La humanidad ha invertido buena parte de su existencia en acciones autodestructivas que no aportan nada a la civilización: destrucción del medio ambiente, hambrunas, epidemias, guerras y un larguísimo etc. Sin embargo, también tenemos aspectos positivos que contribuyen al desarrollo como el aprovechamiento de energías renovables, la proliferación del Internet, las diversas sondas que investigan objetos espaciales como Marte y la Luna, el descubrimiento del Bosón de Higgs, etc.
Cada día, la civilización humana enfrenta toda clase de calamidades y, simultáneamente, sostiene una búsqueda constante de innovación tecnológica. Esta lucha entre el bien y el mal irremediablemente hace surgir cuestionamientos: ¿cómo sopesar el cúmulo de innovaciones y descubrimientos impulsados por la ciencia contra todo ese caos? ¿Cómo medir nuestro progreso como civilización?
En 1964, el físico ruso Nicolai Kardashev fue pionero en buscar medir y escalar el progreso de la civilización humana. El modelo que desarrolló llegó a ser conocido como escala de Kardashev, y consiste en una serie de parámetros que miden el avance tecnológico de una civilización en función de la energía que es capaz de aprovechar. En palabras más llanas: mientras más desarrollada es la tecnología de una civilización, mayor es la energía que puede aprovechar. Curiosamente, entre más óptimo se hace el aprovechamiento de la energía, mayor es la tecnología aprovechable. Una civilización puede llegar tan lejos como su tecnología y capacidad para aprovechar la energía se lo permitan, según Kardashev.
La original escala Kardashev.
Cuando publicó el artículo en 1964, Nicolai Kardashev propuso tan solo tres categorías o niveles para clasificar a las civilizaciones tomando como referencia su habilidad para aprovechar la energía.
Tipo I.
Una civilización de primer nivel está limitada por un avance tecnológico que le permite aprovechar la totalidad de los recursos energéticos que provee el planeta donde reside. Hablando de la Tierra, la suma total de energía oscila los 7×1017 watts. Sin embargo, hasta ahora los humanos solamente tenemos capacidad tecnológica para aprovechar energía equivalente a los 4×1012 watts. La tecnología disponible en la actualidad no es suficiente para posicionarnos siquiera cerca del límite superior del primer nivel en la escala Kardashev. Algunas estimaciones optimistas sugieren que podríamos alcanzar esa frontera para el año 2200.
Tipo II.
Las civilizaciones intermedias de la propuesta original serían capaces de aprovechar también la energía proveniente de la estrella madre. Esencialmente, se habla de una civilización con tecnología suficiente para construir una esfera de Dyson, un concepto teórico que implica rodear estrellas como el Sol para extraer toda su energía. Si los humanos alcanzáramos dicho nivel, la energía que podríamos utilizar del Sol equivaldría a 4 × 1026 watts.
Tipo III.
Según Kardashev, una civilización de tercer nivel sería la más avanzada de todas con capacidad tecnológica para explotar la energía de una galaxia entera, una cantidad tan colosal que superaría 10,000 millones de veces a lo que una tipo II podría aprovechar. Una civilización así sería capaz de colonizar la galaxia entera y extraer energía de sus miles de millones de estrellas. Kardashev señaló que una civilización así sería dueña de un poder comparable al de la luminosidad total de la galaxia. Entonces, si se toma como referencia a la Vía Láctea, hablamos de un aprovechamiento energético equivalente 4 x 1037 watts.
El estado actual de la civilización humana.
Pese a que los humanos nos consideramos los seres más inteligentes del planeta, cuando nos ubicamos en la escala Kardashev rápidamente observamos que tenemos un largo camino por recorrer. Michio Kaku, uno de los científicos futuristas más polémicos, cree que llegar al Tipo I requeriría de al menos un par de siglo. El Tipo II podríamos alcanzarlo en algunos cuantos miles de años, pero para que la humanidad termine convirtiéndose en una civilización Tipo III podría requerirse hasta un millón de años.
Carl Sagan también se aventuró a calcular la escala Kardashev para la humanidad empleando el progreso actual de la civilización a partir de valores intermedios (que no fueron considerados en la propuesta original) y, de forma más específica, a través de la extrapolación e interpolación de los parámetros asignados a los Tipos I y III. La fórmula resultante fue esta:
Al extrapolar, Sagan consideró una civilización Tipo 0, no definida por Kardashev, y calculó que en el año de 1973 la calificación para los humanos era de 0.7, cuando la capacidad tecnológica nos posibilitaba a utilizar 10 terawatts de energía.
Modificación de la escala Kardashev.
Pero la propuesta original siguió evolucionando, y en los últimos años la comunidad científica ha propuesto nuevos niveles para medir el avance tecnológico de civilizaciones hipotéticas. Hablamos de civilizaciones cuyo entorno podría limitarse a una galaxia, múltiples galaxias e incluso civilizaciones tan poderosas que tendrían capacidad para desplazarse por el multiverso. Estas son las modificaciones más aceptadas.
Del Tipo 0 al IV.
A muchos les pareció que la propuesta original de tres niveles era muy limitada, sobre todo porque no lograba identificar a la humanidad en ninguno. Por eso, hay cierto consenso en la escala Kardashev y se decidió definirla entre 0 y IV. En el primer nivel se encuentran aquellas civilizaciones con capacidad para extraer energía de los recursos naturales y materia prima que provee el planeta. Evidentemente, los humanos nos ubicamos en este nivel. Sin embargo, en la ampliación de la escala también se dio cabida a una civilización Tipo IV que, hipotéticamente, tendría capacidad para extraer energía de todo el universo.
Sin embargo, el cosmólogo John Barrow revolucionó la propuesta al sugerir una forma totalmente distinta de medir el avance tecnológico de las civilizaciones. Por ejemplo, los humanos presentan una tendencia a manipular el entorno para obtener energía de dimensiones cada vez más pequeñas, en lugar de expandirse por su vecindario cósmico para tal fin. Así, invirtió la escala convencional Kardashev desde Tipo I-minus hasta el Tipo Omega-minus.
La propuesta de John Barrow.
- Tipo I-minus: se trata del tipo de civilización más elemental, capaz de manipular objetos más grandes que sus miembros para construir toda clase de estructuras.
- Tipo II-minus: una civilización avanzada de bajo nivel con tecnología suficiente no sólo para manipular objetos planetarios, también para manipular sus propios genes.
- Tipo III-minus: la clase de civilización que comprende a la perfección la ingeniería genética pero también es capaz de manipular los arreglos moleculares para crear nuevos materiales.
- Tipo IV-minus: una civilización capaz de manipular átomos y crear tecnología a escala atómica para concebir formas artificiales de vida compleja.
- Tipo V-minus: la civilización que ha desarrollado capacidad para ingresar al átomo y manipular partículas subatómicas.
- Tipo VI-minus: la civilización con suficiente poder como para manipular incluso las partículas más elementales de la materia, como los quarks y leptones.
- Tipo Omega-minus: la civilización más sofisticada de todas en esta clasificación, capaz de alterar las estructuras del espacio y el tiempo.
Por ahora, la escala original de Kardashev nos ubica por debajo del Tipo I a pesar de todas las sondas espaciales y los avances tecnológicos del último siglo. Sin embargo, lo más interesante (y desconcertante) es concebir una civilización capaz de aprovechar toda la energía del universo y alterar el tejido del espacio-tiempo, situación difícil de asimilar desde nuestra humilde condición actual.
Muy interesante!