Hace miles de años, en el este del Mediterráneo, múltiples civilizaciones de la Edad de Bronce sufrieron un colapso abrupto. Desde el reino de Egipto hasta el Imperio acadio, estas sociedades altamente organizadas empezaron a desvanecerse. Se decía que una variedad de factores, como la inestabilidad política y las alteraciones climáticas en la región, influyeron en el destino de estos pueblos. Ahora, un nuevo estudio agrega dos patógenos a esa lista.
Es una de esas “coincidencias históricas” que de coincidente no tiene nada. Siempre se creyó que la sequía, alianzas políticas y constantes revueltas eran las culpables. Pero, el estudio publicado en la revista Current Biology llegó a una conclusión sorprendente. Los investigadores analizaron una serie de osamentas ubicadas en un sitio arqueológico de Creta.
Se trata de una caverna situada en Agios Jarálambos, donde solían celebrar rituales fúnebres. Allí, localizaron rastros genéticos de bacterias que han provocado dos enfermedades más devastadoras de la historia: la fiebre tifoidea y la peste. Según los investigadores, son factores que no deben pasarse por alto cuando se habla sobre las causas que llevaron al colapso de estas civilizaciones entre el 2200 y 2000 a.C.
Las bacterias que colapsaron a las antiguas civilizaciones del Mediterráneo.
Yersinia pestis es una bacteria que ha afectado terriblemente a la humanidad. Responsable por la muerte de decenas de millones en tres grandes pandemias de peste bubónica. Ahora, los científicos sospechan que este microorganismo ya infectaba humanos desde el periodo Neolítico. Anteriormente, la evidencia sobre la presencia de esta bacteria solo se había localizado en regiones frías.
Al investigar su impacto en zonas más cálidas, como el este del Mediterráneo, los investigadores se llevaron una gran sorpresa en Creta. Recolectaron muestras de ADN de 32 individuos que perecieron entre el 2290 y 1909 a.C. En el análisis genético se detectó la presencia de Y. pestis en dos de los cuerpos, así como dos linajes de Salmonella entérica en otras dos muestras.
Estos linajes de Salmonella terminaron extinguiéndose, por lo que es complicado estimar su impacto en estas civilizaciones. Según los investigadores, es poco probable que la cepa de Y. pestis encontrada en Creta se transmitiera a través de las pulgas. Y es que esta fue una de las características de otras cepas que volvieron a la bacteria tan contagiosa, contribuyendo a la propagación de la peste bubónica.
Los investigadores señalan que los linajes de S. enterica encontrados no presentan los detalles importantes que se han visto en formas más graves de la enfermedad cuando infecta a humanos. Por eso, el vector de transmisión de ambos patógenos sigue siendo un misterio. El equipo seguirá haciendo investigaciones genéticas en restos mortales a lo largo del Mediterráneo.
Quizá, así podamos conocer a detalle el impacto que tuvieron estas enfermedades en las grandes civilizaciones de la antigüedad.