Ella es muy especial – Creepypasta

Eso es lo que papá solía decir, con una sonrisa y una palmada en mi cabeza. ‘Ella es muy especial’, decía al encargado de la tienda de conveniencia. Las personas solían adular a la linda chica con coletas que acompañaba a su padre, siempre decía por favor y gracias, nunca me vieron haciendo un berrinche, era un auténtico ángel.

niña parada en el jardin al atardecer

Tal vez por eso cuando crecí necesité que alguien me diera una palmada en la espalda. Si no recibo un cumplido sobre mi apariencia o lo bien que me desempeño en una tarea, asumo que hice algo mal o que pasé todo el día con un trozo de cilantro atorado en los dientes. Esto no siempre me ha resultado bien. Soy muy especial, pero también puedo ser detestable. Como lo que sucedió con mi jefe.

Adoro mi trabajo como secretaria, es una profesión que me produce gran satisfacción. Incluso encajé un poco en el estereotipo aquella ocasión en que me derretí cuando Jonathan Price, mi jefe, me felicitó por mi blusa y ética laboral en el primer día de trabajo. Sin embargo, al observar el anillo plateado en su mano izquierda y la fotografía con sus hijos sobre el escritorio me recordé que no debía engancharme.

Pero Jonathan era perfecto y, con el paso del tiempo, me di cuenta que me fascinaba.

Nunca quise ser la amante. Sólo quería sentirme amada. Y al estar tanto tiempo con Jonathan, trabajando hasta altas horas de la noche… sucedió lo inevitable. Tras unas cuantas cervezas terminó besándome y regresamos juntos a mi casa. Dormimos juntos.

Me había fascinado durante tanto tiempo y realmente sentía una conexión especial con él, por lo que no dudé en entregarle mi corazón. Él simplemente sonrió y apartó el cabello de mis ojos, diciendo que era esa especie de mujer que no puedes dejar escapar.

Obviamente le creí.

pareja enamorada jovenes

Por supuesto, me tocaba tragar el nudo en la garganta que se hacía cada vez que Mariana iba a visitar a su esposo. Mi amante. También ignoré que me convirtieran en el tema principal de los chismes en la oficina, la forma en que los hombres me sonreían y las otras mujeres me veían por encima del hombro.

Por supuesto que escuché cuando Jonathan juró que la dejaría pronto. Sólo necesitaba encontrar la forma de no lastimarla. Y, por supuesto, cada vez que me solicitaba para encontrarnos en nuestro nido de amor, un hotel en el centro, asistía puntual y dispuesta.

Sí, sé lo que estás pensando de mí. Yo también lo pienso. No soy la flor más bella del jardín, pero como te dije, soy manipulable. Sin embargo, amo a Jonathan, su ética laboral, la forma en que cuida a sus hijos, niños que aprendió muy pronto que yo no podía tener. Me pregunto si eso fue parte de mi atractivo para él. No podía embarazarme accidentalmente.

Él… no me amaba. No era más que una presa fácil, un estereotipo en toda la extensión de la palabra.

Empecé a asimilarlo la semana pasada, cuando me enteré que Jonathan no limitaba la relación con su esposa y, definitivamente, ni siquiera estaba pensando en divorciarse. La mujer esperaba a su tercer hijo, me enteré por las fotografías que publicó en Facebook sobre su cena de aniversario.

Sentí que me golpeaba un tren cuando leí su estado sobre los 15 años que habían estado juntos, y que no podía esperar a ver lo que traerían los próximos 15 años. Lloré. Bebí demasiado. Y entonces le pedí que viniera a mi apartamento. Que necesitábamos hablar.

Son palabras que aterran a cualquier hombre, ¿verdad? A Jonathan le tomó algunas horas llegar, y para entonces estaba todavía más alcoholizada. No suelo beber a menudo, y nunca lo hago en exceso, pero ¿puedes culparme? Acababa de estrellarme contra una dura realidad al darme cuenta que sólo era su mascota, a la que llamaba cada vez que necesitaba saciar sus bajos instintos y decir estupideces sin sentido. Estupideces de las que me enamoré.

Bueno, hice lo que debería haber hecho hace medio año. Le solté toda mi rabia. Dijo que jamás dejaría a su esposa, pero podía seguir manteniéndome como su segunda opción. De verdad que lo intentó, vaya que intentó tranquilizarme, pero esta vez no caería en su palabrería.

“Soy yo o tu esposa. De otra forma, la llamaré y le contaré toda la verdad”.

grito lleno de ira

Había pensado en aquel ultimátum durante una hora. Sentí un profundo orgullo cuando finalmente lo escupí, esperando que eligiera al menos una de las dos opciones para que esta tontería terminara. La cara de Jonathan se puso blanca, después roja, y entonces… eligió una tercera opción.

Matarme.

Jonathan tomó una de las botellas vacías mientras murmuraba algo sobre que yo era un gran problema, y entonces la dejó caer sobre mi cabeza. Hundió mi cráneo al primer golpe, arrojando fragmentos de vidrio por toda la sala. Me desplomé como una roca. Pero, supongo que Jonathan tenía demasiada ira acumulada, pues usó los restos de botella que tenía en la mano para seguir apuñalándome una y otra vez en la garganta. Prácticamente me había decapitado cuando recuperó la cordura.

Por supuesto que Jonathan se asustó. Se aterró. Sólo lavó la sangre de sus manos y limpió la botella antes de escapar del apartamento. Me dejó allí. Completamente sola. Con la cabeza casi separada de los hombros y mi sala de estar repleta de sangre, vino y vidrios.

Hubieran visto la cara que puso al llegar al trabajo. Cuando llegó ya estaba instalada en mi escritorio.

Asesinó a una mujer dos días antes y, comprensiblemente, parecía estar viviendo un infierno. Sin embargo, quedó petrificado cuando me observó sentada en mi escritorio, redactando en el teclado mientras programaba otra cita más para esta semana.

Lo saludé brevemente y regresé al trabajo. Por el rabillo del ojo observé a Jonathan correr hacia su oficina para encerrarse. Eso se sintió tan bien. Observarlo correr completamente aterrado. ¿Dudaba de su memoria? ¿Intentaba convencerse de que todo fue una pesadilla?

Al poco tiempo me quejé de un resfriado, se lo hice saber a buena parte de la oficina. Pero no fui a casa. Me dirigí a la residencia de Jonathan. Una casa hermosa ubicada en una buena zona de la ciudad. Observé a su esposa trabajar en el pequeño jardín frontal y, tras ajustar mi bufanda, salí y caminé directo a ella.

No se percató de mi presencia hasta que estuve justo detrás de ella. Mariana era una mujer muy bella, incluso con aquella mancha de lodo en la cara y sin maquillaje. Me aclaré la garganta y casi deja caer el ramo de flores que tenía en sus manos. Levantó la vista, y me reconoció al instante. “Oh, hola Nicole. ¿Pasó algo?”. Sacudió sus manos y se levantó con una sonrisa de oreja a oreja. El embarazo apenas empezaba a notarse, su vientre apenas crecía.

“¿Podemos hablar adentro?”.

“Por supuesto, amiga. Los niños están en la escuela, regresarán en un par de horas. ¿Te encuentras bien?, tu voz suena un poco áspera”.

“Estaré bien”.

Esperé hasta que la mujer se acomodó en el asiento antes de empezar la conversación más difícil de mi vida. Y empecé con lo peor.

“Tu esposo y yo tuvimos una aventura por casi un año”.

Me resultó triste ver la forma en que Mariana sólo… suspiró. La forma en que asintió. “Lo imaginé, con todas esas noches de trabajo y supuestos viajes de negocio. Iba a contratar un detective privado para que empezara a vigilarlo, así que me ahorraste mucho dinero. ¿Siguen juntos?”.

Lo negué con la cabeza. “No, esto se terminó cuando me arrancó la cabeza con una botella de vino”, le dije.

Frunció el ceño en evidente señal de preocupación, así que se lo mostré. Desenrollé la bufanda de mi cuello y le mostré lo que había escondido toda la mañana en el trabajo.

Mi cuello estaba todo morado y negro, cubierto de carne podrida y cortada. Ni siquiera puedo imaginar el olor para una persona que no está acostumbrada. La podredumbre se extendió hasta mi pecho, que le mostré desabotonándome la blusa. Tuve que arrancarme trozos de piel para sentir algún tipo de alivio, no imaginas lo terrible que es la picazón cuando la carne empieza a podrirse del hueso y la piel lo retiene todo. Incluso me retiré los guantes para mostrarle las llagas y ampollas que se formaron en mis manos.

perfil labios y cuello

El rostro de Mariana se volvió completamente pálido mientras asimilaba la escena. Se ve muy mal. Mi cara es perfecta como siempre, pero del cuello hacia abajo parezco un asqueroso colgajo podrido. Cuando el hedor finalmente alcanzó sus narices, corrió al baño. Desde mi asiento la escuché vomitar frenéticamente.

Estaba por abotonarme la blusa cuando ella volvió, tambaleándose un poco, con la cara pálida, pero logrando mantener la estabilidad. “Espera. Muéstrame otra vez”.

Me encogí de hombros y desabotoné la blusa nuevamente. Si necesitaba una razón para volver a vomitar, con gusto se la proporcionaba. Pero no lo hizo. Se sentó a mi lado y su expresión de asco se convirtió en asombro. “… antes que Jonathan insistiera en que cuidara a los niños a tiempo completo, era cirujano. Tú… no deberías estar con vida. No puedes estar viva. ¿Eres un fantasma?”.

“No”, sacudí mi cabeza. “Esto me sucede a veces. Estoy sorprendida de que haya sucedido después que tu esposo me matara, pensé que era el fin. Pero entonces me desperté con el cuerpo cayéndose a pedazos, tal vez se trataba de la muda, o quizás sucede cuando me lastiman demasiado, no lo sé”.

“Jonathan…”, la mujer se estremeció y sacudió la cabeza. “Es un maldito bastardo, pero él jamás…”.

“Me golpeó con una botella de vino, Mariana”. Saqué los fragmentos de cristal cubiertos de sangre de mi bolso. “Y luego, cuando se rompió, me apuñaló en el cuello. Todo porque le dije que lo nuestro había terminado”.

Empezó a llorar. Las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras su labio inferior temblaba al ritmo de los sollozos. “No… no… por Dios, lo siento mucho, cariño. Nunca pensé… nunca…”.

“Necesito de tu ayuda”.

Volví a abotonarme la blusa, pero la bufanda se quedó en mi regazo. “Me llevará algunas semanas recuperarme completamente, aunque papá me contó una forma de ayudarme a sanar más rápido. Su hermana era igual que yo. Se desbarató, pudriéndose como un cadáver, y a los pocos días se veía tan bonita como siempre. Sin embargo, le tomaba mucho tiempo, demasiado… hasta que empezó a trabajar en una funeraria”.

No tuve que esforzarme demasiado para convencerla de que me ayudara. Los niños tenían una pijamada en casa de los abuelos esa noche, realmente son buenos hijos. Hay una copa de vino con medicamentos para dormir listos para cuando Jonathan regrese a casa. Yo estoy en el sótano, matando el tiempo arrancándome toda esa piel podrida y preguntándome a qué sabe la carne humana. Mariana ya dijo que podía quedarme en la casa mientras me recupero. Pretende estudiarme. Soy algo que nunca ha visto antes y está fascinada.

Ella dice que soy muy especial.

8 comentarios en “Ella es muy especial – Creepypasta”

  1. Sabes no quiero ser chismosa aunque con esto que diré, lo seré.. pero en facebook ya han publicado tu historia y no te dan el crédito y sabes me molesta que las personas hagan suyos los éxitos de otros, esta es una buena historia

  2. Como que no entendí muy bien la historia o era una muerta viviente o una especie de condenada la cual no murió solo para castigar al hombre que intentó matarla ¿era una de las dos opciones quizá era la última opción o quizá ninguna no se?

    1. No hermano, si no lo entendiste regrésate a la secundaria. Por algo se llama “ella es muy especial”, por algo la mujer del jefe la quería estudiar, por algo tuvo una tía con la misma condición… si te lo explican pierde todo sentido la historia.

    2. Lo van a desollar a canijo de Jhonatan para que recupere su apariencia como su tía que trabajaba en una funeraría ….ahi aprovechaba y les quitaba la piel seguro de los fallecidos

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *