Se ha llegado a estimar que la vida en la Tierra surgió hace unos 4 mil millones de años. Durante las primeras tres cuartas partes de este periodo la vida fue invisible, limitada a seres unicelulares. Si alguien tuviera la posibilidad de viajar en el tiempo, encontraría un planeta desierto, al menos hasta que viera a través un microscopio.
Y de repente todo cambió. Aparecieron las plantas y los animales, al inicio simples filtradores, como las esponjas, y después seres enormes, ágiles y complejos, en una diversificación psicodélica de formas. Hoy conocemos a ese periodo como la explosión cámbrica, y sucedió hace 500 millones de años.
¿Qué disparó esa radiación evolutiva del Cámbrico? Según un nuevo estudio de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá, el responsable fue un gen. Cualquier organismo complejo que ha existido desde aquella época, como animales, plantas y hongos, presenta genes con versiones modificadas de este primitivo gen.
El gen original se perdió en la marea evolutiva, pero su aporte a la vida fue el posibilitar la producción de enzimas llamadas proteínas quinasas. Estas actúan como un sistema de comunicación en el interior de la célula, alterando a otras proteínas, conectando y desconectando genes, dando órdenes para que la célula se divida y coordinando el trabajo de las organelas, las estructuras internas que no están presentes en las bacterias ni en otras células primitivas.
Quizá lo más importante es que permitió la comunicación entre una célula y otra a través de un proceso llamado fosforilación de las proteínas. Las neuronas, los músculos y el propio surgimiento de un organismo con cualquier forma definida serían imposibles sin ellas. Lo máximo a lo que podría aspirar la vida serian colonias de células o, como los propios científicos los definieron, un moco, como ese que se retira del yogurt casero. Si los duplicados y las subsecuentes mutaciones de este gen durante la evolución no hubieran ocurrido, la vida sería completamente distinta, según el neurólogo Stevel Pelech, uno de los colaboradores del estudio. La forma más avanzada de vida en nuestro planeta probablemente estaría representada por una masa bacteriana viscosa.
Los seres humanos poseemos 500 genes relacionados con las proteínas quinasas. Cuando uno falla, provoca serios problemas. Por ejemplo, el cáncer aparece cuando las células no entregan el mensaje para que cese la multiplicación. La diabetes también nace en un error de comunicación.
La mutación tuvo lugar en un ancestro común entre todos los eucariontes modernos y no solo en las ya citadas plantas, animales y hongos, sino también en protozoarios y algas unicelulares, seres con células mucho más complejas que las bacterias primitivas. La mutación habría tenido lugar hace por lo menos mil millones de años. En esta investigación se apunta que el gen probablemente se originó en las bacterias para facilitar la síntesis de proteínas y a partir de ahí mutó adquiriendo funciones completamente nuevas. Pelech cree que el descubrimiento puede dar origen a un nuevo método para determinar el árbol de la vida.
Que interesante, no te olvides de subir el creepypasta del jueves-….
Eso se había descubierto hace muchos años, he aquí la prueba: