Un demonio de sal

El viento arrastraba la hojarasca a la oscuridad mientras ella procuraba acurrucarse junto a la fogata. El destino nos había llevado a cruzar caminos e intercambiar algo de comida. Lo único que nos faltaba era intercambiar historias. “Cuando era pequeña”, dijo mientras se frotaba las manos, “solían decir que la sal provenía de un demonio. Un demonio que dejaba un rastro de sal cuando se comía a los pecadores”. Estuve a punto de soltar una carcajada, pero me contuve dándole una buena mordida a un trozo de carne seca.

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La penumbra en sus ojos ocasionalmente se veía perturbada por destellos de luz. Las llamas iluminaban sus facciones, provocando que los surcos en su frente parecieran más profundos y oscuros. Abajo, sobre su garganta, resplandecía una cruz de plata completamente lisa.

“De dónde vengo”, continuó, “tenemos planicies extensas cubiertas por montañas de sal. Ahí es donde habita el demonio de la sal. Se cuenta que, mucho antes de que se construyera la ciudad, existió un pequeño asentamiento. Solía estar habitado por individuos que cruzaban el desierto en caravanas y se detenían en nuestro río. Dicen que fueron personas religiosas, piadosas y creyentes en Dios, y que lo primero que construyeron en ese lugar fue una iglesia”.

“Un santo fue traído por los vientos del desierto. Su voz era tan reconfortante como un chubasco en medio del desierto. Aseguró haber cruzado el árido desierto por orden del Dios todopoderoso. Y aquellas personas decidieron que el hombre santo se convirtiera en su pastor, nombrándolo reverendo de la iglesia”.

“Tras la aparición de este hombre, con la llegada del verano el río terminó secándose por completo. Las cosechas perecieron y la gente empezó a padecer hambre. Un hombre terminó tan enloquecido por la falta de alimento que mató a su esposa y se la comió. La gente entró en pánico, jamás habían visto un crimen tan perverso. Entonces, aquel reverendo del desierto lo sometió a juicio. Decidió que el hombre debería sufrir en carne propia su pecado y lo condenó a ser comido por los habitantes del lugar”.

“Las personas creían que aquello era justo, principalmente porque lo había dicho un hombre de Dios. La verdad es que Dios aborrece aquellos actos en los que sus creaciones humanas se comen entre sí. Considera que es mucho peor que robar, violar o matar. Pero que todo. Y el pastor del desierto lo sabía a la perfección, pues no era un hombre de Dios, sino un demonio de sal”.

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“Cocinó al acusado sobre una fogata y ofreció trozos a cada uno de los presentes. Una vez que todos dieron su respectiva mordida a la carne, eran participes del pecado más perverso, y el demonio de sal se los comió. Después los escupió en montículos de sal. Había tanta sal que el suelo quedó completamente cubierto. Como había pecadores suficientes, decidió guardar cuerpos para después, secándolos en las propias montañas de sal. Guardó tantos que le durarían siglos”.

“Ese demonio de la sal fabricó una bebé con su propia sangre y algo de sal. Y cuando finalmente murió, ella se convirtió en el demonio de la sal, pues su padre le había dejado suficientes pecadores secos entre los montículos de sal para que se alimentara”.

“Sí, señor. La carne salada puede durar mucho tiempo”. El resplandor del fuego parecía hacerse más intenso en sus ojos y entonces dejé de masticar. “Muchísimo tiempo”. Vía.

4 comentarios en “Un demonio de sal”

  1. Entonces como había tantos pecadores para alimentarse, el demonio pudo llegar a un estado de desarrollo mayor a otro nivel de evolución en el cual paso a ser una pupa, protegida por una especie de capullo de sal. Parecía que estaba en un estado de inactividad , pero por dentro estaban pasandole muchos cambios sufría una especie de metamorfosis que duro cientos…miles de años.
    Al por fin abrirse ese capullo no salio uno…salieron once seres de forma humanoide compuestos básicamente de esa sal que anteriormente había alimentado al demonio, incrustada y adherida de manera tan profunda que forma parte importante de su ADN.
    Esos once seres pueden ser vistos cada 7 dias en una cancha de futbol…esos once seres ahora son el cruz azul.

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