Los casos de pueblos de razas de gigantes están presentes a lo largo de toda nuestra historia: en los principios con Mesopotamia, dentro de los cuentos griegos, en las historias de la Biblia, en la historia persa y en sus batallas… sin embargo, todos estos relatos de pueblos antiguos vienen impregnados de misticismo y repletos de metáforas. Por esa razón, la carta escrita por Antonio Pigaffeta, el escriba de Fernando de Magallanes, fue el relato más convincente de la existencia de personas gigantes en la antigüedad.
El 19 de mayo de 1519, atracaban en el puerto de San Julián, cuenta Pigafetta que llegaron ahí distanciándose de las islas para seguir la ruta a 49 grados 30 minutos de latitud meridional, hasta que dieron con el puerto. Y como el invierno austral estaba próximo, encontraron que sería sensato quedarse allí hasta que pasara el mal tiempo. Transcurrieron dos meses y durante todo ese tiempo nunca vieron a ningún habitante de aquel lugar. Un día, cuando menos lo esperaban, un hombre de figura gigantesca apareció…
“Estaba sobre la arena, casi desnudo, cantaba y bailaba al mismo tiempo mientras lanzaba polvo sobre su cabeza. El capitán envió a tierra a uno de nuestros marineros, con la orden de hacer los mismos gestos en señal de paz y amistad, lo que fue muy bien comprendido por el gigante, que se dejó conducir a una pequeña isla en la que el capitán había descendido. Me encontraba allí con muchos otros. Dio muestras de una gran extrañeza al vernos y levantaba el dedo queriendo decir que habíamos descendido del cielo”.
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“Este hombre era tan grande que nuestra cabeza apenas le llegaba a la cintura. De porte fornido, su rostro era ancho y pintado de rojo, excepto los ojos, que estaban rodeados por un círculo amarillo y dos líneas en forma de corazón en las mejillas. Su pelo, aunque escaso, parecía blanqueado por algún polvo superficial”.
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“Su ropa, o mejor dicho su capa, estaba hecha de pieles cosidas entre sí de un animal que abunda en la región. Llevaba un corte de cabello en halo como los frailes, pero más largos y pegados a la cabeza con una cuerda de algodón, en la que colocaba sus flechas cuando cazaba. En la mano llevaba un arco corto, pesado, con una cuerda un poco más gruesa que las del laúd, hecha de los intestinos del mismo animal y un conjunto de flechas de caña con las puntas de sílex en blanco y negro, en lugar de hierro. Estas puntas se hacían a través de otras piedras”.
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“Parece que su religión se limita a la adoración al diablo. Ellos creen que cuando uno muere, aparecen diez o doce demonios cantando y bailando a su alrededor. El demonio que causa más revuelo es el jefe mayor de los demonios. Los pequeños demonios son llamados Chelele”.
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“Nuestro capitán lo llamo pueblo de Patagones (debido al tamaño de sus pies)”.
Pigaffeta también describe brevemente en su carta un animal extraño que el gigante de la Patagonia llevaba consigo: “Este animal tiene la cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y cola y el relinchido de un caballo”.
Magallanes también describe que los colores reales del pelo del gigante eran rojos, y su voz era chillona «como la de un toro». Más tarde, Magallanes y sus navegantes conocieron de los nativos (de tamaño común) que el gigante pertenecía a una tribu vecina conocida como Tehuelches.
De forma notable, los registros de Pigaffeta muestran que Magallanes y sus marineros capturaron dos de estos gigantes vivos y los llevaron a bordo de su barco con la intención de moverlos a Europa, pero, por desgracia, los dos individuos enfermaron y murieron durante el viaje de regreso. Finalmente, el viaje «alrededor del mundo» terminó en 1522, pero el intrépido Magallanes moriría antes en las Filipinas, en combate con los indígenas sirviéndole el mar como una tumba. Pero Pigaffeta, que fue uno de los pocos sobrevivientes del viaje, logró mantener estos registros muy bien resguardados.
Cincuenta y ocho años más tarde, de acuerdo con los registros de otros exploradores, los gigantes todavía vagaban por San Julián. Y nada menos que el noble pirata Francis Drake había logrado en sus incursiones varias reuniones entre él y los hombres de pelos rubios gigantes de hasta 3 metros de altura. En los años que siguieron, varios navegadores de diferentes países informaron a sus coronas y superiores registros de hombres pelirrojos gigantes que rondaban la zona.
Los Tehuelches eran altos, claro que sí, pero los relatos de estos viajeros era exagerado. Luego los dibujos en los libros y la imaginación de los artistas hacía el resto. También hay que tener en cuenta que la talla del europeo de esas épocas era reducida, con suerte si llegaban al metro sesenta, y más si eran espanoles. Por lo tanto un tehuelche de 1,90 mts a ellos les parecía un gigante!
Gracias por la aclaracion.
los gigantes median entre 2.50 a 4 los titanes media más 15 a 30 metros de alto y eran muy agresivos se decía hijos del universo
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«Los patagones, chonek o maken, esto es, hombres, son de alta talla (1,73 a 1,83 metros\ no tanta como en un principio se supuso). Estaban en los últimos
grados del salvajismo, carentes de organización social. Comían moluscos y lobos marinos, a más de guanacos, con cuyas pieles sin adobar se cubrían escasamente.» (Primer Viaje entorno del globo – Pigafetta, Pág. 54)
awevo que eran argentinos, ve nadamas las narices enormes!
En realidad la imagen corresponde a una representación artística de El Hobbit (libro, no película).
Los relatos de los gigante siempre han sido exagerados y generalmente estan en sentido literario, en la Iliada y la odisea , Hector y Aquiles eran gigantes no por su tamaño sino por que eran grandes guerreros de su epoca
que profundo …
Eso si que era increible. 3 metrooos