Los besos son una forma cultural de afecto, cariño y deseo. Besamos por las razones más extrañas: para hacer saber a otros que los amamos, cuando queremos tener relaciones sexuales, o simplemente porque es muy divertido. Pero el acto de besar puede encerrar algunos de los secretos de nuestra evolución como especie a través del cuidado que nuestras madres nos brindaron al nacer, así como proporcionar información valiosa sobre nuestra salud y nuestra idoneidad para el apareamiento.
¿Por qué disfrutamos tanto los besos?
Los besos hacen bien, nadie duda de eso. Un buen beso quema entre 2 y 3 calorías por minuto, descargando adrenalina y noradrenalina haciendo que el corazón lata más rápido, efecto que también está relacionado con la disminución del llamado «colesterol malo» y una disminución en la percepción de estrés. Pero el beso no es sólo lo que sucede durante el beso, sino también lo que el beso produce y comunica sobre nosotros mismos.
Los psicólogos evolucionistas han llegado a la conclusión de que lo que conocemos como «beso» fue en algún momento una forma de alimentación, que consistía en masticar la comida y pasarla a otra boca, de los niños, por ejemplo, muy similar a lo que vemos en las aves y algunos primates de la actualidad. Algunos primates como Alicia Silverstone:
https://www.youtube.com/watch?v=cBZeCyWP_F4
Pero esta forma de alimentación no era tan extraña ni parecía tan repugnante hace mucho tiempos: antes de los alimentos procesados para bebés y de las licuadoras, las madres podían ahorrar tiempo y alimentar a sus hijos con el boca a boca, transmitiendo además una dosis extra de zinc, hierro y carbohidratos a través la saliva.
Además, la saliva del adulto puede transferir generadores de anticuerpos, sumado a que la comida pre-digerida es más fácilmente absorbida por los bebés. Los rostros, por otra parte, son el primer contacto que tienen los seres humanos con el mundo, ya que durante los primeros meses no pueden enfocar a una distancia superior a los 25 cm, más o menos la distancia entre la cara del bebé y su madre durante la lactancia.
La saliva también es una especie de huella digital: transfiere información a otra persona sobre su estado de salud, y los receptores de mucosa en la boca son sensibles a las hormonas como la testosterona. De hecho, un buen beso podría ser un indicador del tipo de pareja potencial que el otro podría ser para ti, todo a nivel hormonal, no hay que olvidarlo.
Pero no todas las culturas usan el beso como «muestras gratis» para descubrir a una pareja potencial, al menos el 10% de la población mundial no lo practican. Algunos investigadores creen que el beso puede haber sido evolutivamente favorecido con recompensas para nuestro cuerpo como un mecanismo para hacer frente a la incertidumbre y la elección. Lo dicen así, porqué la naturaleza nos obliga a probar y descartar, de manera que podamos encontrar una pareja adecuada para el apareamiento.
Y si todas estas explicaciones no fueran suficientes, la más sencilla es aún más convincente: besar el exquisitamente delicioso.
Vía:
ahora entiendo, besar para descartar… selección natural. ja ja ja
ademas evolutivamente hablando, cuando las madres pasaban la comida a la boca de sus crias pasaban cierta cantidad de bacterias haciendo que el bebe las absorviera y creara inmunidad a esas bacterias, hoy ya no es nesesario
Eso sigue ocurriendo, ya que al amamantar al bebe ju
Nto con la leche materna pasan bacterias de la piel de la madre esto forma la flora bacteriana intestinal del bebe..