Los relatos de experiencias paranormales suelen limitarse a sitios específicos. En la siguiente historia, un hombre relata la forma en que una entidad paranormal se aferró a su existencia para atormentarlo después que su familia se mudara a una nueva propiedad.
Todo empezó en 2007, año en que me mudé con mi familia a una casa rodante en Indiana, Estados Unidos. En esa época tenía 15 años y protesté por el cambio, sobretodo porque sentí que me separaban de mis amigos y la vida que construí en la ciudad que dejábamos. Entre octubre y diciembre de ese año, pospuse el papeleo para inscribirme en alguna escuela y me quedé en casa intentando superar el episodio de depresión.
En ese lapso experimenté sueños vívidos protagonizados por una niña. En cada uno de estos sueños la encontraba en un automóvil que acababa de chocar, rogando que la ayudara. Por más que intentaba correr al auto, era como si mis pies estuvieran atrapados en el fango. Fueron sueños tan reales que puedo recordar cada detalle hasta el día de hoy.
Poco después de ingresar a la preparatoria del lugar empecé a salir con una chica un poco mayor, a la que solía acompañar camino a la escuela por las mañanas. Cierto día, mientras conducía por esos caminos rurales, le dije que debíamos parar. Empecé a sentirme terriblemente enfermo con unas inmensas ganas de vomitar. Poco después vomité y le pedí que me acompañara de regreso a casa, a lo cual accedió. Sin embargo, al dar la vuelta observé algo en su auto que no había visto antes. En una esquina del espejo retrovisor estaba la fotografía de una niña. La misma que aparecía en mis sueños.
En ese instante me paralicé, mi sangre se heló y estoy seguro de que mi piel, ya de por sí pálida, se hizo todavía más amarilla. Inmediatamente empecé a llorar. Mi novia notó el malestar físico por el que pasaba y preguntó si me encontraba bien. Tomé la foto del espejo y le pregunté por esa niña.
Sorprendida por mi repentino ataque de ansiedad, me confesó que se trataba de una íntima amiga suya, quien murió algunos meses antes de que yo empezara a asistir a la escuela. También me dijo que tuvo un accidente de tránsito. Le pregunté si recordaba lo que le había contado sobre mis sueños, y rápidamente ató cabos. Ambos quedamos conmocionados.
Al indagar un poco más en el tema supe que esa niña que aparecía en mis sueños y murió en el accidente automovilístico vivió en mi casa, en la misma habitación que yo. Su familia se mudó apenas unas semanas antes de la tragedia.
Pasó casi medio año, un lapso en el que mi novia y yo terminamos separándonos. También cambié de habitación con mi hermano mayor, pues una de sus amigas se mudó con nosotros cuando empezaron a asistir a la misma universidad y yo tenía la habitación más grande. Fue en esta época que empezaron a escucharse ruidos en la casa. Al principio resultaban insignificantes, y la verdad es que eran todo menos aterradores. Cierta vez, cuando aún estaba en mi habitación original, me pareció escuchar la risa de una chica.
Aproximadamente tres meses después que la amiga de mi hermano se mudara, ambos irrumpieron en mi habitación en medio de la noche. Aseguraron escuchar la risa de una niña en su habitación, y ambos estaban visiblemente conmocionados. Recuerdo que esa noche todos dormimos de lado en mi cama.
Pasaron algunas semanas más y la amiga de mi hermano terminó mudándose a causa de algunos problemas personales. Obviamente, mi hermano exigió volver a su habitación, a lo cual accedí con gusto. En esa época ya casi cumplía los 17 años, y me fascinaba la idea de tener una habitación más amplia, aunque allí viviera un fantasma. Una vez que regresé a mi habitación original, las cosas se pusieron realmente feas.
Cada noche, la puerta del armario se abría sola. Una vez intenté colocar un canasto de ropa frente a la puerta, suponiendo que se trataba de una corriente de aire, pero la fuerza que abría la puerta resultó suficiente para desplazar el canasto.
Inexplicablemente empecé a despertarme puntualmente a las 2:55 a.m. todas las noches, algo que jamás sucedió antes. Aproximadamente una semana después que empezó esto, un pequeño sismo afectó el área donde vivíamos exactamente a las 2:55 a.m. A partir de allí, consideré esto como una señal de que todo lo que sucedía en esa habitación era una advertencia. Estaba equivocado.
Casi un año después de dormir en este lugar me diagnosticaron insomnio y trastorno de personalidad paranoica (PPD), condiciones que surgieron de la nada. Cuando dormía, soñaba con figuras sombrías que vigilaban cada uno de mis pasos. Por supuesto, mis padres consideraban que eran síntomas del PPD, aunque yo estaba seguro de que no era así. Todo por lo que pasaba estaba relacionado con aquella casa, y específicamente con esa habitación.
Para empeorar las cosas, mi hermano terminó mudándose para vivir solo, así que sentí que estaba por mi cuenta con este problema. Me resultó imposible no pensar que había una buena razón por la que se mostró tan ansioso de cambiar de habitación una vez que su amiga se fue.
Cierto día, de la nada, los sueños se fueron. Todo volvió a la normalidad. En este periodo me convertí en padre, terminé la preparatoria y conseguí un empleo para mantener a mi hijo. Las cosas se mantuvieron en perfecta calma durante dos años y medio. Trabajaba mucho y sólo iba a casa ocasionalmente. Durante una época me mudé para vivir solo. Todo eso que acechaba en aquella casa no podía alcanzarme cuando estaba fuera.
Hoy, estoy convencido de que esta entidad prosperó gracias a la manipulación emocional de la que fui víctima. Mientras estaba lejos, me encontraba relativamente seguro.
Pero, eventualmente tuve que regresar a vivir con mis padres. Fue entonces cuando las cosas empezaron a suceder otra vez hasta llegar a su punto culminante.
Cierto día me acercaba a la casa con mi hijo, a quien llevaba de la mano. Mi madre corrió a saludarlo, todos entramos y nos acomodamos para la visita. Fue en ese instante que preguntó: “Papá, ¿quién es esa chica?”. “¿Qué chica?”, le respondí. Entonces, me dijo que había una chica en la puerta que lo saludó a través de la puerta de cristal. Inmediatamente supuse que se refería a mí madre, pues no había ninguna otra mujer en la casa, así que en ese momento lo ignoré. Ahora, en retrospectiva, no estoy tan seguro de lo que vio mi hijo…
Tras este acontecimiento seguí experimentando cosas extrañas dentro de la casa. Aparentemente se intensificaron, transformándose en sonidos extraños, visiones y encuentros físicos. Empecé una relación con una joven mujer que se mudó a casa tras algunos meses de citas. Por esas fechas a mi habitación le estaban cambiando la alfombra, por lo que dormimos en un sofá cama en la sala de estar. Cierta noche, tras despertar repentinamente, sentí que algo estaba parado detrás de mí, con los brazos extendidos listo para agarrarme. Salté de la cama, con esa sensación de que apenas logré escapar de esos brazos extendidos, y encontré a mi novia temblando. Al preguntarle qué sucedía, me dijo que alguien estaba detrás de mí.
Una vez que regresamos a la habitación, las cosas empeoraron. Todas las noches, entre el sueño y la vigilia, observaba una figura oscura desplazarse del armario a un costado de mi cama. Cierta vez llegó un poco más lejos e intento sofocarme. No podía moverme, jadeaba y apenas conseguía respirar. Para muchos es una parálisis del sueño, pero estoy seguro de que fue real.
Mi novia despertó, se sentó y empezó a luchar contra aquello que intentaba matarme en la oscuridad. Ella también lo vio y, a diferencia de mí, estaba totalmente despierta. A menos que los dos compartiéramos la misma alucinación, no tengo otra cosa que concluir más que esta sombra realmente estaba en la habitación.
Poco después nos fuimos de la casa rodante, justo cuando mi hermano se mudó con su novia. Uno o dos años después, se abrieron y me contaron todas sus experiencias. Una vez que me fui, las cosas se pusieron todavía peor. La luz del baño se encendía y apagaba cada vez que entraban. Cuando mi hermano enfrentó al ente y le pidió que se fuera, sólo empeoró. Experimentó ataques físicos, al punto que le arrancaron mechones de cabello. Incluso sentía como algo lo agarraba cada vez que metía la mano en el armario para sacar una prenda.
Cierta noche, escucharon sollozos que provenían de mi antigua habitación. Al abrir la puerta, los recibió un chillido agudo. La puerta del armario se abrió y el grito continuó. Mencionaron que sonaba como si unas uñas filosas fueron arrastradas por las paredes. El sonido envolvió aquella habitación y luego se fue por la ventana. Posteriormente, la actividad cesó.
Se mudaron al poco tiempo cuando mi padre también se fue de esa casa. Hasta el día de hoy desconocemos lo que habita esa casa rodante. Adquirió muchas formas con el paso del tiempo: la niña que murió en el accidente, una figura sombría e incluso la chica que saludó a mi hijo desde la puerta. Lo apodamos el “cambia formas”, un ente que me aterró durante siete años de mi vida. Hoy, me alegro de estar lejos pues ya no se puede alimentar más de mí.
La peor creepybque he leído, una auténtica miérda, ¿la habitación más grande en una casa rodante? Sala de estar con sofá cama en una casa rodante? No mamen.
La neta está muy mal narrado y escrito. Solo da vueltas y no te lleva a ninguna parte.
Concuerdo contigo quizá su antigua novia tenga algo que ver con aquel ser ¿Quizá?
¿Si la novia era amiga intima de la chica fallecida como es que jamas le menciono a su novio que ella había vivido en la casa en la que el vive ahora?