En 1386, un cerdo terminó juzgado por el asesinato de un niño. Este episodio es uno de los casos mejor documentados sobre animales juzgados por crímenes durante el Medioevo. Por extraño que parezca, en esa época se juzgaba a los animales como si se tratara de personas. Si llegaban a dañar las cosechas, podían castigarlos con el exilio. Y por crímenes más graves, los condenaban a muerte.
Un cerdo enjuiciado en la Edad Media.
Es el trágico final que encontró el cerdo de esta historia el 9 de enero de 1386. En esa fecha la comuna de Falaise, en Francia, se convocó para el juicio de un cerdo adulto. El animal atacó y mató a un bebé de tres meses de edad. Antes del juicio, las autoridades detuvieron al cerdo por el homicidio del niño y lo encarcelaron.
Eventualmente, el tribunal encontró al cerdo culpable por los crímenes que se le imputaban. La condena dictaba la “mutilación de las patas delanteras”, seguida de la ejecución por ahorcamiento. Pero, el aspecto más extraño de esta historia sucedió el día que se cumplimentó la orden de ejecución. Antes de trasladar al cerdo hasta la horca instalada en la plaza principal, lo vistieron. Le pusieron calzones, un chaleco y guantes blancos.
Juicios de animales en la Edad Media.
Según los registros históricos, los cerdos protagonizaron la mayoría de los juicios contra animales en la Edad Media. Además de que había muchos, estos animales andaban con total libertad por los pueblos. A diferencia de otros que se mantenían en espacios cerrados.
Sin embargo, esto no evitó que otros animales como gallos, perros, cabras y toros también terminaran juzgados por sus crímenes. A los historiadores contemporáneos les parece sumamente extraño que alguna vez los humanos confirieran responsabilidades legales a los animales, como si se tratara de personas.
Probablemente, en aquella época consideraban que ciertos animales gozaban de un “albedrío moral”, y por eso podía responsabilizárseles de crímenes como si se tratara de seres humanos.