Siete mandamientos de Marie Kondo contra el desorden

Marie Kondo es una gurú japonesa de la vida ordenada y simple. Cuando llegó a casa de su cliente le resultó imposible ver el piso. Tuvo que sortear toda clase de revistas y papeles y esquivar torres de libros que se levantaban hasta el techo. En aquella época Kondo todavía no obtenía la fama mundial que le trajo su libro “La magia del orden” y le tomaría dos años poner en orden ese lugar.

Marie Kondo conferencia RISE

Quizá la solución más rápida era regalarlo todo u organizarlo en estantes para reducir el riesgo de que alguien fuera asesinado por uno de los clásicos de la literatura japonesa. Sin embargo, eso no resolvía el problema. Esas soluciones tan drásticas hundirían a su cliente en la tristeza por una perdida tan repentina de su acervo y solo sería cambiar un problema por otro, aparentando que la confusión tenía orden.

 

Queremos guardarlo todo.

Ordenar una casa parece algo trivial para la mayoría, pero no es así. El cliente más complicado de Kondo es un ejemplo extremo de la tendencia al desorden que afecta a todo mundo. Y quizá alguna vez sentiste las mismas dificultades que este hombre, pues estamos genéticamente predispuestos a recolectar y almacenar cualquier cosa que algún día nos pueda resultar de utilidad.

Nuestros antepasados no sabían en qué momento necesitarían ese tronco para hacer fuego o en qué momento el hueso de un animal terminaría convirtiéndose en una herramienta útil. Ante la duda, lo guardaban todo. Especialmente cuando se trataba de comida, algo bastante difícil de conseguir en un pasado distante. Y conservamos esas costumbres de nuestros ancestros.

libro de Marie Kondo

La buena noticia es que hay mucha gente alrededor del mundo ideando formas para ayudarnos a organizar el desastre que tenemos en casa – y en nuestra vida. Tan solo en Amazon hay más de dos millares de libros dedicados a la organización en casa. Uno de los más venerados, y radicales, manuales de organización personal es precisamente el que escribió Marie Kondo, que propone finiquitar el círculo vicioso del desorden al “ordenar de la forma correcta y de una sola vez”. Puede sonar algo vago, pero el KonMari (el nombre del método) asegura que la mayoría de los individuos creen que son organizados pero, de hecho, solo saben esconder el caos dentro de armarios y cajas organizadoras.

 

KonMari.

El método parte de una orden: el primer paso para ordenar una casa es desprenderse. Tiene lógica: cuando tienes muchas cosas, probablemente aparecen problemas a la hora de almacenarlas. O quizá recurres a cajas que ubicas en sitios de difícil acceso, dejando todo esto fuera de la vista. Marie propone un criterio para descartar las cosas que parece abordar las fronteras del misticismo: “¿ese artículo me hace feliz?” Si la respuesta es sí, guárdalo, pero en un lugar visible. Si la respuesta es no, deséchalo.

Parece algo sencillo pero no es así. En ocasiones todos los artículos tienen cierto grado de afecto, y el desapego se convierte en algo muy complicado. La solución que propone la mayoría de los expertos en el tema es empezar por aquellos artículos más fáciles de desechar, como recipientes sin tapa o calcetines rotos. Así, cuando llega la hora de enfrentarse a la ropa de algún familiar o a los juguetes de un niño pequeño, el desordenado ya ha entrenado un poco el proceso de desapego.

Kondo sugiere un método alternativo para conseguir el mismo objetivo: un descarte radical y rápido cambia la mentalidad. Observar toda su ropa expuesta en el armario sin superficies que la oculten motiva al novato organizador a eliminar el desorden. “El secreto está en hacer un cambio drástico y repentino al punto de generar un cambio interno igualmente drástico. No se obtiene el mismo impacto si el proceso se hace de forma gradual”, defiende en su best-seller.

armario abierto con ropa

El tiempo que dedicas a organizar la casa es otro aspecto que está en la mira de esta japonesa neurótica (como ella misma se define). Arreglar un poco todos los días, descartar un artículo diariamente o dividir la organización en etapas simplemente otorga más espacio para que la procrastinación se mantenga. Y, finalmente…

 

Los consejos de Marie Kondo.

1 – Ordena acompañado, dividendo las tareas entre amigos y familiares.

2 – Designa espacios accesibles para aquellos artículos de uso frecuente, como las llaves y el control remoto.

3 – Si no usas algo, deséchalo. Ante la duda, almacénalo en una caja etiquetada con la fecha en que lo guardaste. Si lleva más de un año sin ser utilizado, deséchalo.

4 – Devuelve el objeto a su lugar inmediatamente después de usarlo.

5 – Conserva tu mesa de trabajo siempre limpia.

6 – Jamás acumules pilas de papel. Descártalos rápido y guarda solo aquellos papeles realmente útiles.

7 – Arregla tu lugar de trabajo al final del día. Eso proporciona un sentimiento de realización.

 

No tener es poder.

En Japón es algo común que las personas habiten espacios que apenas superan los 20 m2, el equivalente a una habitación en el mundo occidental. Al comienzo los japoneses se acostumbran a vivir con menos (y evidentemente no todos son organizados, de otra forma Marie Kondo no tendría la misma popularidad que una estrella del pop). Pero algo es verdad: los grandes espacios impulsan el consumo y la acumulación.

area de trabajo organizada

 

Vivir en espacios pequeños.

Un millonario llamado Graham Hill se dio cuenta que se había convertido en un acumulador después de vender una startup de tecnología y enriquecer antes de los 30 años. Adquirió una casa de 300 m2, un auto enorme y decenas de gadgets. Como no tenía tiempo de amueblar la casa, contrató a personal especializado. Cuando terminó la decoración se mudó a un loft en SoHo, Nueva York, y la vida se le fue complicando poco a poco.

Finalmente Hill se enamoró de una mujer española y decidió viajar con ella a su país de origen. La pareja vivía en un apartamento minúsculo y recorrieron el mundo como mochileros. La relación llegó a su fin y le enseñó a Hill que no necesitaba demasiado para vivir.

Regresó a Nueva York y creó LifeEdited, una startup que pretende demostrar la forma en la que la tecnología y el diseño pueden ayudar a las personas a vivir en espacios pequeños. Hill adquirió un departamento de 37 m2 con versatilidad para permitir una cena con diez personas, tener una habitación de huéspedes plegable y un teatro en casa. La cama se mantiene oculta en la pared y cuando la guarda aparece un sofá. La mesa y las sillas también son plegables.

El concepto propuesto por Hill no es nada económico. Un diseño a medida como el de él puede llegar a costar US$ 300 mil. “El primer apartamento LifeEdited era un prototipo y no estábamos pensando en la economía”, reconoce. Pero se justifica: “en ocasiones las personas no reconocen la economía que estamos proponiendo”. Y se arriesga a hacer estimaciones: “donde vivo el costo del metro cuadrado alcanza los US$ 15 mil. Imagina que compro una cama que puede guardarse en la pared y que de día se convierte en sofá por US$10 mil. Sin duda es mucho dinero para un mueble. Pero esa cama puede ayudar a crear un cuarto separado y me da 10m2 de funcionalidad que valen, al final de cuentas, US$ 100 mil bien aprovechados. Es un ahorro sin paralelo”, dice.

Habitar sitios reducidos obliga a la persona a pensar dos veces antes de comprar algo. Y, al comprarlo, a pensar si aquello se convertirá en otro objeto que desencadenará el círculo vicioso que genera la acumulación, exceso, procrastinación y estrés, haciendo que el armario se convierta en una representación de la propia vida.

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