Ciertamente eran varios, pero principalmente intentaban transformar otros metales en oro. Para los alquimistas del Medioevo, todos los materiales orgánicos e inorgánicos estaban compuestos de azufre y mercurio. Por eso, creían que al alterar la proporción de estos elementos en un cuerpo, era posible transfórmalo en cualquier cosa.
También consideraban la influencia de fuerzas divinas en los fenómenos que observaban o intentaban generar. Pese a su aspecto místico, esta forma de conocimiento cimbró las raíces para la química moderna, dejando como herencia procesos que siguen utilizándose hasta nuestros días, como el baño María o la destilación.
De la basura a la vida.
Según los alquimistas, estos revoltijos (y una pizca de voluntad divina) podían originar a un nuevo ser: un hombrecillo de 12 cm de altura. El homúnculo fue una de las obsesiones de estos hombres. Personajes de respeto en el área, como el suizo Paracelso, se esforzaron tenazmente con la fórmula, pero nunca tuvieron éxito.
Para fabricar el suero de la inmortalidad, los alquimistas buscaron en el lugar correcto: platas y hierbas raras (muchas de las cuales fueron el origen de los medicamentos actuales). Algunos de ellos probaban las sustancias que obtenían en sí mismos. Una muy mala idea: muchos terminaron muertos, pues habían creado (e ingerido) ácidos, venenos o compuestos como el nitrato de plata.
En el año de 1669, el alemán Hennig Brandt tuvo la idea de destilar orina, creyendo que por ser amarilla, el líquido contenía oro. Pero la conclusión fue otra. La orina contiene desechos orgánicos y fosfatos, compuestos que se incendian fácilmente cuando entran en contacto con el carbono. El alquimista había descubierto el fosforo.
La Piedra Filosofal.
La búsqueda por la Piedra Filosofal quizá fue el gran objetivo de estos misteriosos investigadores. Este objeto tendría la capacidad de transformar cualquier metal en oro y proporcionar vida eterna. La investigación no rindió más que puras leyendas. Entre ellas, la de que el francés Nicolas Flamel había descubierto la fórmula.
En el mundo entero fue locura y fantasía. Por mucho que los experimentos de aquel periodo nos puedan parecer una broma en nuestros días, la alquimia fue la base de nuestra química moderna. Además de inventar procedimientos muy utilizados hoy, como la destilación, la sublimación y la trituración, fue gracias a esta práctica que la porcelana, por ejemplo, fue creada en Mesopotamia.
En la imaginación de la mayoría de las personas, la alquimia está relacionada con la Edad Media europea. Pero en realidad comenzó mucho antes, en civilizaciones como la griega, la romana y la egipcia. Los chinos descubrieron la pólvora entre los siglos IX y X combinando salitre, carbón y azufre que, según el taoísmo, tenían propiedades espirituales.
hola me dices de donde sacaste eso porfavor
No usaron el principio de intercambio equivalente :v
Es que les dio miedo perder un brazo
Deja tu el brazo, el pito!!! O_o
tan interesante la historia de la alquimia como la de sus personajes. escribe umberto eco en el péndulo de foucault:
«Hojeando el indice del libro sobre los Rosacruces encontré una referencia al conde de Saint-Germain. Vaya, vaya, me dije, tout se tient.
«De él había escrito Voltaire que “c’est un homme qui ne meurt jamais et qui sait tout”, pero Federico de Prusia le respondió que “c’est un comte pour rire”. Horace Walpole decía que era un italiano, o español, o polaco, que había amasado una gran fortuna en México y luego había huido a Constantinopla, con las joyas de su mujer. Los datos más fiables acerca de él se desprenden de las memorias de madame de Hausset, dame de chambre de la Pompadour […]
«Se había valido de varios nombres, Surmont en Bruselas, Welldone en Leipzig, marqués de Aymar, de Bedmar o de Belmar, conde Soltikoff. Detenido en Londres en 1745, donde brillaba como músico tocando el violín y el clavicémbalo en los-salones; tres años después, en Paris, ofrece sus servicios a Luis XV como experto en tinturas, a cambio de una estancia en el castillo de Chambord. El rey le encomienda misiones diplomáticas en Holanda, donde comete algún desaguisado y vuelve a huir a Londres. En 1762 le encontramos en Rusia, después nuevamente en Bélgica. Allí le encuentra Casanova, que cuenta cómo transformó una moneda en oro. En 1776 está en la corte de Federico II, a quien propone varios proyectos químicos, ocho años después muere en Schleswig, en tierras del landgrave de Hesse, donde estaba instalando una fábrica de colores.
«Nada extraordinario, la típica carrera del aventurero del siglo XVIII, con menos amores que Casanova y estafas menos teatrales que las de Cagliostro. En el fondo, salvo unos pocos percances, goza de cierto crédito entre los poderosos, a quienes les promete las maravillas de la alquimia, pero con un toque industrial. Sólo que alrededor de él, y sin duda alimentado por él, va cobrando forma el rumor de su inmortalidad. En los salones se le oye mencionar con desenvoltura acontecimientos remotos, presentándose como un testigo ocular, y cultiva su leyenda con gracia, casi a escondidas.
recomiendo el documental Newton el ultimo mago…
casi casi…………..baia baia…….