Pocas civilizaciones antiguas rindieron un culto y trazaron una cosmogonía tan interesante y compleja como la de Egipto. Basta echar un ojo a una de las tradiciones más comerciales y popularizadas del mundo, como lo es la Noche de Brujas norteamericana, para descubrir que, junto a los vampiros y licántropos, la momia ocupa un lugar destacado en el listado de los disfraces más recurrentes.
Sin embargo, lo que actualmente luce como una trivial conducta de mercadeo, tiene raíces ancestrales y rituales que revelan a los egipcios como un pueblo de auténticos filósofos de la existencia.
Sabios, adelantados tecnológicamente a su época, artistas además, los egipcios embalsamaban a sus muertos para prepararlos a enfrentar el Inframundo, que en su cultura se llamaba Duat y que tenía por objeto preparar a las personas para el Juicio de Osiris, y así alcanzar la vida eterna. Para ello, se recurría a EL LIBRO DE LOS MUERTOS, un conjunto de fórmulas mágicas que facilitaría el viaje de las almas.
He aquí un recuento de las principales deidades egipcias, las cuales se dividían en cinco grupos principales:
