exclusivo de la religión cristiana. De hecho, a través de la historia de la humanidad diversas culturas y doctrinas religiosas alrededor del mundo han desarrollado su propia visión de un “infierno”, y la naturaleza de estos sitios muchas veces no encaja en aquello a lo que estamos tan acostumbrados. Échale un vistazo a estos extraños sitios a donde llegan los espíritus después de la muerte.
Irkalla.
Más que un lugar de castigo, Irkalla es el fin de todo. Las personas no lo abandonan, no existen lecciones por aprender o deudas que pagar y casi todos los seres mortales, a excepción de los héroes mitológicos, residen aquí. Sí, es un lugar decepcionante.
Para los babilonios, Irkalla era el mundo a donde iban los muertos. La mitología señalaba que conservaban los cuerpos pero también el proceso de descomposición. Para alcanzar el destino final, los muertos debían atravesar siete puertas. Quizá pienses que no te interesa demasiado ir a Irkalla, pero no había otra opción pues era el único destino después de la muerte. Cada puerta estaba resguardada para garantizar que el individuo siguiera el camino indicado y, además, que tomara alguna posesión para que lo acompañara en el más allá (una joya, ropa o cualquier otro artículo).
Una vez que se llega a la puerta final, las cosas no mejoran para nada. Todos son obligados a consumir exclusivamente polvo en un lugar oscuro e inmenso. No existen demonios para torturante, tiempo para redimir tus pecados o castigo alguno en Irkalla. Sólo pasas el tiempo comiendo polvo mientras te pudres. Se supone que este lugar era un paralelo a lo que sucedía en el mundo de los vivos.
Avici.
La vida después de la muerte encuentra un giro bastante inesperado para el budismo. Según estas creencias el destino o las acciones de los individuos no son controladas o juzgadas por un ser superior. De hecho, nuestro destino queda reducido al karma. Tú decides donde vas a terminar después de la muerte basado en lo que haces con tu vida.
Para los budistas existe un equivalente al Inframundo llamado Naraka, una realidad dividida en seis distintos reinos cuyos habitantes son asignados según la severidad de su karma. El peor de todos estos sitios es Avici, una estructura con forma de cubo sepultada en lo más profundo de la tierra. Los individuos que terminan aquí básicamente son seres despreciables que llegaron a cometer en vida al menos una de las Cinco Grandes Ofensas: como asesinar a una persona “sagrada” o a sus padres.
Sin embargo, una de las características más peculiares de Avici es que sus estadías son temporales. Aunque los castigos y el constante sufrimiento en este lugar puede extenderse durante eones, una vez que el mal karma es trabajado se tiene la oportunidad de renacer en un reino superior. Otro dato curioso es que también se puede morir en Avici, aunque de hacerlo solamente se renacería en Avici. En pocas palabras, no hay escapatoria de este castigo espiritual.
Por otro lado, a diferencia del Infierno cristiano Avici no se considera estrictamente un lugar de tormento para el espíritu del individuo. Y aunque seguramente nadie quiere pasar unos millones de años por allá, es importante entender que los budistas lo consideran más como un lugar para la limpieza espiritual.
Diyu.
Como resultado de una mezcla entre creencias budistas y diferentes religiones que se popularizaron en China apareció el concepto de Diyu. Para ser justos, es un lugar parecido a Nakara donde tenemos múltiples “infiernos” aunque, en pocas palabras, Diyu figura como un gigantesco laberinto subterráneo que se adentra en lo más profundo de la tierra con distintos niveles o cámaras para cada uno de sus reinos.
Aunque los detalles varían, muchas versiones sostienen que Diyu es un lugar de paso, aunque todos deben cumplir su tiempo aquí, sin excepciones. En cada cámara encontramos un juez que la protege y dicta castigos extrañamente específicos. Por ejemplo, en la Montaña de los cuchillos los pecadores son obligados a escalar mientras destruyen sus propios cuerpos en el proceso. En El Molino sucede exactamente eso que estás pensando. Otro lugar interesante es el Mundo de Hielo, donde los condenados sucumben a las bajas temperaturas.
Claro, si has tenido suficiente de torturas y castigos, existe un truco: puedes volver a morir. Aunque debes tener en cuenta que solo será para renacer en el mismo inferno que terminó matándote la primera vez. Este ciclo de muerte y nacimiento se mantiene hasta que el alma es purificada y se reencarna en un reino superior.
Puente Cinvat.
El zoroastrismo, aunque no te suene, alguna vez figuró entre las religiones más importantes del mundo. Según esta doctrina, las personas que mueren tienes dos destinos probables: el paraíso o el infierno. Sin embargo, antes deben pasar por el Puente de Cinvat, también conocido como “puente del juicio”.
Como su nombre lo sugiere, aquellos individuos que llevaron una vida honorable y digna pueden atravesar el puente con toda facilidad, recorriendo un camino que se va ensanchando a medida que avanzan hasta llegar a la Casa de la Canción, donde pasarán toda la eternidad en completa paz.
Por otro lado, aquellos individuos cuyas vidas se consumieron entre pecados deben recorrer un camino que los pone de cabeza y se estrecha hasta alcanzar el filo de una navaja de afeitar. Después, una terrible figura femenina se aparece para atormentarlos y hacerlos caer del puente a la Casa de las Mentiras.
Este lugar es una de las peores pesadillas concebibles: los que llegan hasta aquí deben alimentarse con carne putrefacta mientras son atormentados una y otra vez. Y, aunque el zoroastrismo ilustra la Casa de las Mentiras como un lugar repleto de gente (la religión no tenía en buen concepto a los humanos), señala que cada individuo en este lugar se siente completamente solo.
Pero, al igual que Avici, no se trata de un lugar de tormento eterno para los pecadores. Al final, cuando el alma es purificada y el individuo comprende lo estúpido que fue en vida, se gana el derecho de entrar a la Casa de la Canción.
Yahannam.
En resumen, el Yahannam es el equivalente del infierno en el Corán, aunque este sitio es mucho más complicado. Los castigos dependen de aquello que hiciste en vida y solo aquellas personas que cometieron las faltas más severas se quedan aquí por toda la eternidad. Sin duda, el peor de todos los pecados es la adoración de múltiples deidades.
Un lema recurrente en el Yahannam es “mejorará rápidamente antes de volverse peor”, esto quiere decir que los condenados experimentan castigos como que su piel se queme, se regenere y vuelva a quemarse. De hecho, en este lugar el fuego tiene un papel importantísimo, desde tener que arrastrarse por superficies cubiertas de fuego, utilizar prendas en llamas hasta experimentar la sensación de que tus órganos están siendo chamuscados. El castigo mínimo para una persona que cae en el Yahannam (dado que todo es relativo y depende de la vida que llevó) es que su cerebro sea hervido junto a las brasas. Esos son los más afortunados.
Si buscas personalizar tu experiencia en este otro mundo, siempre está la opción del suicidio. El mismo objeto que utilizas para quitarte la vida será con el que te torturarán el Día del Juicio en el Yahannam, aunque probablemente le agreguen algo de fuego para no desentonar.
Me hare musulmán y me suicidare por kiki