El cine de terror encontró en Japón tierra fértil para florecer de forma excepcional. Pero, así como el mundo tuvo la primera película de terror en la historia, los japoneses también empezaron en algún punto. Incluso antes de que la industria cinematográfica existiera, los elementos sobrenaturales ya formaban parte importante del folclor japonés.
En 1953, una producción titulada Ugetsu monogatari (Cuentos de la luna pálida, en español) revolucionó el cine oriental. Esa película se considera el punto de partida en el cine de terror japonés. Si la atmósfera de la producción es capaz de causar escalofríos en nuestros días, en aquella época debió ser toda una experiencia.
Los cuentos de la luna pálida (1953).
La trama transcurre en el siglo XVI, durante un período feudal particularmente bélico. Las protagonistas son dos familias pobres que habitan una villa. El Sr. Genjuro está obsesionado con su trabajo y siempre está pensando en cómo sacar el máximo provecho para cambiar la vida de sus seres queridos. En el otro extremo se encuentra el Sr. Tobei, un personaje que anhela convertirse en un gran Samurái para llenarse de gloria. El único problema es que necesita un maestro.
Muchos se han aventurado a ver Cuentos de la luna pálida por puro trámite, para atestiguar cómo eran los inicios del terror en Japón. Y se llevan una sorpresa al encontrar una película decente que dista mucho de ser aburrida. Generalmente, la ambientación de las películas que se produjeron en esa época se hizo desde un punto de vista militar. Sin embargo, aquí se observan ciudadanos comunes que habitan pequeñas villas y sufren las penurias de la guerra.
Aunque no se presenten batallas, explosiones o gritos, queda claro para el espectador que los pueblos están expuestos a los peligros de la guerra como la invasión de saqueadores. En una conversación, el Sr. Genjuro celebra las ventas de aquel día y dice que la guerra es muy lucrativa. Mientras tanto, su mujer le advierte que, así como aquel día resultó lucrativo, vendrán otros en los que no conseguirá nada.
Cultura nipona.
Otro aspecto interesante de esta película es su espíritu aventurero, pues la villa no es más que el punto de partida. El espectador tiene la sensación de que hace un viaje por el Japón feudal. La película ofrece una visión del antiguo Japón mucho más realista y cercana que las obras producidas en occidente, a pesar de que se hizo en la década de 1950.
De forma general, esta película es la típica historia con moraleja, y a esto se debe que nos presenten a dos esposos con ambiciones que les sirven de guía. Uno obsesionado con la codicia, y el otro con la ambición de ser famoso y reconocido. Además, en Cuentos de la luna pálida observamos diversos elementos de la cultura japonesa que imprimen un ambiente fantástico.
Por ejemplo, en una escena la gente se pone eufórica cuándo un Samurái transita por la calle. Mientras tanto, la administradora de una casa de geishas lo invita a dormir en su negocio pues tienes a las «mejores mujeres».
Pero, como señalamos al principio la película es recordada por ser pionera en el género de terror japonés. Y entre todos esos elementos culturales, también se encuentran aspectos sobrenaturales. Obviamente, los temas son muy distintos a los que nos acostumbraron los nipones, pero tienen su encanto.
El cine de terror en Japón.
Todo el hype del terror oriental estalló gracias a la película Ringu, de la que posteriormente hicieron el remake El aro. Sin embargo, el género llevaba décadas evolucionando al interior de Japón. Y tenían propuestas completamente diferentes, como Tetsuo (198), que resulta una película auténticamente visceral.
Los aspectos sobrenaturales en Cuentos de la luna pálida son modestos, pero pueden causar escalofríos con la misma discreción. En general, la historia transmite la esencia de las leyendas urbanas. Esa pequeña sensación de que algo realmente malo le sucedió a alguien. Y más que producir un miedo repentino, mantiene una tensión constante.
En lugar de provocar desesperación y hacer palpitar el corazón de la audiencia, la trama genera una sensación incómoda. Imaginamos que, en esa época donde el público no estaba acostumbrado a esa clase de terror pesado, los que vieron la película regresaron a casa preocupados por involucrarse en una situación que, poco a poco, se va revelando fuera de este mundo.
Si estás leyendo el artículo parecerá predecible. Pero, para alguien que vea la película sin saberlo, estamos seguros de que resultará una sorpresa. Incluso hoy, que estamos tan acostumbrados a los giros de tuerca. Y es que ese toque sobrenatural no está del todo claro, hasta que se revela. Se hizo intencionalmente para engañar al público.
Las actuaciones en Cuentos de la luna pálida.
En esta obra pionera del terror japonés ya aparece la figura de un Yurei, que eventualmente se convertiría en símbolo del género. Pero, es muy distinto al estilo con que se ilustra en la mayoría de las obras cinematográficas. Esto hace que Cuentos de la luna pálida resulte una película mucho más elegante, pues fácilmente podría ser otra película aburrida de una masacre, pero se las arregla para entretener al espectador.
Los que no disfrutan del género de terror casi siempre coinciden en que el problema es la actuación. Para los adeptos, resulta natural que esta clase de películas estén llenas de gritos y muecas exageradas. Sin embargo, en esta obra se demuestra que no tiene porqué ser así. Las actuaciones en Cuentos de la luna pálida son naturales.
Realmente percibes la seriedad en sus rostros, y los gritos sólo aparecen cuando es necesario. Ningún actor parece estar obligado a sobreactuar su papel. La fotografía también es maravillosa. Sólo échale un vistazo a las imágenes que acompañan a este artículo. A pesar de ser una película antigua, la fotografía resulta bella y nada perezosa.
Una obra de Kenji Mizoguchi.
Kenji Mizoguchi, que murió tres años después del estreno de la película, hizo una auténtica maravilla visual. Cuando se observa la escena del barco y se toma en cuenta la época en que se produjo, es inevitable imaginar las técnicas que emplearon para lograr ese resultado.
Podría decirse que esta película es la herencia que dejó el Hyakumonogatari Kaidankai, esa peculiar tradición japonesa en la que se contaban historias de terror. La popularización de todos esos relatos entre los nipones llevó a que, eventualmente, terminarán en la pantalla grande. La recepción de Cuentos de la luna pálida fue muy buena. Se ganó una nominación al Oscar por mejor vestuario y al León de Oro en el Festival de Cine de Venecia, en este último concurso obtuvo el León de Plata.
A final de cuentas, la película atrajo la atención internacional y es pertinente aceptar que se trató de un gran logro. Si en la actualidad Japón todavía parece esa misteriosa isla apartada del mundo, repleta de obras que sólo puedes encontrar sí investigas. Imagínate cómo era en la década de 1950. No es la clase de película que te sorprende constantemente, pero resulta muy agradable de ver. Además, es una parte importante en el género de terror japonés.
PD: la pueden encontrar en YouTube con subs en español como «Ugetsu, cuentos de la luna pálida de agosto(1953, Kenji Mizoguchi)».
Muchas gracias por este post. Me convenciste de ir a verla en cines 👍
Interesante, en un tiempito que tenga la vera, gracias por el post