Hace más de 2 mil años, alguien llenó una vasija de cerámica con huesos de pollo. Es probable que esta maldición buscara paralizar y/o matar a 55 atenienses. Descubierto desde 2006, el objeto sólo se analizó recientemente. Es una prueba tangible sobre las creencias nigrománticas de esta célebre ciudad-estado griega.
La vasija se encontraba sepultada en el ágora de Atenas, el espacio público por excelencia. Allí sucedían toda clase de encuentros, desde ferias, pasando por acalorados debates políticos hasta los tribunales populares. El artefacto que contenía la maldición estaba sepultado en la parte trasera de un edificio comercial. Generalmente, este lugar era ocupado por los artesanos de la época.
Jessica Lamont, arqueóloga autora del estudio, menciona que la vasija contenía la cabeza y patas fracturadas de una gallina joven. Además, estaba perforada por un enorme clavo de hierro y sepultada junto a una moneda. Esto sucedió alrededor del 300 a.C. Por si fuera poco, al exterior de la vasija localizaron un largo texto.
Un vasija con una maldición.
Las personas que hicieron el ritual se tomaron el tiempo para pintar 55 nombres en la pieza de cerámica. Escritura que apenas es visible tras miles de años de desgaste. Lamont señala que algunas de las palabras plasmadas en la vasija podrían significar “te amarramos”. ¿A qué amarraban a esas pobres personas? Eso ya queda a criterio de cada quien.
La investigadora analizó cada parte de la maldición: los fragmentos de pollo, el clavo y los nombres inscritos. Probablemente, cada uno de esos elementos jugaba un papel importante en un ritual para maldecir personas. El clavo es un elemento comúnmente encontrado en rituales de esa época. “Poseía una fuerza inhibidora. Simbólicamente, paralizaba o restringía las facultades de las víctimas”, puntualiza Lamont.
El animal, que no tenía más de 7 meses cuando lo sacrificaron, simbolizaba un deseo semejante al del clavo. Lamont dice que el desamparo y la incapacidad de aquella pobre gallina para defenderse era lo que pretendían transmitir los autores de la maldición a todos aquellos cuyos nombres quedaron plasmados en la vasija.
En cuanto a la presencia de los miembros inferiores y la cabeza de la gallina, Lamont señala que al “romper y perforar [esas partes], los perpetradores buscaban imposibilitar el uso de las mismas partes en el cuerpo de sus víctimas”. El análisis apunta a que los elementos localizados en el ágora forman parte de un “amarre” ateniense.
Esta clase de maldición se empleaba para paralizar o perjudicar las capacidades físicas y cognitivas de las personas. La vasija se dispuso cerca de varias piras funerarias con restos de otros animales. Según Lamont, esta acción pretendía aumentar el poder de la maldición.
Las víctimas de la maldición.
En un artículo publicado por Live Science, la investigadora menciona que la caligrafía presente en la vasija apunta a que dos individuos distintos se encargaron de plasmar los nombres. Se desconocen los motivos, pero una de las hipótesis es que la maldición surgió de una disputa legal.
“La gran cantidad de nombres [inscritos en la cerámica] hace que el escenario más probable sea una demanda judicial”, dice Lamont. Así, estas 55 personas podrían ser testigos, familiares o simplemente miembros del grupo opuesto.
El lugar donde se localizó la vasija, cerca de un edificio usado por artesanos, sugiere que la demanda podría estar relacionada con problemas en el trabajo. De hecho, los autores de la maldición pudieron ser artesanos que trabajaban en ese lugar.
Otra de las hipótesis propuestas por Jessica Lamont es que la maldición tuvo que ver con una serie de conflictos suscitados hace 2,300 años en la ciudad de Atenas. En una época turbulenta que siguió a la muerte de Alejandro Magno, donde estallaron guerras y grandes disputas políticas por el poder y control de esta ciudad-estado.