La corriente filosófica del estoicismo surgió unos tres siglos antes de nuestra era. Platón, Sócrates y Aristóteles son algunos de los clásicos que la inspiraron, y puede definirse como una búsqueda sincera por vivir bien y con serenidad. Una condición que alcanzas cuando existe armonía entre tú y el universo, la naturaleza o el destino. No existen deidades en este camino, pero si llega a aparecer alguna, se trata de dioses en una visión antigua. Sin relación alguna con el monoteísmo judeocristiano o los musulmanes.
Para que lo entiendas mejor: el estoicismo considera que una buena vida, serena y pacífica, no necesita un Dios ni una religión. En esencia, la propia corriente proporcionará las herramientas para alcanzar el objetivo. Zenón de Citio, un filósofo helenístico que vivió entre el 336 a. C. y 264 a. C., se considera el padre del estoicismo.
La corriente filosófica del estoicismo.
El peculiar término deriva de la palabra Stoa, una especie de anfiteatro donde Zenón instruyó a sus pupilos en el arte del buen vivir. La corriente del estoicismo antiguo se extendió hasta el mandato de Marco Aurelio, en el siglo II de nuestra era. Posteriormente, algunos filósofos se inspirarían en el estoicismo, pero tuvieron cuidado de que no se les considerara «estoicos».
El estoicismo terminó influyendo a muchas corrientes filosóficas, unas más que a otras, pero sus principios fueron mucho más allá de la filosofía. Terminaron llevándolo a la religión, y muchos argumentan que a causa de esta tendencia se hizo tan popular. La tradición judeocristiana se apropió de muchas ideas y conceptos del estoicismo, tal y como sucedió en Francia con el kardecismo.
Hoy, es imposible negar que el estoicismo comparte ciertos aspectos con el budismo y la propia tradición mística del cristianismo, tanto occidental como oriental.
Neo-estoicismo.
La última etapa en la evolución de esta corriente filosófica aparece en forma de libros de autoayuda. Así surgió un «neo-estoicismo pop», una versión del siglo XXI totalmente corrompida por el capitalismo. Con conceptos e ideas que se adaptaron específicamente para que la clase media se tragara sus crisis existenciales. Esta clase de estoicismo se diseñó para un consumo masivo y rápido. Y aparentemente cayó del cielo, pues muchas de esas obras ni siquiera tienden un puente hacia la tradición clásica.
Considero que con esto queda claro que el estoicismo es mucho más de lo que estás a punto de leer. Sin embargo, sabemos la urgencia por digerir las cosas rápido así que aquí tienes 16 lecciones breves del estoicismo para vivir bien.
Breves lecciones del estoicismo para el buen vivir.
Evalúate constantemente y sé justo contigo mismo.
No eres el peor ser humano sobre la faz de la Tierra, ni el alma más pura y bondadosa que vio este mundo. El estoicismo debe practicarse diario y el crecimiento es progresivo. No te apresures, pero tampoco te atrases. Sólo sigue adelante. Disfruta de la vida con sabiduría.
Cuidado con las primeras impresiones.
Evita reaccionar prematuramente ante los acontecimientos y reexamina las primeras impresiones. Guarda silencio, medita y responde lo que consideres conveniente solamente cuando sea necesario. Tenemos la costumbre de dejarnos llevar por las primeras impresiones, olvidando que sólo son impresiones y no percepciones de la verdad objetiva.
Sigue el ejemplo.
Que no te avergüence seguir ejemplos de vida como la de Jesús, Sócrates, Buda, etc. Son modelos inspiradores que pueden llevarnos a mejorar nuestro carácter, siempre y cuando no empieces a delirar con que eres otra persona. Tú eres tú, acéptate.
Nada es eterno.
Nada dura para siempre, pues la vida es breve (“memento mori”) y transitorias son todas las cosas. No te estreses por una cosa u otra, pues todo pasa y todo muere, incluso tú. Yo también.
La perspectiva del problema.
Procura analizar todos los problemas desde diversos ángulos. Aléjate del problema que te aflige y observa por encima, a través del proceso histórico, bajo la perspectiva del otro. Sólo así alcanzarás la serenidad, pues comprenderás la mediocridad de todo aquello a lo que la mayoría atribuye una inmensa importancia. Recuerda, todo pasa y todo muere.
Aprovecha tu vida.
El tiempo que te resta de vida aprovéchalo con nobleza, carácter y desarrollando grandes virtudes. No te límites a la superficie inconsecuente y tonta en que vives («memento vivere«).
La restitución.
Cuando asimilas la brevedad de tus días, comprendes que todo regresará a la muerte. Nada te pertenece. Ni tu cuerpo, ni tus hijos, ni tu casa, nada. Restituir es ley de vida. Al nacer empezamos a usar todas aquellas cosas que nos presta la naturaleza, y luego devolvemos todo al todo. Agradece por lo que tienes y no te aferres como imbécil.
Hacerlo bien.
Haz lo mejor con aquello que está bajo tu control. Deja pasar todo aquello que pertenece al destino, la naturaleza o los demás. No te estreses. Pero, tampoco alimentes las tontas expectativas de que «todo mejorará». No te obsesiones con el éxito de la meta, enfócate en hacerlo bien, en hacer lo mejor que puedas, incluso si al final resulta una porquería.
Serénate, pues si fracasaste es porque tenías que fracasar. La naturaleza suele ser ingrata, el destino no siempre te permite tener éxito y no es nada personal.
Sé realista.
En cada momento y actividad, ten en cuenta que todo puede salir mal y todo puede salir bien. No sólo cuentes con que todo saldrá bien, imagina el escenario catastrófico como una probabilidad. No se trata de pesimismo, sino de ser realista y reflexivo. Entonces, cuando las cosas no vayan bien, no serás víctima de la desesperación en la que caen los imprudentes.
Vive el presente.
Lo único seguro es el presente. Entonces, vive con los pies y la cabeza en el ahora, en este preciso instante. No puedes cambiar el pasado, eso es arrogancia. Y el futuro es incierto. Como simples mortales debemos aceptar que no tenemos el control sobre el destino de las cosas. Piensa: ¿Qué bien puedes hacer justo ahora? (en el estoicismo, esto se conoce como «prosoche»).
No te acostumbres.
Tu dependencia y sedentarismo es directamente proporcional al avance de las tecnologías. No termines por acostumbrarte a las cosas buenas de la vida. Sal de esa zona de confort que nos proporciona la modernidad. Duerme en el piso, pasa un par de días sin celular, ayuna, date una ducha fría en un día helado, etc.
El estoicismo no consiste en acostumbrarse a la tranquilidad y relajación, sino mantenerse alerta ante cualquier eventualidad. Imagínalo como una «molestia voluntaria», pues la comodidad es una forma de esclavitud.
Valentía estoica.
No vivas como una vaca en un matadero. Reflexiona sobre tus acciones y hábitos automáticos. Percibe que eres un ente con conciencia propia. Refuerza todo aquello positivo que encuentres en ti y minimiza paulatinamente las cosas negativas. Si es necesario, abandónalas. Y afronta ese cambio con valentía estoica.
El resto.
En este mundo todos buscan la felicidad, hacen lo que consideran correcto y lo que creen es mejor para sus vidas. Perdona la falta de filosofía, la ignorancia y la estupidez. Ayúdalos cuando puedas y en lo que puedas, pero no pienses que traman algo en tu contra. No caigas en esa paranoia de persecución. Son individuos que tratan, en su tosca concepción, de hacer lo mejor que pueden. No te preocupes por eso. La vida sigue.
Elije sabiamente a tus amigos.
Incluso sin saber nada de estoicismo, los padres dan un buen consejo cuando sugieren que elijas bien tu compañía. Busca pasar el rato con individuos que den buenos ejemplos, virtuosos, y que puedan contribuir a tu crecimiento como persona.
Insultos y humillaciones.
Las ofensas, insultos o humillaciones están de más. Nada de lo que alguien diga (en el exterior) puede cambiarte (en el interior). La mente es quien autoriza o no el insulto. Se trata de simples opiniones y nada más. Olvídate de todos esos imbéciles que carecen de virtudes y desconocen el estoicismo. Nunca respondas a los asnos y tampoco busques defenderte de rumores tontos.
Cuidado con la lengua.
Analiza tus conversaciones, contén la lengua, guarda silencio y escucha para que cuando finalmente abras la boca, hables con virtud.
Ah, también me gustaría agregar que varias de estás lecciones, sencillamente, crean burbujas que no muestran nunca la realidad. Nada que ver con el estoicismo en algunos casos, ni mucho menos con el budismo, o con los pensadores mencionados.
¿Se podría tomar esto como simples opiniones y nada más, producto de la carencia de virtud y desconocimiento del estoicismo?
Varias de esas lecciones se antojan dogmáticas (no quiere decir que sean malas), así como algunas otras son contradictorias entre sí.
Me gustaría comentar que el existencialismo ha llegado a usar al estoicismo como buena herramienta, y que muchos que se decían estoicos, tenían mucha hebra que cortar.
La resiliencia va de la mano con el estoicismo
https://marcianosz.com/como-afrontar-situaciones-adversas-ser-resiliente/
A menudo sufrimos mas en la imaginación que en la realidad
– Seneca