Mucho tiempo antes de que los primeros europeos llegaran al Nuevo Mundo, las leyendas de los pukwudgies ya habían aterrado a múltiples generaciones. Se dice que estos seres, también conocidos como bagwajinini, habitan en los desiertos de toda Norteamérica. Los nativos americanos solían decir que los pukwudgies alguna vez vivieron en perfecta armonía con los humanos, aunque en determinado momento se convirtieron en enemigos.
La figura del pukwudgie estuvo presente en el folclore de diversas tribus norteamericanas, desde los Algonquinos que habitaron la región de los Grandes Lagos hasta los Wampanoag que se situaron en Massachusetts y el sur de Nueva Inglaterra. Y según estas leyendas, lo mejor era dejar a estos seres en paz.
Los seres del desierto.
La palabra “Pukwudgie” se traduce como “ser del desierto”. Fueron descritos como seres diminutos cuya estatura iba de la altura de la rodilla de un humano hasta el metro de alto, con rasgos semejantes a los humanos aunque diferentes en nariz, orejas y dedos que eran mucho más prominentes. Se decía que su piel tenía un tono grisáceo y era extremadamente suave, motivo por el que los han comparado con trolls y duendes. Además, estos seres diminutos contaban con un repertorio de trucos que les permitían engañar y burlarse de los humanos.
Las amenazas que representaban los pukwudgies solían variar entre una región y otra. Por ejemplo, en algunos lugares los veían como seres benevolentes, llegando a resultar útiles para los humanos. En otros se les describía como entes traviesos, aunque inofensivos. Pero en varias regiones los consideraban asesinos despiadados.
Pukwudgies vs humanos.
Los Wampanoag cuentan con un acervo particularmente destallado sobre la naturaleza de los pukwudgies. Las leyendas diseminadas por la tribu relatan que estos seres solían llevarse bien con los humanos, aunque estos últimos se distrajeron por su relación con una deidad gigante de naturaleza benevolente llamada Maushop. A los celosos pukwudgies les pareció ofensivo que los humanos no los veneraran como lo hacían con Maushop, y empezaron a provocar toda clase de travesuras. Después que los humanos se quejaran con la esposa de Maushop sobre la actitud de los pukwudgies, la deidad terminó exiliando a esos traviesos diseminándolos por todos los desiertos de Norteamérica.
Sin embargo, algunos pukwudgies decidieron regresar para hacer la guerra contra los humanos y su deidad, un conflicto que terminó con la muerte de cinco hijos de Maushop. En algunas versiones de la leyenda se dice que llegaron a matar al propio dios, y precisamente estos relatos coindicen con el desvanecimiento de Maushop en el folclore Wampanoag.
Poderes de los pukwudgies.
De la misma forma que los legendarios duendes irlandeses, los pukwudgies son extremadamente caprichosos. Sus poderes, al igual que su comportamiento, varían de una tribu a otra. Si un humano llegaba a importunar a un pukwudgie podía ser víctima de una desagradable broma o engaño, aunque también podía terminar cayendo por un acantilado, atacada por flechas incendiarias o sin hijos.
Los pukwudgies tenían una extraña habilidad para crear bolas luminosas que atraían a las personas a las profundidades del bosque. Poseían el don de la invisibilidad y en algunos sitios podían convertirse en animales peligrosos, como pumas. Sin embargo, la habilidad más aterradora es que tenían control sobre el espíritu de aquellos a los que habían matado.
Los pukwudgies en la historia contemporánea.
En el mundo de la literatura, una de las primeras referencias a la figura de estos seres aparece en el poema The Song of Hiawatha de Henry Wadsworth Longfellow. En este poema épico refiere al “impertinente Puk-Wudgies” que mató al gigante Kwasind arrojándole conos de pino. Longfellow se inspiró en las obras de Henry Rowe Schoolcraft, cuyas obras estuvieron basadas en el folclore de Ojibwe relatado su propia esposa Jane, que formaba parte de los nativos americanos.
A menudo, incluso en nuestros días, los pukwudgies están vinculados a sitios específicos. La mayoría de avistamientos se han producido en los bosques de Massachusetts, un fenómeno tan curioso que incluso la policía de Freetown instaló un cartel de “Cruce de Pukwudgie” en las inmediaciones del bosque estatal de Freetown.
El Parque Estatal de Freetown comprende áreas de Fall River, Freetown y Lakeville, este último sitio cuenta con una historia siniestras gracias a Lizzie Borden, una mujer sospechosa de matar a su padre y madrastra con un hacha en la década de 1890. Sin embargo, los pukwudgies contribuyen a las historias sombrías que prevalecen sobre la ciudad. En el mismo bosque estatal de Freetown se encuentra un acantilado de 30 metros llamado The Ledge. Precisamente en The Ledge se han producido varios suicidios de individuos mentalmente sanos, y algunos han culpado a los pukwudgies de llevar a estos individuos hasta su muerte.
Avistamientos recientes.
Quizá la policía local considere que los pukwudgies son una broma, pero algunos avistamientos de estos seres están lejos de resultar divertidos. Una mujer aseguró que un pukwudgie la molestó durante toda la noche tocando su ventana mientras dormía. Además, algunos rumores dicen que los traviesos seres habitan en zonas donde se han reportado apariciones de Pie Grande.
No queda claro si estos avistamientos de pukwudgies responden a un fenómeno paranormal. Sin embargo, es incuestionable que figuran entre los seres míticos más antiguos de Norteamérica.