En teoría y en un mundo ideal la justicia es ciega e imperturbable ante detalles superfluos. Está por encima de cualquier cosa, sopesando de forma imparcial las evidencias contra las acusaciones, y en última instancia llegando a la verdad. Pero no vivimos en un mundo ideal. El problema con la maquinaria de la justicia es que siempre parece tener engranajes oxidados, y aquella evidencia que parece la más sólida siempre puede terminar significando un montón de problemas. Contrario a lo que nos ha hecho creer el cine, muchas técnicas de la práctica forense tienen serios problemas.
5 – Las huellas dactilares no son científicamente confiables.
Las huellas digitales parecen evidencia irrefutable. Han venido utilizándose por el sistema de justicia desde el siglo XIX por qué, hasta donde sabemos, son irrepetibles, y sirven para identificar qué persona tocó determinada cosa.
El problema es que algunas pueden no ser tan únicas. Y aunque lo fueran, existen multitud de variables que pueden provocar que huellas digitales distintas terminen pareciéndose. El primero de los problemas es la toma de la huella – es poco común que se obtenga una huella dactilar completa y perfecta, generalmente solo es parcial, y aquí es donde empiezan los problemas de identificación incorrecta (puedes compartir semejanzas en las huellas con otras personas, y la probabilidad de que el sistema de justicia detecte tu huella como responsable de algo se incrementa si algún de tu familia tiene historial delictivo).
Pero aunque la huella dactilar obtenida sea razonablemente clara, aún queda el problema del profesional que lleva a cabo el reconocimiento. Podría mirar una foto y decidir que tienes cara de culpable, y tu huella dactilar también.
4 – Los registros de celular resultan sumamente imprecisos.
En nuestra realidad, rastrear personas tiene menos que ver con triangular una señal antes de que el asesino cuelgue y más con analizar el registro de llamadas durante la fase de investigación. Las torres repetidoras pueden rastrear la localización de un teléfono celular en un radio de tres kilómetros. Lo que podría no resultar útil en caso de persecución, pero es más que suficiente para echar abajo una coartada.
Pero rastrear teléfonos celulares a través de las torres de telefonía es muy impreciso. El celular no siempre establece una conexión con la torre más próxima, y las torres no siempre tienen el mismo alcance, existiendo la sobreposición.
Con esto, las personas han ido a prisión (principalmente en los Estados Unidos) bajo acusaciones de que los registros telefónicos las situaban “exactamente” en un lugar próximo a la escena del crimen, pocas horas antes o después del crimen.
3 – El análisis de cabello es muy subjetivo.
El análisis del cabello encontrado en una escena del crimen parece una ciencia exacta: comparar la muestra con una muestra obtenida del principal sospechoso y listo, una victoria más para los raritos del laboratorio.
El problema es que la comparación de muestras de cabello es algo muy subjetivo. Un análisis hecho en el 2012 en 268 casos de condenas basadas en muestras de cabello reveló que un 95% de las comparaciones presentaban fallas graves.
El mismo FBI admitió en el 2015 que la gran mayoría de los analistas en su equipo de elite de investigadores forenses exageró los resultados para ayudar a los promotores a lograr las condenas – en cientos de casos en los 46 estados de la unión americana, con decenas de condenados que terminaron en el corredor de la muerte.
2 – La ciencia de investigación de un incendio tiene muchas fallas.
Los incendios de índole criminal significan pérdidas humanas y de miles de millones de dólares cada año para los Estados Unidos. En teoría, los peritos encargados de examinar los restos del incendio tienen un repertorio de metodologías complejas y un vasto conocimiento de química, y parecen capaces de descubrir cosas increíbles con indicios mínimos.
Pero en la práctica las cosas son un poco diferentes. La ciencia sobre la que se apoya el análisis de escenas de incendio tiene muchas fallas, muchas veces sustentadas en absurdos en lugar del conocimiento científico. Peor aún, algunos investigadores hacen de todo para no mantenerse al día en descubrimientos científicos. Un estudio de 2004, realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge, estimó que miles de personas fueron falsamente condenadas en los últimos cincuenta años por culpa de peritos en incendios.
Algunos investigadores basan sus métodos en un compendio de reglas, algunos tipos de daño o patrones de combustión que, según ellos, automáticamente se traducen en un incendio criminal. Solo que las investigaciones científicas recientes muestran que estas señales que antes eran tomadas como indicios seguros de un incendio criminal pueden aparecer también en incendios accidentales.
Una de estas señales “inequívocas” es un patrón de fisuras en el cristal, que asocian con los incendios que aparecen muy rápido, lo que puede sugerir que se empleó un acelerador. Pero se descubrió que si la ventana es enfriada repentinamente, como sucede cuando el agua de los bomberos alcanza su superficie caliente, aparece el mismo patrón de fisura.
1 – Los testimonios de especialistas no están exentos de errores, y suelen contradecirse.
El sistema de justicia estadounidense le otorga mucho peso al testimonio de los especialistas. Después de todo, son ellos quienes pueden dar sentido a una situación complicada, y hacer las aclaraciones pertinentes apoyadas en su autoridad profesional. Pero no siempre ofrecen una opinión honesta basada en datos científicos.
Es un hecho tan conocido que el sistema judicial lo tiene en cuenta. Si la defensa y la parte acusatoria presentan sus propios especialistas, y ellos no concuerdan en determinado tema, el juez puede convocar a su propio especialista para que decida cuál de los dos especialistas tiene la razón.
Pero aún está el hecho de que los especialistas no son responsables de sus afirmaciones. Ellos están ahí para dar su opinión y si está equivocada, bueno, equivocarse no es ningún crimen. La mayoría de las veces los especialistas ni siquiera están conscientes del error, ya que es el resultados de un sesgo inconsciente. La opinión del especialista termina distorsionada porque al final termina intentando satisfacer a la parte que lo contrató, y esto generalmente es algo inconsciente.