El conjuro 2 (2016), Annabelle (2014) y La monja (2018) son películas de terror contemporáneas que, además del éxito en taquilla, tienen en común al ente sobrenatural que las protagoniza: una entidad llamada Valak con un aura amenazante y apariencia aterradora que se oculta tras el rostro de una inofensiva monja. Estas características han logrado que el demonio se popularice entre los amantes del género como una manifestación sobrenatural digna de recordar y temer. La expectativa es que futuras producciones exploten a Valak hasta consolidarlo como uno de los nuevos monstruos del terror.
Sin embargo, muchos ni siquiera sospechan que Valak no es una creación puramente hollywoodense. De hecho, este perverso demonio está inspirado en la mitología demoniaca, aunque sufrió diversas adaptaciones que lo hicieron más atractivo para el gran público. La entidad se describió en múltiples grimorios a través de los siglos y referida por muchos nombres: Valac, Volach, Valu, Ualac, Doolas e incluso Coolor.
La llave menor de Salomón.
El registro más antiguo sobre este demonio puede encontrarse en un grimorio anónimo titulado La llave menor de Salomón o Lemegeton, uno de los tomos de demonología más populares de la historia. Su popularidad se debe a que, casi en toda la obra, se exponen métodos y técnicas para dominar el arte de invocar y controlar espíritus, tanto de naturaleza benigna como maligna. En este grimorio hay una lista de los 72 demonios que llegó a derrotar el sabio rey Salomón del Antiguo Testamento, cada uno con su ritual de conjuro y prohibición. En el número 62 de esta lista figura nada más y nada menos que Valak.
Allí se le describe como líder de vastas legiones y comandante de fuerzas terribles en el infierno. Valak destaca como un ser extremadamente poderoso, astuto y con habilidad excepcional para localizar tesoros escondidos. En textos más recientes, lo ilustran como un demonio con capacidad para controlar toda clase de animales ponzoñosos y, según algunas versiones, extiende parte de su poder a quienes lo invocan, premiándolos con inmunidad ante venenos letales.
La apariencia real de Valak nada tiene que ver con una aterradora monja en edad avanzada, de hecho, solían ilustrarlo con las engañadoras características de un querubín: un ángel de apariencia infantil, con pequeñas alas en la espalda de apariencia delicada. También lo representaban cabalgando una serpiente o dragón de dos cabezas. En ningún grimorio o manuscrito del mundo real Valak fue descrito con la apariencia de una monja.
En el Lemegeton, puede leerse lo siguiente sobre esta entidad:
“El sexagésimo segundo espíritu corresponde a Valu, Valak o Volac. Se trata de un poderoso gobernante en una región del infierno que tiene la apariencia de un niño con alas de ángel que cabalga un dragón de dos cabezas. Concede respuestas verídicas sobre tesoros ocultos y advierte de la presencia de serpientes que somete a su voluntad. Comanda la 38ª Legión de Espíritus profanos”.
Grimorios prohibidos.
Otros tratados de magia de la Edad Media como el Fasciculus Rerum Geomanticarum, el Manual de Múnich de Magia Demoníaca, el Liber Officium Spirituum y el Pseudomonarchia daemonum de Johann Weyer hacen referencia a Valak como un demonio siniestro y diabólico. En cada una de estas obras se ofrece al lector formas de negociar o hacer un trueque con Valak, lo que francamente no es buena idea.
Sin embargo, la principal referencia sobre esta entidad es La llave menor de Salomón, un grimorio que la Iglesia de la Edad Media consideraba tan ofensivo y herético que en 1599 lo incluyó en el Index librorum prohibitorum, la lista oficial de los libros prohibidos por la institución religiosa.
Curiosamente, a pesar de la prohibición de la Iglesia el libro se volvió muy popular entre los sacerdotes del Medioevo. De hecho, en aquella época diversas bibliotecas del mundo católico poseían ejemplares incluidos en el Índice de libros prohibidos, contrariando las órdenes del Vaticano de que se destruyera cualquier ejemplar listado en esta lista.
El gusto por lo prohibido.
Como los agentes de la Inquisición eran responsables de localizar y destruir estos libros, los bibliotecarios solían engañarlos empastándolos con portadas falsas. También buscaban insertar las páginas en otras obras o disimularlas con ilustraciones inofensivas. De esta forma, un vistazo rápido a los libros no revelaría su naturaleza siniestra y podrían seguir sobreviviendo.
Al más puro estilo de los antiguos monasterios, los libros normales incluían códigos secretos o pistas para localizar los libros prohibidos meticulosamente ocultos.
Algunas estimaciones sugieren que al menos una docena de monasterios medievales en Francia resguardaban en sus bibliotecas una copia de La llave menor de Salomón, suficiente para destacarlo como un libro muy popular en términos del Medioevo. Por supuesto, poseer un libro prohibido podía resultar contraproducente no sólo para el bibliotecario, sino para toda la orden.
En 1546, agentes de la Inquisición localizaron una colección de libros prohibidos en un monasterio a las afueras de Turín. El bibliotecario y tres asistentes fueron juzgados por herejía, mientras los ejemplares se enviaron a Roma.
Valak en las películas.
Regresando a las películas modernas, es importante aclarar que Ed y Lorraine Warren, los investigadores paranormales retratados en la franquicia de El conjuro, jamás hicieron referencia alguna sobre Valak. Sus investigaciones en Amityville y Enfield nunca mencionaron a este demonio como causante de las manifestaciones sobrenaturales. Todo fue idea de los guionistas.
Otro dato interesante es la trama sobre la que se desarrolló la película La monja, más específicamente sobre la existencia de una macabra abadía situada en Rumania. En la película, este lugar es habitado por una entidad siniestra que asesina a los monjes y busca escapar de su encierro. Quizá parezca una coincidencia, pero la historia toma diversos elementos de una tragedia real, aunque en esta jamás se menciona el nombre de Valak.
La leyenda del monasterio de Cârţa.
Nos referimos al antiguo monasterio de Cârţa, ubicado al sur de Rumania, en la región de Transilvania. La construcción de estilo gótico que aparece en La monja reproduce a la perfección el ambiente aislado, sombrío y aterrador del lugar. En torno al año 1200, un grupo de monjes de la Orden cisterciense edificó este lugar como una iglesia. Pero, en algún punto de siglo XIII se produjo un terrible incendio en el que varias personas murieron quemadas, una tragedia que contribuyó a que el lugar se considerara embrujado.
Para entonces, los monjes cistercienses decidieron heredar las ruinas del lugar a la Orden benedictina. Los nuevos ocupantes reconstruyeron y levantaron un monasterio. Se cuenta que los benedictinos vivían totalmente aislados y solían hacer ayuno durante todo el año. El lugar era dirigido por un abad severo y extremadamente disciplinado que no permitía se desobedeciera ninguna de sus órdenes.
Algunos rumores aseguraban que los monjes dormían sobre camas de paja seca, tenían prohibido hablar y que sólo se les permitía cambiar sus hábitos cuatro veces por año. Trabajaban y oraban todo el día, y la única ración de comida que recibían provenía de un huerto que no proveía lo suficiente. Llevaban una vida extremadamente austera, en completa observancia de las reglas de San Benito donde se promovía una vida prudente, llena de trabajo y humildad.
El fantasma del abad.
La leyenda dice que los monjes terminaron revelándose contra el abad. Este hombre habría sido asesinado a sangre fría y su cadáver arrojado a los cimientos del edificio principal, escondido tras una pared construida a las prisas para sepultarlo. Sin embargo, resultó que el abad era pariente de Matías Corvino, rey de Hungría y Croacia, al que no le pareció nada lo sucedido en el monasterio de Cârţa.
Para 1474, Corvino ordenó la detención y tortura de los monjes hasta que confesaran los nombres de quienes habían ideado la rebelión. De los doce monjes juzgados, ocho terminaron sentenciados a la pena de muerte. Después, el monasterio fue abandonado con la leyenda de que estaba embrujado por el espíritu del abad. Durante el siglo XVII, la construcción fue reaprovechada y se transformó en la iglesia de la localidad.
La historia dice que los monjes enterraban a sus muertos en un terreno frente al monasterio al que apodaron el “Jardín de los sepulcros”, donde supuestamente ningún árbol crecía dado que lo único que se plantaba allí eran cadáveres. Con la llegada de la Primera Guerra Mundial, el cementerio recibió a los soldados caídos en batalla.
El Jardín de los sepulcros.
En 1920, cuando se emprendió un proyecto de excavación que pretendía trasladar los restos de los soldados a Bucarest, los trabajadores se toparon con un par de osamentas de hombres que median más de dos metros de altura, algo sumamente inusual para la época y la región. En aquel entonces se dijo que eran vampiros o extranjeros, pero jamás se supo algo sobre sus orígenes.
La arquitectura gótica del monasterio de Cârţa y las numerosas historias que los rodean ayudaron a construir una reputación macabra del lugar. Además, los religiosos que habitaron el lugar nunca dejaron de reportar incidentes inexplicables. Entre los fenómenos más recurrentes estaban los gritos, sombras espectrales que atravesaban los muros y temblores inexplicables. También se percibía un olor a quemado, lamentos y una extraña presencia sobrenatural: una figura de aspecto siniestro que habría sofocado a más de un sacerdote mientras recorría los pasillos por las noches.
A mediados de la década del 2000, una parte del monasterio fue clausurada y se deterioró rápidamente. En 2008, el campanario se derrumbó y la campana que colgaba allí desde 1495 terminó en el suelo. La iglesia pasó por diversas remodelaciones y se convirtió en un punto turístico de la zona. Evidentemente, Valak no tiene nada que ver con este lugar pero eso no impidió a los guionistas mezclar ambas historias.
Osea que valack no tiene nada que ver con las películas ni con la iglesia, ni con la monja… muchos ignorantes de creen estas manipulaciones de hollywood
muy interesante