Hasta donde sabemos, en el centro de la Vía Láctea existe un agujero negro con masa 4 millones de veces superior a la del Sol, lo llaman Sagitario A*. Ahora, algunos astrónomos argumentan que este gargantúa cósmico no estaría solo. De hecho, estaría escoltado por todo un séquito de agujeros negros más pequeños, presos en su órbita.
Es una hipótesis que suena muy interesante, pero resulta muy complicada de comprobar. Después de todo, los agujeros negros son excelentes en pasar desapercibidos: en los 100 mil años luz de diámetro que posee la Vía Láctea, apenas hemos podido distinguir algunas decenas de candidatos, todos a través de observaciones indirectas.
No es de sorprender, pues aunque estos objetos tengan potencial para provocar un revuelo en su vecindad cósmica – como el disco de acreción que se integra cuando los restos de estrellas son engullidos -, los agujeros negros en sí son… pues, negros. Se mimetizan en el manto cósmico.
Aglomeración de agujeros negros en el centro de la Vía Láctea
¿Por qué no hacer frente a este desafío? Chuck Hailey, astrónomo de la Universidad de Columbia, publicó un artículo en la revista Nature donde emplea una serie de trucos matemáticos para determinar la cantidad de agujeros negros de tamaño menor que orbitan el núcleo de la Vía Láctea sin necesidad de observarlos.
Para los astrónomos, el hecho de que no vean algo en determinado lugar no significa que no exista nada allí. Al contrario: parte importante de los descubrimientos relevantes que hizo la ciencia a lo largo del siglo XX surgieron a partir de cálculos y estimaciones que después fueron corroboradas.
Por ahora solo nos es posible deducir la existencia de un agujero negro si determinado fenómeno luminoso sucede en las inmediaciones del mismo. Pero, para cada una de estas singularidades tan llamativas, deben existir cientos de otras no identificadas. Se trata de una deducción estadística obligatoria.
En una entrevista para la National Geographic, Hailey explicó: “imagina que posees muchos bombillos, algunos son de 100 watts, otros de 10 watts. Ahora espárcelos en un campo de fútbol y posiciónate a un kilómetro de distancia. Probablemente solo podrás distinguir aquellos de 100 watts [los más luminosos], pero conociendo la proporción entre las dos clases, también es posible deducir la cantidad de bombillos de luz más tenue que hay en el campo de fútbol, ofuscados”.
Haciendo visible lo invisible.
Sin embargo, determinar la proporción entre agujeros negros visibles e invisibles en una galaxia no resulta tan sencillo como esparcir bombillos en un campo de fútbol. Multitud de artículos científicos especulan sobre esto. Hailey sólo dispone de información sobre 12 agujeros negros que se encuentran en un radio de 1.6 años luz partiendo del centro de la Vía Láctea.
Analizando determinadas características como la luminosidad de las estrellas que los acompañan, su distribución y movimiento, concluyó que esta docena no es más que la punta del iceberg.
Parecidos a estos 12, deberían existir entre 300 y 500 agujeros negros al centro de nuestra galaxia interactuando con otro astro en un sistema binario – en otras palabras, teóricamente dejando un rastro visible, pero que aún no ha sido observado. Y por cada uno de estos acompañados deben existir otros 19 solos.
Con esta información, las estimaciones arrojaron un valor cercano a los 10,000, aunque es complicado definir un número con precisión.
«Es un número realmente intrigante», dice Fiona Harrison, astrofísica del Instituto de Tecnología de California que no participó en el estudio. «Existe mucha incertidumbre en este tipo de estimaciones, pero el equipo dio con las características correctas para suponer la existencia de esta población que de otra forma estaría totalmente oculta». Daryl Haggard, de la Universidad McGill, está de acuerdo. «No sé si confiar plenamente en este análisis, pero resulta interesante. Aunque al final sólo existan mil en el núcleo, todavía es mil veces mayor de lo que suponíamos con anterioridad».
«…Para los astrónomos, el hecho de que no vean algo en determinado lugar no significa que no exista nada allí»…
Interesante, y luego dicen que los creyentes estamos locos por creer en lo que no vemos XD hace falta mucha mas fe para creer en lo que los científicos dicen que sucede a miles de millones de años luz de nosotros
un clarisimo jaque mate a los ateos
La fe no es necesaria en la ciencia. Si bien hay cosas que no pueden ser vistas, se tienen otras mediciones para intuir lo que puede haber en ese espacio invisible. Incluso en esos casos los científicos dicen que sus ideas son especulaciones que si bien pueden explicar los fenómenos naturales, pueden estar equivocados y en un futuro pueden haber mejores explicaciones a estos fenómenos.
Los creyentes están locos por aceptar como verdad universal e infalible creencias que no solo no pueden ver, sino tampoco pueden dar evidencias sólidas y contrastables de que existan