sobre eso.

Todo sucedió perfectamente normal en el transcurso de una semana, hasta que un día regresamos a casa tras una tarde en familia en el parque. Entramos y los niños corrieron a ver la televisión. Mi esposa se dirigió a la cocina para preparar un bocadillo para los dos. Yo fui al baño. Cuando salí, mi esposa se encontraba en la puerta corrediza que daba al patio. Fue ahí que lo escuché: ladridos. La mente se me nubló, y me rehusaba a creerlo, no podía ser verdad. Pero ahí estaba un pastor alemán, negro con café. Debía tener más o menos un año y se encontraba atado a la cerca de nuestro patio. Los niños ya habían escuchado los ladridos y corrieron para ver lo que estaba pasando. Todos nos aventuramos a salir de casa y les pedí que se retiraran mientras yo inspeccionaba mejor al perro. La correa estaba de una forma que hacía parecer que el perro había tirado de la cerca. No tenía sentido. Pero era obvio que el perro había sido colocado a propósito. Cuando me acerqué, el perro me lamió la mano y se echó panza arriba esperando mis muestras de cariño. Parecía que los niños le agradaban y demostraba su amor moviendo frenéticamente la cola.

Mi esposa, con su corazón de pollo, me dijo que nos quedáramos con el perro. Contra mis instintos, pues sabía de dónde había venido el perro, y esforzándome por proteger a mi familia, estuve de acuerdo. Lo llamamos Roscoe, nombre que mi hija eligió. De alguna forma extraña sentía que estaba haciendo exactamente lo que quería que hiciera el hombre misterioso. Evidentemente no era una coincidencia. Este incidente con el perro no parecía significar una amenaza. Nada tenía sentido.

El perro se convirtió en un miembro de la familia rápidamente. Tuvo una afinidad fuerte con Katy, lo que me hacía sentir un poco incómodo. Mientras disfrutaba al perro y le proporcionaba todo para que tuviera una buena vida, una parte de mí lo menospreciaba. La parte que odiaba lo que él representaba, el hecho de que un hombre extraño nos haya entregado un perro parecido al de un dibujo de mi hija. Sospechaba que él sabía que nos habíamos quedado con el perro, y que el animal vivía feliz aquí. Sentía que ya había hecho esto una vez y había salido bien librado.

Pero no había forma de que tuviera total certeza. Ya había llamado a la policía y me habían dicho que no tenía nada de que preocuparme. Desde mi punto de vista, estoy seguro que me hubieran dicho lo mismo, sobre que mi familia no necesariamente era víctima de un acosador. Por supuesto, estábamos siendo perseguidos de cierta forma, pero desde que habíamos llegado a casa nadie nos había seguido y no habíamos recibido llamada alguna. La única correspondencia era la carta que había ocultado a mi esposa. No había nada proactivo que pudiera hacer para proteger a mi familia, así que supuse tendría que actuar conforme las cosas fueran surgiendo.

Finalmente el verano llegó, y teníamos esa tradición. Pasábamos una semana entera en una cabaña de mi padre fallecido. La idea de cancelarla ese año pasó por mi mente, pero decidí no hacerlo pues no había acontecido nada desde que recibimos a Roscoe como regalo. Así que pusimos las maletas en el carro e hicimos el viaje de 4 horas a la cabaña que se situaba en una ciudad llamada Long Lake.

 

(Continuará)

Parte I

Parte II

Parte III

Parte IV

Parte V

Parte VI

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