El escepticismo en torno al primer “trasplante de cabeza”

Finalmente, el neurocirujano Sergio Canavero anunció en una conferencia de prensa el pasado viernes en Viena, Austria, que había concluido exitosamente el primer trasplante de cabeza humana entre dos cadáveres. Sin embargo, en el mundo científico existe mucho escepticismo en torno a esta noticia pues Canavero jamás ha presentado una evidencia real de su investigación, y mucho menos una prueba que sustente lo que afirmó el viernes pasado.

caanvero

 

El procedimiento y la información turbia.

El Grupo de Neuromodulación Avanzada de Turín, dirigido por Canavero, aseguró haber removido la cabeza de un cadáver para anexarla al cuerpo de otro cadáver, uniendo la columna vertebral, nervios y vasos sanguíneos. Además, el médico aseguró haber estimulado los nervios del cadáver tras el procedimiento, como una garantía de que su método fue exitoso.

Fue un procedimiento que se extendió durante 18 horas en China, donde un equipo de la Universidad de Medicina de Harbin, liderado por el Dr. Xiaoping Ren, asistió a Canavero.

El neurocientífico también formó parte del equipo, pero no divulgó ningún detalle sobre la técnica empleada, limitándose solamente a mencionar que en los “próximos días” se publicaría un artículo científico.

Para la comunidad científica, Canavero no es un hombre de confianza. Por ejemplo, en 2016 aseguró haber llevado a cabo el mismo trasplante en un mono, pero jamás publicó un artículo sobre el tema.

Por si fuera poco, en los varios artículos que ha publicado donde reivindica haber seccionado y unido las médulas espinales de animales como ratones y perros, la información no es clara respecto al funcionamiento de este procedimiento, y tampoco ha sido revisada por otros especialistas.

 

Lo que sabemos hasta ahora.

Cuando Canavero hablaba sobre sus planes para esta clase de cirugía en el pasado, el proceso referido era el trasplante de cabeza o de un cuerpo entero. Sin embargo, el pasado viernes describió su trabajo de forma distinta.

“Mi objetivo principal no era trasplantar una cabeza, si no llevar a cabo un trasplante de cerebro”, puntualizó en la conferencia de prensa.

El procedimiento que eventualmente pretende lograr – como quiera que se llame – implica cortar segmentos de la médula espinal de una persona lesionada, con el objetivo de sustituir la parte cortada con segmentos de la médula espinal saludable de un donante, uniendo las partes.

Para “pegar” la médula espinal, Canavero pretende emplear polietilenglicol (PEG), una sustancia que comúnmente se utiliza en el laboratorio para obligar a las células a unirse.

El viernes también aseguró que con este procedimiento entre cadáveres se demostró el éxito en sus planes, y que junto con su equipo intentarán llevar a cabo lo mismo en dos donadores de órganos con muerte cerebral antes de, eventualmente, llevar a cabo una cirugía parecida en un paciente paralizado del cuello para abajo.

 

La inmortalidad.

Canavero también mencionó que su objetivo final, como científico, no es llegar a una cura para la lesión de médula espinal, si no prolongar la vida.

De la misma forma que lo hizo Victor Frankenstein en la ficción, Canavero pretende engañar a la muerte. El cirujano prevé un futuro donde personas saludables tendrán la opción de elegir trasplantes de cuerpo entero como una opción de vivir más tiempo, eventualmente llevando sus cabezas a cuerpos clonados.

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Los escépticos.

La evidencia actual de que un trasplante de cuerpo entero pueda tener éxito se basa en pocos experimentos realizados con animales que muchos especialistas tachan de no conclusivos.

Es probable que todo lo que Canavero afirme sea verdad, y que un trasplante de cabeza sea algo inminente en el mundo médico. Por muy loco que parezca, las ideas de esta clase son necesarias para romper las fronteras.

Pero cuando se habla de ciencia, lo que importa son las evidencias. Se ha estudiado muy poco este procedimiento y sus riesgos. Si Canavero no empieza a investigar de forma abierta, honesta y realista, resulta muy complicado que la comunidad científica lo tome en serio.

Hasta que no se tenga evidencia convincente de que dicho trasplante es realmente posible, lo más prudente es mantenerse del lado de los escépticos.

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